Ciudad
del Vaticano, 15 diciembre 2012
(VIS).-Hoy se ha hecho público el mensaje del Santo Padre para la L
Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones, que se celebrará el
21 de abril de 2013, cuarto domingo de Pascua. En él, Benedicto XVI
reflexiona sobre el tema: “Las
vocaciones, signo de la esperanza fundada sobre la fe”.
Ofrecemos a continuación amplios extractos de este mensaje.
"Queridos
hermanos y hermanas, ¿en qué consiste la fidelidad de Dios en la
que se puede confiar con firme esperanza? En su amor. Él, que es
Padre, vuelca en nuestro yo más profundo su amor, mediante el
Espíritu Santo . Y este amor, que se ha manifestado plenamente en
Jesucristo, interpela a nuestra existencia, pide una respuesta sobre
aquello que cada uno quiere hacer de su propia vida, sobre cuánto
está dispuesto a empeñarse para realizarla plenamente."
"El
amor de Dios sigue, en ocasiones, caminos impensables, pero alcanza
siempre a aquellos que se dejan encontrar. La esperanza se alimenta,
por tanto, de esta certeza: "Nosotros hemos conocido el amor que
Dios nos tiene y hemos creído en él” ( Y este amor exigente,
profundo, que va más allá de lo superficial, nos alienta, nos hace
esperar en el camino de la vida y en el futuro, nos hace tener
confianza en nosotros mismos, en la historia y en los demás."
"Quisiera
dirigirme de modo particular a vosotros jóvenes y repetiros: "¿Qué
sería vuestra vida sin este amor? Dios cuida del hombre desde la
creación hasta el fin de los tiempos, cuando llevará a cabo su
proyecto de salvación. ¡En el Señor resucitado tenemos la certeza
de nuestra esperanza!".
"Como
sucedió en el curso de su existencia terrena, también hoy Jesús,
el Resucitado, pasa a través de los caminos de nuestra vida, y nos
ve inmersos en nuestras actividades, con nuestros deseos y nuestras
necesidades. Precisamente en el devenir cotidiano sigue dirigiéndonos
su palabra; nos llama a realizar nuestra vida con él, el único
capaz de apagar nuestra sed de esperanza. Él, que vive en la
comunidad de discípulos que es la Iglesia, también hoy llama a
seguirlo. Y esta llamada puede llegar en cualquier momento."
"También
ahora Jesús repite: "Ven y sígueme" . Para responder a
esta invitación es necesario dejar de elegir por sí mismo el
proprio camino. Seguirlo significa sumergir la propia voluntad en la
voluntad de Jesús, darle verdaderamente la precedencia, ponerlo en
primer lugar frente a todo lo que forma parte de nuestra vida: la
familia, el trabajo, los intereses personales, nosotros mismos.
Significa entregarle la propia vida, vivir
con él en profunda intimidad, entrar a través de él en comunión
con el Padre y con el Espíritu Santo y, en consecuencia, con los
hermanos y hermanas. Esta comunión de vida con Jesús es el "lugar"
privilegiado donde se experimenta la esperanza y donde la vida será
libre y plena."
"Las
vocaciones sacerdotales y religiosas nacen de la experiencia del
encuentro personal con Cristo, del diálogo sincero y confiado con
él, para entrar en su voluntad. Es necesario, pues, crecer en la
experiencia de fe, entendida como relación profunda con Jesús, como
escucha interior de su voz, que resuena dentro de nosotros. Este
itinerario, que hace capaz de acoger la llamada de Dios, tiene lugar
dentro de las comunidades cristianas que viven un intenso clima de
fe, un generoso testimonio de adhesión al Evangelio, una pasión
misionera que induce al don total de sí mismo por el Reino de Dios,
alimentado por la participación en los sacramentos, en particular la
Eucaristía, y por una fervorosa vida de oración. Esta última "debe
ser, por una parte, muy personal, una confrontación de mi yo con
Dios, con el Dios vivo. Pero, por otra, ha de estar guiada e
iluminada una y otra vez por las grandes oraciones de la Iglesia y de
los santos, por la oración litúrgica, en la cual el Señor nos
enseña constantemente a rezar correctamente".
"La
oración constante y profunda hace crecer la fe de la comunidad
cristiana, en la certeza siempre renovada de que Dios nunca abandona
a su pueblo y lo sostiene suscitando vocaciones especiales, al
sacerdocio y a la vida consagrada, para que sean signos de esperanza
para el mundo. En efecto, los presbíteros y los religiosos están
llamados a darse de modo incondicional al Pueblo de Dios, en un
servicio de amor al Evangelio y a la Iglesia, un servicio a aquella
firme esperanza que sólo la apertura al horizonte de Dios puede
dar."
"Por
tanto, ellos, con el testimonio de su fe y con su fervor apostólico,
pueden transmitir, en particular a las nuevas generaciones, el vivo
deseo de responder generosamente y sin demora a Cristo que llama a
seguirlo más de cerca. La respuesta a la llamada divina por parte de
un discípulo de Jesús para dedicarse al ministerio sacerdotal o a
la vida consagrada, se manifiesta como uno de los frutos más maduros
de la comunidad cristiana, que ayuda a mirar con particular confianza
y esperanza al futuro de la Iglesia y a su tarea de evangelización.
Esta tarea necesita siempre de nuevos obreros para la predicación
del Evangelio, para la celebración de la Eucaristía y para el
sacramento de la reconciliación."
"Por
eso, que no falten sacerdotes entregados,
que sepan acompañar a los jóvenes como "compañeros de viaje"
para ayudarles a reconocer, en el camino a veces tortuoso y oscuro de
la vida, a Cristo, camino, verdad y vida; para proponerles con
valentía evangélica la belleza del servicio a Dios, a la comunidad
cristiana y a los hermanos. Sacerdotes que muestren la fecundidad de
una tarea entusiasta, que confiere un
sentido de plenitud a la propia existencia, por estar fundada sobre
la fe en Aquel que nos ha amado en primer lugar."
"Igualmente,
deseo que los jóvenes, en medio de tantas propuestas superficiales y
efímeras, sepan cultivar la atracción hacia los valores, las altas
metas, las opciones radicales, para un servicio a los demás
siguiendo las huellas de Jesús. Queridos jóvenes, no tengáis miedo
de seguirlo y de recorrer con intrepidez los exigentes senderos de la
caridad y del compromiso generoso. Así seréis felices de servir,
seréis testigos de aquel gozo que el mundo no puede dar, seréis
llamas vivas de un amor infinito y eterno, aprenderéis a "dar
razón de vuestra esperanza" .
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