Ciudad
del Vaticano, 15 noviembre 2014
(VIS).-El arzobispo Silvano M. Tomasi, Observador Permanente de la
Santa Sede ante la Oficina de Naciones Unidas e Instituciones
Especializadas en Ginebra, intervino el pasado 10 de noviembre en la
VIII Conferencia de los Estados adherentes al V Protocolo sobre
Residuos Bélicos Explosivos de la Convención sobre la Prohibición
y Límite del uso de algunas armas convencionales que pueden ser
consideradas excesivamente dañinas o de efecto indiscriminado. El
Protocolo V establece las obligaciones y las prácticas mejores para
defender a la población civil de los peligros aparejados con la
permanencia en el terreno de artefactos explosivos que son residuos
bélicos.
''De
cara a la credibilidad y de mantener las puertas abiertas a la
negociación y la adopción de otros instrumentos en el futuro -dijo
el prelado- es importante que todos los Estados Partes asuman
seriamente la aplicación de este instrumento, tanto en su dimensión
preventiva, como correctiva. Los numerosos conflictos recientes en
Oriente Medio, África, África Septentrional y Europa, nos
recuerdan nuestras responsabilidades por cuanto se refiere a los
residuos bélicos explosivos y los artefactos abandonados. No se
trata ya sólo de la seguridad de la población civil; asistimos a
una desestabilización nacional y regional debida a la falta de
seguridad y de control de los arsenales que la comunidad
internacional no puede o no está suficientemente preparada para
prevenir... Es cierto que la responsabilidad principal es la del
Estado afectado, pero la cooperación internacional es también una
obligación. Casi todos los conflictos actuales involucran actores
nacionales, regionales e internacionales, actores estatales y
actores no estatales. También hay que tener en cuenta que la mayoría
de los países en conflicto son países en desarrollo que no siempre
tienen los medios suficientes para superar las consecuencias del
conflicto armado en su territorio''.
''El
éxito de la colaboración entre los Estados, las organizaciones
internacionales y las ONG en varias áreas del desarme está muy
consolidado -destacó Mons. Tomasi- La CCW, incluido el Protocolo V,
siempre ha abierto sus puertas a la participación de la sociedad
civil y sus organizaciones y todos nos beneficiamos de su
profesionalidad y competencia. Por eso creemos que deberían seguir
teniendo un sitio y una voz en este ámbito y un papel que
desempeñar en la cooperación internacional y en la prevención y
remedio de los daños causados por los residuos explosivos de
guerra''.
''Las
guerras y los conflictos armados son siempre un fracaso de la
política y de la humanidad -concluyó- El derecho humanitario
internacional debe mantener esta dimensión humana esencial para
hacer posible la coexistencia tanto a nivel nacional como
internacional. Cuando la comunidad internacional no logra mantener la
paz, no debería aceptar un segundo fracaso. El Protocolo V es un
modesto intento de evitar que personas inocentes se conviertan en
víctimas una vez que el conflicto ha terminado. Su cumplimiento no
es sólo una obligación legal. Es en primer lugar un deber moral
para con las personas y un deber político para restablecer la paz''.
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