Ciudad
del Vaticano, 16 de diciembre 2012 (VIS).-Después de la visita
pastoral a la parroquia de San Patricio en la colina Prenestina,
Benedicto XVI se ha asomado a mediodía a la ventana de su estudio
para rezar el Ángelus con los fieles reunidos en la Plaza de San
Pedro.
El
Papa ha abordado nuevamente la figura de Juan el Bautista, a quien
el Evangelio de hoy presenta mientras habla a la gente que se dirige
a él en el río Jordán para bautizarse exhortándola a prepararse
a la venida del Mesías. El diálogo entre la multitud que se
pregunta “¿Qué debemos hacer?” y el profeta, se revela “de
gran actualidad”.
La
primera respuesta está dirigida a la muchedumbre. El Bautista dice:
“El que tiene dos túnicas, que le
dé al que no tiene; y el que tiene
alimentos que haga lo mismo”. “Notamos, aquí - ha
explicado el Papa- un criterio de justicia, animado por la caridad.
La justicia pide que se supere el desequilibrio entre quien tiene lo
superfluo y quien carece de lo necesario; la caridad empuja a estar
atento al otro y a salir al encuentro de su necesidad, en lugar de
encontrar justificaciones para defender los propios intereses.
Justicia y caridad no se contraponen; ambas son necesarias y se
completan recíprocamente”.
La
segunda respuesta está dirigida a algunos publicanos, es decir,
recaudadores de impuestos por cuenta de los romanos. “Ya por ese
motivo los publicanos eran despreciados, y también porque, a menudo,
se aprovechaban de su posición para robar. El Bautista no les dice
que cambien de oficio, sino que no exijan nada más de cuanto ha
sido establecido. El profeta, en nombre de Dios, no pide gestos
excepcionales sino, ante todo, el cumplimiento honrado de su propio
deber. El primer paso hacia la vida eterna es siempre la observancia
de los mandamientos; en este caso el séptimo: “No robarás”.
La
tercera respuesta es para los soldados, “otra categoría dotada de
cierto poder y, por tanto, tentada de abusar de él. Juan les dice:
“No hagáis extorsión a nadie (...), y
contentaos con vuestras
pagas”. También aquí, la conversión comienza por la
honradez y el respeto de los demás: una indicación que vale para
todos, especialmente para quien tiene mayores responsabilidades”.
En
todos los diálogos “llama la atención cómo son concretas las
palabras de Juan: desde el momento en que Dios nos juzgará según
nuestras obras es con los comportamientos,
con los que hay que demostrar que se sigue
su voluntad. Y, precisamente por esto, las indicaciones del Bautista
son siempre actuales: también en nuestro mundo tan complejo, las
cosas irían mucho mejor si cada uno observara estas reglas de
conducta”.
Después
de la oración mariana, el Papa, en los saludos en diversos idiomas,
ha recordado que desde el próximo 28 de diciembre y hasta el 2 de
enero, tendrá lugar en Roma el Encuentro europeo de jóvenes,
organizado por la comunidad de Taizé. Benedicto XVI ha agradecido la
disponibilidad de las familias romanas para hospedarlos y, dado que
la afluencia será mayor de la esperada, ha renovado el llamamiento
que ya había dirigido a las parroquias para que otras familias vivan
“esta hermosa experiencia de amistad cristiana”.
A
continuación ha manifestado su cercanía espiritual a cuantos en
Polonia forman parte de la “Obra Natalicia de Ayuda a los Niños”.
“Espero – ha dicho – que esta iniciativa caritativa y
ecuménica, que supone un gesto de ayuda
concreta ofrecida a los necesitados, lleve la alegría a los
corazones de muchos niños. ¡Que la llama de las velas encendidas en
las familias durante la cena de Nochebuena sea el símbolo de esta
iniciativa!. Que Dios recompense la generosidad de los corazones y
que bendiga a todos”.
Por
último ha saludado a los niños de Roma que este domingo acuden a
la Plaza de San Pedro para que el Papa bendiga la figurita del Niño
Jesús que se pone en el Belén.
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