CIUDAD DEL VATICANO, 11 NOV 2006 (VIS).-Al concluir el encuentro de los prelados de la Conferencia Episcopal de Suiza con el Papa y con los jefes de algunos dicasterios de la Curia Romana, Benedicto XVI pronunció la tarde del 9 de noviembre un discurso que se ha hecho público hoy.
Hablando de la fe, el Papa afirmó que "no hay que permitir que se "vacíe" debido a las numerosas discusiones sobre temas poco importantes, sino que hay que (...) poner siempre de relieve su grandeza. (...) Sobre todo, es importante cuidar la relación personal con Dios, con aquel Dios que se ha mostrado a nosotros en Cristo".
"Dios -continuó- es "Spiritus creator", es "Logos", es razón. Por eso, nuestra fe es una cosa que tiene que ver con la razón y puede ser transmitida mediante la razón y no debe esconderse ante ella, ni siquiera a la de nuestro tiempo. (...) Esta razón tiene un corazón, hasta el punto que puede renunciar a la propia inmensidad y hacerse carne. Y solo en esto, está la última y verdadera grandeza de nuestra concepción de Dios. Dios no es una hipótesis filosófica, no es algo que "quizá" existe, sino que lo conocemos y El nos conoce. Y podemos conocerlo cada vez mejor si permanecemos en conversación con El".
El Santo Padre señaló que por ese motivo "una tarea fundamental de la pastoral es enseñar a rezar y aprender a hacerlo personalmente". En este sentido se refirió a la importancia de "multiplicar las escuelas de oración, de rezar juntos, donde se puede aprender la oración personal en todas sus dimensiones".
"Este íntimo estar con Dios y por tanto la experiencia de su presencia es lo que nos hace experimentar, siempre de nuevo, la grandeza del cristianismo y también nos ayuda a superar todas las pequeñeces; y debe ser vivido -un día tras otro, sufriendo y amando, en la alegría y en la tristeza- y ser realizado".
Otro de los temas de reflexión del Santo Padre fue la moral. "Escucho, a menudo, que las personas sienten nostalgia de Dios, de espiritualidad, de religión y que se vuelve a ver en la Iglesia una interlocutora posible, de la que es posible recibir algo en esta materia. (...) Lo que a la gente le resulta en cambio muy difícil es la moral que la Iglesia proclama. He reflexionado mucho (...) y veo cada vez más claro que en nuestra época es cómo si la moral se hubiera dividido en dos partes. No es que la sociedad moderna sea sencillamente una sociedad sin moral, sino que ha "descubierto" y reivindica otra parte de la moral que en el anuncio de la Iglesia de las últimas décadas (...) no se ha propuesto suficientemente. Son los grandes temas de la paz, de la no violencia, de la justicia para todos, de la atención a los pobres y del respeto de la creación".
"Todo ello -dijo- se ha convertido en un sistema ético que, como fuerza política, tiene un gran poder y constituye para muchos la sustitución o la sucesión de la religión. En lugar de la religión, que se considera metafísica y tema del más allá -quizá como algo personal- se abren paso los grandes temas morales como el argumento esencial que confiere al ser humano dignidad".
"La otra parte de la moral que, con frecuencia, la política percibe de forma controvertida, se refiere a la vida. De ella forma parte el compromiso por la vida, desde la concepción a la muerte, es decir, su defensa contra el aborto, la eutanasia, la manipulación y la autolegitimación del ser humano para disponer de la vida. A menudo se intenta justificar estas intervenciones con los aparentes grandes objetivos de poder ser útiles a las generaciones futuras".
"En este contexto se sitúa también la moral del matrimonio y la familia. Es como si el matrimonio se marginase cada vez más. Conocemos el ejemplo de algunos países donde se han introducido modificaciones jurídicas por las que el matrimonio ya no se define como la unión entre hombre y mujer, sino como una unión entre personas; de esa forma se destruye la idea de fondo y la sociedad, partiendo de sus raíces, se transforma en algo completamente diverso".
"La conciencia de que sexualidad, eros y matrimonio, como unión entre hombre y mujer van juntos (...) se atenúa cada vez más: cualquier tipo de unión parece absolutamente normal y todo esto se presenta como una especie de moralidad de la no discriminación y un modo de libertad debido al ser humano. Así la indisolubilidad del matrimonio se ha transformado en una idea casi utópica". Por otra parte, "para el problema de la disminución impresionante del porcentaje de natalidad hay muchas explicaciones, pero seguramente juega un papel decisivo el hecho de que (...) las personas se fían poco del futuro y (...) la familia como comunidad duradera se considera poco realizable".
"En estos ámbitos, nuestro anuncio se encuentra con una conciencia contraria por parte de la sociedad, (...) con una especie de antimoralidad que se apoya sobre una concepción de la libertad vista como facultad de elegir de forma autónoma sin orientaciones predefinidas, como no discriminación, por tanto, como aprobación de cualquier tipo de posibilidad (...) de modo éticamente correcto".
"Pero la otra conciencia no ha desaparecido. Existe y creo que debemos emplearnos a fondo para ligar estas dos partes de la moralidad y mostrar claramente que van inseparablemente unidas. (...) Creo que tenemos una gran tarea: por un lado, hacer que el cristianismo no aparezca como un simple moralismo, sino como un don en el que se nos da el amor que nos sostiene (...). Por otra, en este contexto de amor donado, hay que progresar hacia hechos concretos, cuyo fundamento nos lo ofrece siempre el Decálogo que, con Cristo y la Iglesia, debemos leer en este tiempo de manera nueva y progresiva".
