Ciudad
del Vaticano, 6 julio 2014 (VIS).- ''Jesús nos invita diciendo:
Venid a mi todos los que estéis cansados y agobiados, y yo os daré
descanso -dijo el Papa esta mañana al asomarse a la ventana de su
estudio para rezar el Ángelus con los fieles reunidos en la Plaza de
San Pedro-. ''Las palabras de Jesús dan siempre esperanza
-continuó-. Esta invitación de Jesús se extiende hasta nuestros
días, para llegar a los muchos hermanos y hermanas oprimidos por una
vida precaria, por situaciones existenciales difíciles y, a veces
privadas de auténticos puntos de referencia''.
''En
los países más pobres, y también en las periferias de los países
más ricos, hay muchas personas desamparadas y dispersas bajo el peso
insoportable del abandono y de la indiferencia. La indiferencia
humana hace mucho daño a los necesitados. Y lo peor es la
indiferencia de los cristianos. Al margen de la sociedad hay muchos
hombres y mujeres probados por la pobreza, y por una vida de
insatisfacción y frustración. Muchos se ven obligados a emigrar de
su patria, arriesgando incluso su propia vida. Otros cada día llevan
el peso de un sistema económico que explota al hombre, impone un
''yugo'' insoportable, que unos pocos privilegiados no quieren
cargar. A cada uno de estos hijos del Padre que está en los cielos,
Jesús les dice: Venid a mí, todos''.
Francisco
recordó que la invitación también se dirige a los que poseen todo,
pero cuyo corazón está vacío y sin Dios. ''La llamada de Jesús es
para todos -destacó- pero de manera especial para los que más
sufren. Jesús promete dar descanso a todos, pero nos hace una
invitación, que es un mandamiento: "Cargad con mi yugo y
aprended de mí, pues yo soy apacible y humilde de corazón. El
"yugo" del Señor es cargar el peso del otro con amor
fraternal. Una vez recibido el descanso y la comodidad de Cristo,
estamos llamados a su vez a convertirnos en descanso y confort para
los hermanos, con una actitud mansa y humilde, imitando al Maestro.
La mansedumbre y la humildad de corazón nos ayudan no solo a
soportar el peso de los otros, sino a no imponernos sobre ellos con
nuestros propios puntos de vista personales, nuestras opiniones,
nuestras críticas o nuestra indiferencia''.
Antes
de finalizar el Papa saludó a los fieles y recordó el centenario de
la muerte del Papa san Pío X y también dedicó unas palabras a los
habitantes de Molise para agradecerles la calurosa acogida que le
ofrecieron el sábado.
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