Ciudad
del Vaticano, 15 junio 2014 (VIS).- A mediodía, puntual como cada
domingo, el Papa se asomó a la ventana de su estudio, en el Palacio
Apostólico Vaticano, para rezar el Ángelus con los miles de fieles
y peregrinos que le esperaban en la plaza. Francisco antes del rezo
dedicó unas palabras a la solemnidad de la Santísima Trinidad,
“comunión profunda y de amor perfecto”, origen y meta de toda
criatura. ''En la Trinidad -dijo- reconocemos también el modelo de
la Iglesia, en la que estamos llamados a amarnos como Jesús nos ha
amado. El amor es señal concreta que manifiesta la fe en Dios Padre,
Hijo y Espíritu Santo. El amor es el distintivo del cristiano, como
nos ha dicho Jesús: 'En esto todos reconocerán que vosotros sois
mis discípulos: en el amor que os tengáis los unos a los otros'. Es
una contradicción pensar en cristianos que se odian ¡Es una
contradicción! Y esto es lo que busca siempre el diablo: hacer que
nos odiemos, porque él siembra la cizaña del odio; él no conoce el
amor: ¡el amor está en Dios!''.
El
Papa recordó que ''todos estamos llamados a testimoniar y a anunciar
el mensaje de que 'Dios es amor', que Dios no es lejano o insensible
a nuestras vicisitudes humanas. Él está cerca de nosotros, está
siempre a nuestro lado, camina con nosotros para compartir nuestras
alegrías y nuestros dolores, nuestras esperanzas y nuestras fatigas.
Nos ama tanto y de tal manera que se ha hecho hombre, ha venido al
mundo no para juzgarlo sino para que el mundo se salve por medio de
Jesús. Y éste es el amor de Dios en Jesús. Este amor que es tan
difícil de entender, pero que sentimos cuando nos acercamos a Jesús.
Y Él nos perdona siempre; Él nos espera siempre, ¡Él nos ama
tanto! Y el amor de Jesús que sentimos ¡es el amor de Dios!''
A
continuación, Francisco mencionó la vida divina que el Espíritu
Santo nos comunica. ''De este modo nos hace entrar en el dinamismo de
la Trinidad, que es un dinamismo de amor, de comunión, de servicio
recíproco, de compartir. Una persona que ama a los demás por la
alegría misma de amar es reflejo de la Trinidad -continuó-. Una
familia en la que se ama y se ayudan unos a otros es un reflejo de la
Trinidad. Una parroquia en la que se quiere y se comparten los bienes
espirituales y materiales es un reflejo de la Trinidad. El amor
verdadero es sin límites, pero sabe limitarse, para ir al encuentro
del otro, para respetar la libertad del otro. Todos los domingos
vamos a Misa y celebramos juntos la Eucaristía, que es como la
“zarza ardiente” en la que humildemente vive y se comunica la
Trinidad''.
Asimismo
el Pontífice junto a estas palabras explicó que por esta razón la
Iglesia ha colocado la fiesta del Corpus Christi tras la fiesta de la
Trinidad y que el próximo jueves, según la tradición romana, se
celebrará una Santa Misa en San Juan de Letrán y una procesión con
el Santísimo Sacramento. El Papa invitó a participar a todos los
romanos y peregrinos ''para expresar nuestro deseo de ser un pueblo
reunido en la unidad del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Os
espero a todos -dijo- el próximo jueves a las 19.00''.
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