AC/OBISPOS SUIZOS/... VIS 20061113 (900)
Hablando de la fe, el Papa afirmó que "no hay que permitir que se "vacíe" debido a las numerosas discusiones sobre temas poco importantes, sino que hay que (...) poner siempre de relieve su grandeza. (...) Sobre todo, es importante cuidar la relación personal con Dios, con aquel Dios que se ha mostrado a nosotros en Cristo".
"Dios -continuó- es "Spiritus creator", es "Logos", es razón. Por eso, nuestra fe es una cosa que tiene que ver con la razón y puede ser transmitida mediante la razón y no debe esconderse ante ella, ni siquiera a la de nuestro tiempo. (...) Esta razón tiene un corazón, hasta el punto que puede renunciar a la propia inmensidad y hacerse carne. Y solo en esto, está la última y verdadera grandeza de nuestra concepción de Dios. Dios no es una hipótesis filosófica, no es algo que "quizá" existe, sino que lo conocemos y El nos conoce. Y podemos conocerlo cada vez mejor si permanecemos en conversación con El".
El Santo Padre señaló que por ese motivo "una tarea fundamental de la pastoral es enseñar a rezar y aprender a hacerlo personalmente". En este sentido se refirió a la importancia de "multiplicar las escuelas de oración, de rezar juntos, donde se puede aprender la oración personal en todas sus dimensiones".
"Este íntimo estar con Dios y por tanto la experiencia de su presencia es lo que nos hace experimentar, siempre de nuevo, la grandeza del cristianismo y también nos ayuda a superar todas las pequeñeces; y debe ser vivido -un día tras otro, sufriendo y amando, en la alegría y en la tristeza- y ser realizado".
Otro de los temas de reflexión del Santo Padre fue la moral. "Escucho, a menudo, que las personas sienten nostalgia de Dios, de espiritualidad, de religión y que se vuelve a ver en la Iglesia una interlocutora posible, de la que es posible recibir algo en esta materia. (...) Lo que a la gente le resulta en cambio muy difícil es la moral que la Iglesia proclama. He reflexionado mucho (...) y veo cada vez más claro que en nuestra época es cómo si la moral se hubiera dividido en dos partes. No es que la sociedad moderna sea sencillamente una sociedad sin moral, sino que ha "descubierto" y reivindica otra parte de la moral que en el anuncio de la Iglesia de las últimas décadas (...) no se ha propuesto suficientemente. Son los grandes temas de la paz, de la no violencia, de la justicia para todos, de la atención a los pobres y del respeto de la creación".
"Todo ello -dijo- se ha convertido en un sistema ético que, como fuerza política, tiene un gran poder y constituye para muchos la sustitución o la sucesión de la religión. En lugar de la religión, que se considera metafísica y tema del más allá -quizá como algo personal- se abren paso los grandes temas morales como el argumento esencial que confiere al ser humano dignidad".
"La otra parte de la moral que, con frecuencia, la política percibe de forma controvertida, se refiere a la vida. De ella forma parte el compromiso por la vida, desde la concepción a la muerte, es decir, su defensa contra el aborto, la eutanasia, la manipulación y la autolegitimación del ser humano para disponer de la vida. A menudo se intenta justificar estas intervenciones con los aparentes grandes objetivos de poder ser útiles a las generaciones futuras".
"En este contexto se sitúa también la moral del matrimonio y la familia. Es como si el matrimonio se marginase cada vez más. Conocemos el ejemplo de algunos países donde se han introducido modificaciones jurídicas por las que el matrimonio ya no se define como la unión entre hombre y mujer, sino como una unión entre personas; de esa forma se destruye la idea de fondo y la sociedad, partiendo de sus raíces, se transforma en algo completamente diverso".
"La conciencia de que sexualidad, eros y matrimonio, como unión entre hombre y mujer van juntos (...) se atenúa cada vez más: cualquier tipo de unión parece absolutamente normal y todo esto se presenta como una especie de moralidad de la no discriminación y un modo de libertad debido al ser humano. Así la indisolubilidad del matrimonio se ha transformado en una idea casi utópica". Por otra parte, "para el problema de la disminución impresionante del porcentaje de natalidad hay muchas explicaciones, pero seguramente juega un papel decisivo el hecho de que (...) las personas se fían poco del futuro y (...) la familia como comunidad duradera se considera poco realizable".
"En estos ámbitos, nuestro anuncio se encuentra con una conciencia contraria por parte de la sociedad, (...) con una especie de antimoralidad que se apoya sobre una concepción de la libertad vista como facultad de elegir de forma autónoma sin orientaciones predefinidas, como no discriminación, por tanto, como aprobación de cualquier tipo de posibilidad (...) de modo éticamente correcto".
"Pero la otra conciencia no ha desaparecido. Existe y creo que debemos emplearnos a fondo para ligar estas dos partes de la moralidad y mostrar claramente que van inseparablemente unidas. (...) Creo que tenemos una gran tarea: por un lado, hacer que el cristianismo no aparezca como un simple moralismo, sino como un don en el que se nos da el amor que nos sostiene (...). Por otra, en este contexto de amor donado, hay que progresar hacia hechos concretos, cuyo fundamento nos lo ofrece siempre el Decálogo que, con Cristo y la Iglesia, debemos leer en este tiempo de manera nueva y progresiva".
AC/OBISPOS SUIZOS/... VIS 20061113 (900)
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