Ciudad
del Vaticano, 16 de junio 2014 (VIS).- El Santo Padre visitó, el
domingo por la tarde, la Comunidad de Sant'Egidio en el barrio romano
de Trastevere. El Papa en su discurso habló de la oración que
''preserva al hombre anónimo de la ciudad de las tentaciones, que
también pueden ser las nuestras: el protagonismo por el cual todo
gira a su alrededor, la indiferencia, el victimismo. La oración
-dijo- es el primer trabajo de vuestra comunidad, y consiste en
escuchar la Palabra de Dios, el pan que nos da fuerza y que nos ayuda
a continuar... Quien mira al Señor, ve a los demás. También
vosotros habéis aprendido a ver a los demás, especialmente a los
más pobres; y os deseo que viváis lo que ha dicho el profesor
Riccardi (presidente de la comunidad n.d.r) que entre vosotros se
mezcla el que ayuda y quien es ayudado. Una ayuda que poco a poco
deja de ser ayuda para convertirse en el encuentro, en un abrazo.
¿Quién es el protagonista? Los dos, o, mejor dicho, el abrazo''.
Francisco
se alegró al ver entre la gente a muchos ancianos y recordó la
importancia de la alianza entre jóvenes y ancianos en la que todos
reciben y dan. ''Un pueblo que no cuida a sus ancianos y que no cuida
a sus jóvenes -añadió- es un pueblo sin futuro, un pueblo sin
esperanza. Porque los jóvenes -niños, jóvenes- y las personas
mayores llevan la historia hacia adelante. Los niños y los jóvenes
con su fuerza biológica y los ancianos, dándoles la memoria. Pero
cuando una sociedad pierde su memoria, se acabó, está terminada''.
Asimismo el Papa habló de la cultura del descarte que actualmente
vive Europa. ''Una Europa cansada que no sabe qué hacer''. ''Tenemos
que ayudarla a rejuvenecer -dijo-, ayudarla a encontrar sus raíces.
Es verdad que ha renegado de sus raíces pero tenemos que ayudarla a
encontrarlas''. De esta manera recordó que la sociedad se inicia a
cambiar desde los pobres y los ancianos. ''Pobres que por desgracia
hoy en día son siempre más pobres por culpa de la economía
especulativa que les priva de lo esencial como la casa y el trabajo.
¡Es inaceptable! Quien vive la solidaridad no lo acepta y reacciona.
Muchos quieren quitar del diccionario esta palabra -solidaridad-
porque algunas la ven como una palabrota. Pues ¡no!, -reiteró- es
una palabra cristiana''.
El
Papa animó a todos los que colaboran con la Comunidad desde otros
países a ser amigos de Dios, de los pobres y de la paz: ''Porque
quien vive así encontrará bendiciones en la vida y será una
bendición para los demás''. Antes de finalizar recordó la
necesidad de la oración y el diálogo, éste último desde la propia
identidad. ''Seguid hacia delante por el camino de la oración, los
pobres y la paz -concluyó-. Caminando así ayudáis a que crezca la
compasión en el corazón de la sociedad, que es la verdadera
revolución, esa de la compasión y de la ternura. Y también a que
crezca la amistad en lugar de los fantasmas de la enemistad y la
indiferencia''.
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