Ciudad
del Vaticano, 16 de noviembre 2014 (VIS).-A mediodía el Papa
Francisco se asomó a la ventana de su estudio para rezar el Ángelus
con los fieles reunidos en la Plaza de San Pedro. El Santo Padre
comentó el evangelio de este domingo, la parábola de los talentos
en la que un hombre, antes de partir para un viaje, confía a tres
siervos su patrimonio en talentos, monedas de gran valor, para que lo
hagan fructificar. Los dos primeros duplican lo recibido; el
tercero, en cambio, por miedo de perderlo, lo esconde en un agujero.
A su regreso, el señor les pide cuentas y, mientras recompensa a los
dos primeros, al tercero lo castiga.
Francisco
explicó que el señor de la parábola es Jesús, los servidores
somos nosotros y los talentos son el patrimonio que el Señor nos
confía. ''El patrimonio de su Palabra, la Eucaristía, la fe en el
Padre celestial, su perdón… en resumen, tantas cosas, sus bienes
más preciosos. ¡No solamente para guardarlo, sino para que
crezca!''. Y si en el lenguaje común la palabra talento indica una
capacidad individual sobresaliente, en la parábola los talentos son
los dones del Señor. El agujero excavado en el terreno por el
''servidor malo y perezoso'' ''indica -señaló el Papa- el temor
del riesgo que bloquea la creatividad y la fecundidad del amor....
Jesús no nos pide que guardemos su gracia en una caja fuerte...
Quiere que la usemos en beneficio de los demás. Todos los bienes que
hemos recibido son para darlos a los demás, y así crecen.... Y
nosotros ¿qué hacemos con ellos? ¿A quién hemos ''contagiado''
con nuestra fe? ¿A cuántas personas hemos alentado con nuestra
esperanza? ¿Cuánto amor hemos compartido con nuestro prójimo?...
Cualquier ambiente, incluso el más lejano y difícil, puede
convertirse en un lugar donde hacer fructificar los talentos. No
existen situaciones o lugares cerrados a la presencia y al testimonio
cristiano. El testimonio que Jesús nos pide no es cerrado, es
abierto, depende de nosotros''.
La
parábola de los talentos ''nos empuja a no esconder nuestra fe y
nuestra pertenencia a Cristo, a no sepultar la Palabra del Evangelio,
sino a hacerla circular en nuestra vida...como fuerza que pone en
crisis.. que renueva. Lo mismo pasa con el perdón que el Señor nos
da sobre todo en el Sacramento de la Reconciliación: No lo tengamos
encerrado en nosotros, dejemos que ... derrumbe los muros que nuestro
egoísmo ha levantado, que nos haga dar el primer paso en las
relaciones bloqueadas, reanudar el diálogo donde no hay
comunicación''. Y aquí, Francisco invitó a todos a releer la
parábola en el evangelio de San Mateo para meditar sobre cómo cada
uno utiliza o esconde los talentos recibidos.
''Además
-señaló- el Señor no da a todos lo mismo, ni de la misma manera:
nos conoce personalmente y nos confía aquello que es justo para
nosotros; pero en todos, en todos hay algo igual: la misma, inmensa
confianza. Dios se fía de nosotros, Dios tiene esperanza en
nosotros. Esto es igual para todos ¡No le defraudemos! ¡No nos
dejemos engañar por el miedo, al contrario, devolvamos confianza por
confianza!''.
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