CIUDAD DEL VATICANO, 29 MAR 2002 (VIS) - Como es habitual el Viernes Santo, Juan Pablo II confesó en la basílica de San Pedro, presidió la Pasión del Señor a las 17,00 y poco después de las 21,00 presidió también el Via Crucis del Coliseo.
Hacia mediodía, el Papa entró en la basílica de San Pedro en una plataforma móvil, confesó a nueve personas de diversas nacionalidades y saludó después a algunos fieles que se encontraban a esa hora en la basílica vaticana.
A las 17,00 regresó a San Pedro y presidió la celebración de la Pasión del Señor, durante la cual el padre Raniero Cantalamessa, O.F.M.Cap., predicador de la Casa Pontificia, pronunció la homilía. La liturgia prosiguió con las oraciones de los fieles, la adoración de la Cruz y la santa comunión.
Poco después de las 21,00 comenzó el Via Crucis en el Coliseo. El Papa, sentado en una silla en la colina Palatina que domina el monumento, presidió la celebración en la que participaron unas 30.000 personas. Este año las meditaciones del Via Crucis han sido escritas por 14 periodistas de diez naciones, acreditados en el Vaticano.
Durante las 13 primeras estaciones llevó la cruz el cardenal Camillo Ruini, vicario de Roma, y a continuación fieles de Italia, Madagascar, Mongolia, Colombia y Tierra Santa. Al acabar la decimotercera estación un padre franciscano de Tierra Santa entregó la Cruz a Juan Pablo II que, a pesar de los dolores provocados por la artrosis de la rodilla y cuyo sufrimiento era patente, sostuvo la cruz durante las lecturas y meditaciones de la estación decimocuarta.
Al final, en vez de leer un texto ya preparado, el Santo Padre dirigió a la multitud, visiblemente conmovida, unas palabras improvisadas: una meditación personal sobre la muerte de Cristo en la cruz, intercalada con numerosas frases en latín.
"Caminamos en esta jornada de Viernes Santo cerca del Gólgota -dijo- cerca de la tumba abierta, de la tumba vacía, con gran esperanza. Mañana, Sábado Santo, es el día del silencio, de la atención misteriosa a la manifestación del misterio de la Resurrección. (...) El que fue crucificado y sepultado surgir de la tumba. (...) Y nosotros lo esperaremos el domingo por la mañana, como vencedor de la muerte, como Salvador del mundo".
JPII-SEMANA SANTA;VIERNES SANTO;...;...;VIS;20020403;380;
Hacia mediodía, el Papa entró en la basílica de San Pedro en una plataforma móvil, confesó a nueve personas de diversas nacionalidades y saludó después a algunos fieles que se encontraban a esa hora en la basílica vaticana.
A las 17,00 regresó a San Pedro y presidió la celebración de la Pasión del Señor, durante la cual el padre Raniero Cantalamessa, O.F.M.Cap., predicador de la Casa Pontificia, pronunció la homilía. La liturgia prosiguió con las oraciones de los fieles, la adoración de la Cruz y la santa comunión.
Poco después de las 21,00 comenzó el Via Crucis en el Coliseo. El Papa, sentado en una silla en la colina Palatina que domina el monumento, presidió la celebración en la que participaron unas 30.000 personas. Este año las meditaciones del Via Crucis han sido escritas por 14 periodistas de diez naciones, acreditados en el Vaticano.
Durante las 13 primeras estaciones llevó la cruz el cardenal Camillo Ruini, vicario de Roma, y a continuación fieles de Italia, Madagascar, Mongolia, Colombia y Tierra Santa. Al acabar la decimotercera estación un padre franciscano de Tierra Santa entregó la Cruz a Juan Pablo II que, a pesar de los dolores provocados por la artrosis de la rodilla y cuyo sufrimiento era patente, sostuvo la cruz durante las lecturas y meditaciones de la estación decimocuarta.
Al final, en vez de leer un texto ya preparado, el Santo Padre dirigió a la multitud, visiblemente conmovida, unas palabras improvisadas: una meditación personal sobre la muerte de Cristo en la cruz, intercalada con numerosas frases en latín.
"Caminamos en esta jornada de Viernes Santo cerca del Gólgota -dijo- cerca de la tumba abierta, de la tumba vacía, con gran esperanza. Mañana, Sábado Santo, es el día del silencio, de la atención misteriosa a la manifestación del misterio de la Resurrección. (...) El que fue crucificado y sepultado surgir de la tumba. (...) Y nosotros lo esperaremos el domingo por la mañana, como vencedor de la muerte, como Salvador del mundo".
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