Ciudad
del Vaticano, 9 de septiembre 2012 (VIS).-En el ángelus del
mediodía, Benedicto XVI habló de una palabra que “en su sentido
profundo, resume todo el mensaje y toda la obra de Cristo (...) Esa
palabra es 'effatá', que significa:'ábrete'.”.
El
Papa explicó que Jesús estaba atravesando la zona llamada
Decápolis, entre el litoral de Tiro y Sidón y Galilea, cuando le
llevaron a un sordomudo para que lo curase. Cristo tocó las orejas y
la lengua del sordomudo y, mirando al cielo, pronunció la palabra:
“Effatá”. Inmediatamente pudo oír y hablar. “Gracias a la
intervención de Jesús. (...) ese hombre se 'abrió'; antes estaba
aislado y para él era muy difícil comunicar; la curación fue una
'apertura' a los demás y al mundo; una apertura que, partiendo de
los órganos del oído y de la palabra, alcanzaba a toda la persona y
a su vida: finalmente podía comunicar y, por lo tanto, relacionarse
de un modo nuevo”.
“Todos
sabemos -dijo el Santo Padre a los fieles reunidos en el patio del
palacio apostólico de Castel gandolfo- que la cerrazón del hombre,
su aislamiento no dependen solamente de los órganos de los sentidos.
Hay un cierre interior que atañe al núcleo profundo de la persona y
que la Biblia llama el 'corazón'. Es lo que Jesús vino a 'abrir', a
liberar, para hacernos capaces de vivir plenamente la relación con
Dios y con los demás”.
“Por
eso he dicho que esa palabra 'effatá', 'ábrete', resume en sí toda
la misión de Cristo. El se hizo hombre para que el hombre, a quien
el pecado había hecho sordo y mudo, pueda escuchar la voz de Dios,
la voz del Amor que habla a su corazón y, de esa forma, aprenda a su
vez a hablar con el lenguaje del amor, a comunicar con Dios y con los
demás”.
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