CIUDAD DEL VATICANO, 11 ENE 2009 (VIS).-Como es tradicional en la fiesta del Bautismo del Señor, el Papa administró hoy en la Capilla Sixtina el sacramento de la iniciación cristiana a trece niños y niñas.
En la homilía, el Santo Padre afirmó que "el Bautismo es el puente que Dios ha construido entre sí y nosotros, el camino por el que se nos hace accesible; es el arco iris divino sobre nuestra vida, la promesa del gran sí a Dios, la puerta de la esperanza y, al mismo tiempo, el signo que nos indica el camino que hay que recorrer de forma activa y alegre para encontrarlo y sentirnos amados por El".
Con el Bautismo, dijo, "devolvemos a Dios lo que ha venido de Él. El niño no es propiedad de los padres, sino que ha sido confiado por el Creador a su responsabilidad, libremente y de una forma siempre nueva, para que éstos le ayuden a ser un libre hijo de Dios. Sólo cuando los padres sean conscientes de esta realidad lograrán encontrar el justo equilibrio entre la pretensión de poder disponer de los propios hijos como si fueran una propiedad privada, plasmándolos sobre la base de las propias ideas y deseos, y la postura libertaria que se expresa en dejarlos crecer en autonomía plena, satisfaciendo cada uno de sus deseos y aspiraciones, considerando esta la forma adecuada de cultivar su personalidad".
"Si con este sacramento -continuó-, el nuevo bautizado se convierte en hijo adoptivo de Dios, objeto de su amor infinito que lo tutela y defiende de las fuerzas oscuras del maligno, es necesario enseñarle a reconocer a Dios como su Padre y a saberse relacionar con El como un hijo".
Benedicto XVI explicó que cuando "se bautiza a los niños introduciéndolos en la luz de Dios y de sus enseñanzas, no se les hace violencia, sino que se les da la riqueza de la vida divina en la que se enraiza la verdadera libertad que es propia de los hijos de Dios; una libertad que deberá ser educada y formada con el paso de los años, para que sean capaces de tomar decisiones responsables".
Dirigiéndose a los padrinos y madrinas, el Papa les pidió que fueran "conscientes del don recibido" y no dejaran de "dar gracias al Señor que, con el sacramento de hoy introduce a vuestros hijos en una nueva familia, más grande y estable, más abierta y numerosa que la vuestra: me refiero a la familia de los creyentes, a la Iglesia, una familia que tiene a Dios por Padre y en la que todos se reconocen hermanos en Jesucristo".
"Vosotros, por tanto, confiáis hoy a vuestros hijos a la bondad de Dios, que es potencia de luz y de amor; y ellos, a pesar de las dificultades de la vida, no se sentirán nunca abandonados si permanecen unidos a Él. Preocupaos por tanto -terminó- de educarlos en la fe, de enseñarles a rezar y a crecer como hacía Jesús y con su ayuda, "en sabiduría, edad y gracia ante Dios y ante los hombres".
HML/BAUTISMO/CAPILLA SIXTINA VIS 20090112 (520)
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