Ciudad
del Vaticano, 16 septiembre 2012
(VIS).-Después de la entrega de la exhortación apostólica el Papa
pronunció unas palabras antes de rezar el ángelus invocando a
María, Nuestra Señora del Líbano, “en torno a la cual se
encuentran los cristianos y los musulmanes”, e implorando de la
Virgen “el don de la paz para los habitantes de Siria y los países
vecinos”.
“Conocéis
bien la tragedia de los conflictos y de la violencia, que genera
tantos sufrimientos -dijo el Papa a los presentes- Desgraciadamente,
el ruido de las armas continúa escuchándose, así como el grito de
las viudas y de los huérfanos. La violencia y el odio invaden sus
vidas, y las mujeres y los niños son las primeras víctimas. ¿Por
qué tanto horror? ¿Por qué tanta muerte? Apelo a la comunidad
internacional. Apelo a los países árabes de modo que como hermanos,
propongan soluciones viables que respeten la dignidad de toda persona
humana, sus derechos y su religión. Quien quiere construir la paz
debe dejar de ver en el otro un mal que debe eliminar. No es fácil
ver en el otro una persona que se debe respetar y amar, y sin embargo
es necesario, si se quiere construir la paz, si se quiere la
fraternidad”.
“Que
Dios conceda a vuestro país, a Siria y a Oriente Medio -exclamó- el
don de la paz de los corazones, el silencio de las armas y el cese de
toda violencia. Que los hombres entiendan que todos son hermanos.
María, que es nuestra Madre, comprende nuestras preocupaciones y
necesidades. Con los patriarcas y los obispos aquí presentes,
encomiendo a Oriente Medio bajo su materna protección. Que con la
ayuda de Dios nos convirtamos, trabajando con ardor por instaurar la
paz necesaria para una vida armoniosa entre hermanos, no importa su
proveniencia o convicciones religiosas”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario