Ciudad
del Vaticano, 8 septiembre 2012
(VIS).-"La mariología a partir del Concilio Vaticano II.
Recepción, balance y perspectivas” es el tema del XXIII Congreso
mariológico internacional cuyos participantes han sido recibido esta
mañana en Castel Gandolfo por el Santo Padre que subrayó la
oportunidad de ese argumento ya que el próximo 11 de octubre cae el
50 aniversario de la asamblea conciliar.
El
Papa, que participó como joven teólogo en el concilio, recordó que
el capítulo VIII de la Constitución dogmática sobre la Iglesia
“Lumen gentium” se titula : “La Bienaventurada Virgen María
Madre de Dios en el misterio de Cristo y de la Iglesia”; un
capítulo que enriqueció ese texto y en el que la figura de María
“-reinterpretada y revivida a partir de la Palabra de Dios, de
los textos de la tradición patrística y litúrgica y de la más
amplia reflexión teológica y espiritual- aparece en toda su
belleza y singularidad y estrechamente insertada en los misterios
fundamentales de la fe cristiana”.
“María,
de quien se subraya sobre todo la fe, está comprendida en el
misterio de amor y de comunión de la Santísima Trinidad; su
cooperación en el plan divino de la salvación y en la única
mediación de Cristo, se expresa claramente y se coloca en la
perspectiva adecuada, haciendo de ella un modelo y un punto de
referencia para la Iglesia, que en Ella se reconoce a sí misma, y
reconoce su vocación y su misión. La piedad popular, desde siempre
dirigida a María, se nutre de referencias bíblicas y patrísticas”,
explicó el Santo Padre.
“Por
supuesto -agregó- el texto conciliar no ha agotado todas las
problemáticas relacionadas con la figura de la Madre de Dios, pero
constituye el horizonte hermenéutico esencial para cualquier
reflexión posterior, tanto de carácter teológico, como puramente
espiritual y pastoral. También representa un valioso punto de
equilibrio, siempre necesario, entre la racionalidad teológica y la
afectividad creyente”.
“La
figura singular de la Madre de Dios debe ser abordada y profundizada
desde perspectivas diferentes y complementarias: mientras permanece
siempre válida y necesaria la 'via veritatis', no se pueden dejar
de recorrer la 'via pulchritudinis' y la 'via amoris' para descubrir
y contemplar todavía con mas hondura la fe cristalina y sólida de
María, su amor por Dios, su esperanza inquebrantable”, concluyó
el pontífice.
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