Ciudad
del Vaticano, 5 de junio 2014 (VIS).- Después de saludar a los
jóvenes en Castelpetroso, el Papa Francisco se desplazó en
automóvil al centro penitenciario de Isernia, a una media hora de
distancia, para visitar a los detenidos. El encuentro tuvo lugar en
el patio de la prisión y, en el discurso que dirigió a los
reclusos, el Santo Padre insistió en la necesidad de la reinserción;
'' un camino -dijo- que debemos hacer todos porque todos nos
equivocamos en esta vida y tenemos que pedir perdón por nuestras
equivocaciones''.
''Quien
diga que no necesita llevar a cabo un camino de reinserción es un
mentiroso -subrayó Francisco- Y cuando vamos a pedir perdón al
Señor por nuestros pecados, por nuestros errores, nos perdona
siempre, nunca se cansa de perdonar. Nos dice: ''Date la vuelta y no
sigas por ese camino porque no te sentará bien. Y nos ayuda. Esta es
la reinserción, el camino que todos tenemos que hacer. Lo importante
es no quedarse parados. Todos sabemos que el agua parada se pudre...
Tenemos que andar, un paso cada día, con la ayuda del Señor... Dios
es Padre, es misericordia...Nos levanta y nos devuelve plenamente la
dignidad...Dios no se olvida de nosotros. Y con esta confianza se
puede caminar día tras día. Y con este amor fiel que nos acompaña
la esperanza no defrauda nunca... Algunos piensas que recorren un
camino de castigo, de errores, de pecados y que solamente hay que
sufrir y sufrir... Es verdad, se sufre.. Como ha dicho un compañero
vuestro aquí se sufre. Se sufre aquí dentro y también fuera,
cuando uno ve que no tiene la conciencia limpia y quiere cambiarla.
Es un sufrimiento que purifica, como el fuego que purifica el oro: es
un sufrimiento con esperanza''.
''Hay
algo muy hermoso cuando el Señor nos perdona porque no dice: ''Yo te
perdono, ¡arréglatelas!''. No, nos perdona, nos toma de la mano y
nos ayuda a seguir este camino de la reinserción, en nuestra vida
personal y también social. Lo hace con todos nosotros. Pensar que el
orden interior de una persona se corrija solo ' a palos'... que se
corrija solo con el castigo, no es de Dios; es un error. Algunos
piensan: ''No, hay que castigar más, más años, más''. Así no se
arregla nada. Encerrar a la gente porque -perdonad la expresión-
por el simple hecho de que si están encerrados, nosotros estamos
seguros, no sirve de nada, no ayuda. Lo más importante es lo que
Dios hace con nosotros: nos toma de la mano y nos ayuda a ir
adelante. Y esto se llama esperanza. Y con esta esperanza, con esta
confianza, se puede caminar día tras día. Y con este amor fiel que
nos acompaña la esperanza, de verdad, no defrauda''.
Al
final, el Papa contando a los detenidos que cada quince días llamaba
a una prisión de Buenos Aires para hablar con los detenidos jóvenes
les dijo: ''Os hago una confidencia. Cuando me encuentro con uno de
vosotros, que está en una cárcel, que está andando hacia la
inserción, pero que está recluido, sinceramente me pregunto: ¿Por
qué él y no yo? Lo siento así. Es un misterio. Pero partiendo de
este sentimiento, de esta forma de sentir, os acompaño''.
No hay comentarios:
Publicar un comentario