Ciudad
del Vaticano, 15 de septiembre (VIS).-La basílica greco-melkita de
San Pablo en Harissa acogió ayer por la tarde a Benedicto XVI que
firmó allí la Exhortación Apostólica post-sinodal “Ecclesia in
Medio Oriente”. La basílica forma parte de un complejo que
comprende también un seminario mayor y una “casa de los
escritores” que estudian los textos sagrados y traducen en árabe
los textos del magisterio. Data de 1909 como sede de la nuevamente
constituida “Sociedad de los Misioneros de San Pablo”.
El
Santo Padre fue recibido por el patriarca greco-melkita Su Beatitud
Gregorios III Laham B.S. Después del canto de entrada, según el
rito bizantino, el Papa veneró los iconos custodiados en el templo.
Tras la intervención del arzobispo Nikola Eterovic, secretario
general del Sínodo de los Obispos, se procedió al canto de inicio
según el rito maronita.
Después
de las lecturas Benedicto XVI saludó a los patriarcas, al grupo de
obispos orientales y latinos, así como a las delegaciones
ortodoxas, musulmanas y drusas, a los representantes de mundo de la
cultura y la sociedad civil y a la comunidad greco-melkita.
“La buena convivencia del Islam y el
cristianismo, dos religiones que han contribuido a crear grandes
culturas -dijo el Papa- constituyen la originalidad de la vida
social, política y religiosa del Líbano. Solo es posible alegrarse
por esta realidad que es necesario animar. Confío este deseo a los
responsables religiosos de vuestro país.
“Es
providencial -prosiguió- que este acto tenga lugar precisamente en
el día de la Fiesta de la Cruz gloriosa, cuya celebración nació en
Oriente en el año 335, al día siguiente de la Dedicación de la
Basílica de la Resurrección, construida sobre el Gólgota y el
sepulcro de Nuestro Señor, por el emperador Constantino el Grande,
al que veneráis como santo. Dentro de un mes se celebrará el 1.700
aniversario de la aparición que le hizo ver, en la noche simbólica
de su incredulidad, el crismón resplandeciente, al mismo tiempo que
una voz le decía: 'Con este signo vencerás'”.
“Hay
un vínculo inseparable entre la cruz y la resurrección, que un
cristiano no puede olvidar. Sin este vínculo -subrayó el Santo
Padre- exaltar la cruz significaría justificar el sufrimiento y la
muerte, no viendo en ello más que un fin inevitable. Para un
cristiano, exaltar la cruz quiere decir entrar en comunión con la
totalidad del amor incondicional de Dios por el hombre. Es hacer un
acto de fe. Exaltar la cruz, en la perspectiva de la resurrección,
es desear vivir y manifestar la totalidad de este amor. Es hacer un
acto de amor. Exaltar la cruz lleva a comprometerse a ser heraldos de
la comunión fraterna y eclesial, fuente del verdadero testimonio
cristiano. Es hacer un acto de esperanza”
“Refiriéndose
a la situación actual de las Iglesias en Oriente Medio, los Padres
sinodales han reflexionado sobre los gozos y las penas, los temores y
las esperanzas en esos lugares de los discípulos de Cristo vivo.
Toda la Iglesia ha podido escuchar así el grito lleno de angustia, y
percibir la mirada de desesperación de tantos hombres y mujeres que
se encuentran en situaciones humanas y materiales difíciles, que
viven fuertes tensiones con miedo e inquietud, y que quieren seguir a
Cristo, que da sentido a su existencia, a pesar de que muy a menudo
se ven impedidos de hacerlo”.
“Al
mismo tiempo, la Iglesia ha podido admirar lo que hay de hermoso y de
noble en las Iglesias de estas tierras. Queridos cristianos de
Oriente Medio, ¿cómo no dar gracias a Dios en todo momento por
todos vosotros? (...) ¿Cómo no alabar vuestra fe llena de ánimo?
¿Cómo dejar de agradecer la llama de su amor infinito que vosotros
seguís manteniendo viva y ardiente en estos lugares, que han sido
los primeros en acoger a su Hijo encarnado? ¿Cómo no expresarle
nuestro reconocimiento por los impulsos de comunión eclesial y
fraternal, por la solidaridad humana manifestada sin cesar hacia
todos los hijos de Dios?”.
“Ecclesia
in Medio Oriente nos permite repensar el presente para considerar el
futuro con la misma mirada de Cristo” y “quiere trazar un camino
para encontrar lo esencial: la sequela Christi, en un contexto
difícil y a veces doloroso, un contexto que podría hacer aflorar la
tentación de ignorar u olvidar la cruz gloriosa. Ahora es
precisamente cuando hay que celebrar la victoria del amor sobre el
odio, del perdón sobre la venganza, del servicio sobre el dominio,
de la humildad sobre el orgullo, de la unidad sobre la división. A
la luz de la fiesta de hoy, y con vistas a una aplicación fructífera
de la Exhortación, os invito a todos a no tener miedo, a permanecer
en la verdad y a cultivar la pureza de la fe. Ese es el lenguaje de
la cruz gloriosa: (...) saber convertir nuestro sufrimiento en grito
de amor a Dios y de misericordia para con el prójimo; (...) de saber
transformar también unos seres que se ven combatidos y heridos en su
fe y su identidad, en vasos de arcilla dispuestos para ser colmados
por la abundancia de los dones divinos, más preciosos que el oro. No
se trata de un lenguaje puramente alegórico, sino de un llamamiento
urgente a llevar a cabo actos concretos que configuren cada vez más
con Cristo, unos actos que ayuden a las diferentes Iglesias a
reflejar la belleza de la primera comunidad de creyentes”.
“Ecclesia
in Medio Oriente ofrece elementos que pueden ayudar a un examen de
conciencia personal y comunitario, a una evaluación objetiva del
compromiso y del deseo de santidad de todo discípulo de Cristo. La
Exhortación abre a un verdadero diálogo interreligioso basado en la
fe en Dios Uno y Creador. Quiere también contribuir a un ecumenismo
lleno de fervor humano, espiritual y caritativo, en la verdad y el
amor evangélico”.
“La
Exhortación, en todas y cada una de sus partes, quiere ayudar a cada
discípulo del Señor a vivir plenamente y a transmitir realmente lo
que él ha llegado a ser por el bautismo: (...) un ser iluminado por
Dios, una nueva lámpara en la oscuridad inquietante del mundo(...)
Este documento quiere contribuir a despojar a la fe de lo que la
desfigura, de todo lo que puede oscurecer el esplendor de la luz de
Cristo. La comunión es entonces una verdadera adhesión a Cristo, y
el testimonio es un resplandor del Misterio pascual, que da pleno
sentido a la cruz gloriosa”.
“'No
temas, pequeño rebaño' y acuérdate de la promesa hecha a
Constantino: 'Con este signo vencerás'. Iglesias de Oriente Medio,
no tengáis miedo, pues el Señor está verdaderamente con vosotras
hasta el fin del mundo. No tengáis miedo, pues la Iglesia universal
os acompaña con su cercanía humana y espiritual. Con estos
sentimientos de esperanza y de aliento a ser protagonistas activos de
la fe por la comunión y el testimonio, (...) Que Dios conceda a
todos los pueblos de Oriente Medio vivir en paz, fraternidad y
libertad religiosa”, concluyó Benedicto XVI.
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