Ciudad
del Vaticano, 10 septiembre 2012
(VIS).-”La historia de Colombia está indeleblemente marcada por la
profunda fe católica de sus gentes, por su amor a la Eucaristía, su
devoción a la Virgen María y el testimonio de caridad de insignes
pastores y laicos. El anuncio del Evangelio ha fructificado entre
ustedes”, dijo el Santo Padre al segundo grupo de obispos de la
Conferencia Episcopal de Colombia, al final de su quinquenal visita
·ad Limina”.
Sin
embargo, los mismo prelados han constatado también “los efectos
devastadores de una creciente secularización, que incide con fuerza
en los modos de vida y trastorna la escala de valores de las
personas, socavando los fundamentos mismos de la fe católica, del
matrimonio, de la familia y de la moral cristiana” A este respecto,
observó el Papa “la infatigable defensa y promoción de la
institución familiar sigue siendo una prioridad pastoral para
ustedes. Por ello, en medio de las dificultades, les invito a no
retroceder en sus esfuerzos y a seguir proclamando la verdad integral
de la familia, fundada en el matrimonio como Iglesia doméstica y
santuario de la vida”.
Benedicto
XVI recordó después que el Plan Global (2012 – 2020) de la
Conferencia Episcopal de Colombia trazaba como objetivo general
“promover procesos de nueva evangelización que formen discípulos
misioneros, animen la comunión eclesial e incidan en la sociedad
desde los valores del Evangelio”. “Acompaño con mi oración este
propósito -dijo- pidiendo a Dios que, al llevarlo a cabo, los
ministros de la Iglesia no se cansen de identificarse con los
sentimientos de Cristo, Buen Pastor, saliendo al encuentro de todos
(...) para ofrecerles la luz de su Palabra. Así, el dinamismo de
renovación interior llevará a sus compatriotas a revitalizar su
amor al Señor, fuente de la que podrán surgir caminos que infundan
una firme esperanza para vivir de manera responsable y gozosa la fe e
irradiarla en cada ambiente”.
A
continuación invitó a los obispos a consagrar “lo mejor de su
ministerio a los presbíteros, diáconos y religiosos que están bajo
su cuidado (...) ayudándoles a discernir la verdad de la llamada de
Dios, para que respondan a ella con generosidad y rectitud de
intención. A este respecto, será oportuno que, siguiendo las
orientaciones del Magisterio, propicien la revisión de los
contenidos y métodos de su formación, con el deseo de que ella
responda a los desafíos de la hora presente y a las necesidades y
urgencias del Pueblo de Dios”.
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