CIUDAD DEL VATICANO, 14 JUN 2008 (VIS).-A las 15,30, el Papa partió del aeropuerto romano de Ciampino y aterrizó una hora más tarde en el aeropuerto militar de Galatina. Desde allí se trasladó en helicóptero a Punta Rìstola de Santa Maria di Leuca, y de ahí en automóvil al Santuario de Santa María de finibus terrae, donde veneró la imagen de la Virgen.
A las 17,30, Benedicto XVI celebró la Santa Misa en la explanada que se encuentra delante del santuario.
"En este lugar históricamente importante para el culto de la Bienaventurada Virgen María -dijo al inicio de la homilía-, he querido que la liturgia estuviese dedicada a Ella, Estrella del mar y Estrella de la esperanza".
El Papa dijo que "siguiendo la Estrella de María podemos orientarnos en el viaje y mantener la ruta hacia Cristo, especialmente en los momentos oscuros y tempestuosos".
Tras poner de relieve que este lugar, según la tradición, fue evangelizada por el Apóstol Pedro, el Santo Padre señaló que "la fe de Pedro y la fe de María se conjugan en este santuario. (...) Ambos os ayudarán -dijo a los miles de fieles presentes-a "recomenzar desde Cristo", a renovar vuestra fe, para que responda a las exigencias de nuestro tiempo".
"María -continuó- os enseña a permanecer siempre a la escucha del Señor en el silencio de la oración, a acoger con generosa disponibilidad su palabra con el profundo deseo de ofreceros a Dios, vuestra vida concreta".
Refiriéndose a san Pedro, Benedicto XVI aseguró que "él os enseñará a sentir y a creer con la Iglesia, sólidos en la fe católica; os conducirá a desear la pasión por la unidad, la comunión, la alegría de caminar junto con los pastores; y al mismo tiempo, os hará partícipes del ansia de la misión, de compartir el Evangelio con todos, de hacerlo llegar hasta los extremos confines de la tierra".
"El nombre de este lugar santo -De finibus terrae- es -dijo- muy bello y sugestivo; (...) nos recuerda que la Iglesia no tiene confines, es universal. (...) La Iglesia que está en la región de la Apulia posee una especial vocación para ser puente entre pueblos y culturas".
En este sentido, el Papa subrayó que "no vale para nada lanzarse hasta los confines de la tierra si antes no se quiere y no se ayuda a los demás en la comunidad cristiana. (...) En un contexto que tiene a incentivar cada vez más el individualismo, el primer servicio de la Iglesia es educar al sentido social, a la atención al prójimo, a la solidaridad y a compartir".
"Aquí, en el Salento, como en todo el sur de Italia -concluyó-, las comunidades eclesiales son lugares donde las generaciones jóvenes pueden aprender la esperanza, no como una utopía, sino como confianza tenaz en la fuerza del bien".
Terminada la celebración eucarística, el Papa se dirigió al helipuerto de Punta Rìstola y tras media hora de vuelo aterrizó en el Puerto de Brindisi.
PV-ITALIA/MISA/SANTA MARIA DI LEUCA VIS 20080616 (500)
A las 17,30, Benedicto XVI celebró la Santa Misa en la explanada que se encuentra delante del santuario.
"En este lugar históricamente importante para el culto de la Bienaventurada Virgen María -dijo al inicio de la homilía-, he querido que la liturgia estuviese dedicada a Ella, Estrella del mar y Estrella de la esperanza".
El Papa dijo que "siguiendo la Estrella de María podemos orientarnos en el viaje y mantener la ruta hacia Cristo, especialmente en los momentos oscuros y tempestuosos".
Tras poner de relieve que este lugar, según la tradición, fue evangelizada por el Apóstol Pedro, el Santo Padre señaló que "la fe de Pedro y la fe de María se conjugan en este santuario. (...) Ambos os ayudarán -dijo a los miles de fieles presentes-a "recomenzar desde Cristo", a renovar vuestra fe, para que responda a las exigencias de nuestro tiempo".
"María -continuó- os enseña a permanecer siempre a la escucha del Señor en el silencio de la oración, a acoger con generosa disponibilidad su palabra con el profundo deseo de ofreceros a Dios, vuestra vida concreta".
Refiriéndose a san Pedro, Benedicto XVI aseguró que "él os enseñará a sentir y a creer con la Iglesia, sólidos en la fe católica; os conducirá a desear la pasión por la unidad, la comunión, la alegría de caminar junto con los pastores; y al mismo tiempo, os hará partícipes del ansia de la misión, de compartir el Evangelio con todos, de hacerlo llegar hasta los extremos confines de la tierra".
"El nombre de este lugar santo -De finibus terrae- es -dijo- muy bello y sugestivo; (...) nos recuerda que la Iglesia no tiene confines, es universal. (...) La Iglesia que está en la región de la Apulia posee una especial vocación para ser puente entre pueblos y culturas".
En este sentido, el Papa subrayó que "no vale para nada lanzarse hasta los confines de la tierra si antes no se quiere y no se ayuda a los demás en la comunidad cristiana. (...) En un contexto que tiene a incentivar cada vez más el individualismo, el primer servicio de la Iglesia es educar al sentido social, a la atención al prójimo, a la solidaridad y a compartir".
"Aquí, en el Salento, como en todo el sur de Italia -concluyó-, las comunidades eclesiales son lugares donde las generaciones jóvenes pueden aprender la esperanza, no como una utopía, sino como confianza tenaz en la fuerza del bien".
Terminada la celebración eucarística, el Papa se dirigió al helipuerto de Punta Rìstola y tras media hora de vuelo aterrizó en el Puerto de Brindisi.
PV-ITALIA/MISA/SANTA MARIA DI LEUCA VIS 20080616 (500)
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