Ciudad
del Vaticano, 19 de diciembre de 2015 (Vis).-El Papa Francisco abrió
ayer tarde otra Puerta Santa que no está en ninguna iglesia ni
catedral. Fue la puerta de la entrada al albergue de Caritas en la
estación Termini de Roma, donde encuentran acogida y ayuda las
personas más frágiles de la sociedad. Esa puerta, en el albergue
titulado a su fundador, el sacerdote Luigi Di Liegro, ahora se llama
Puerta de la Caridad y, pasando a través de ella, el Papa encontró
esperándole en el comedor dedicado a san Juan Pablo II a doscientos
hombres y mujeres, acompañados de los voluntarios del Centro, para
los celebró la santa misa y pronunció una homilía en la que
reafirmó que el camino de la salvación no pasa por el poder y que
el Cielo no se compra con el dinero.
''Dios
viene a salvarnos, y no encuentra mejor manera de hacerlo que
caminar con nosotros, haciendo nuestra vida -dijo Francisco- Y el
momento de elegir el camino, de cómo hacer su vida, no elige una
gran ciudad de un gran imperio, no elige por madre una princesa, una
condesa,una persona importante, no elija una lujosa mansión. Parece
que todo está hecho intencionalmente casi en secreto. María era una
chica que no tenía más de 16 o 17 años, en una remota aldea en las
afueras del Imperio Romano , que probablemente no conocía nadie.
José era un chico que la amaba y que quería casarse con ella, un
carpintero que se ganaba el pan de cada día. En total simplicidad...
Y luego, el repudio ... - porque estaban comprometidos, y en una
aldea tan pequeña... ya sabéís como son las habladurías. Y José
se dio cuenta de que estaba embarazada, pero él era justo. Todo en
secreto, a pesar de la calumnia y los chismes. Y el ángel explicó
en sueños el misterio a José: "Ese hijo que tu novia lleva
dentro es obra de Dios, es obra del Espíritu Santo. Y cuando
José se despertó, hizo lo que había ordenado el ángel del Señor,
y fue donde estaba María y la tomó en matrimonio. Pero todo en
secreto, todo humilde. Las grandes ciudades del mundo no sabían
nada. Y así es Dios entre nosotros. Si quieres encontrar a Dios,
búscalo en la humildad, búscalo en la pobreza, búscalo dónde
está escondido: entre los más necesitados, entre los enfermos, los
hambrientos, los encarcelados''.
''Y
Jesús cuando habla de la vida, nos explica también como será
nuestri juicio. No dice: Tú, ven conmigo porque... eres un
benefactor de la Iglesia. Ven al Cielo. No. La entrada del cielo no
se paga con dinero. No dirá: Tú eres muy importante, has estudiado
mucho y llevas muchas condecoraciones: ven al Cielo. No. Las
condecoraciones no abren las puertas del Cielo. ¿Qué dirá Jesús
para abrirnos la puerta del Cielo?: "Tuve hambre y me disteis
de comer; estaba en la calle y me disteis una casa; estuve enfermo,
y vinisteis a verme; estuve en la cárcel y vinisteis a verme: Jesús
es la humildad''.
''El
amor de Jesús es grande -exclamó el Papa- Por eso hoy, al abrir
esta Puerta Aanta, quisiera que el Espíritu Santo abriera el
corazón de todos los romanos, y les mostrase cual es el camino de
la salvación. No es el lujo, no es el camino de las grandes
riquezas, no es el camino del poder. Es el camino de la humildad. Y
los pobres, los enfermos, los encarcelados - Jesús dice todavía
más - los más pecadores si se arrepienten, nos precederán en el
Cielo. Ellos tienen la llave. El que hace la caridad es el que se
deja abrazar por la misericordia del Señor.
''Hoy
abrimos esta Puerta y pedimos dos cosas. En primer lugar, que el
Señor abra la puerta de nuestro corazón a todos. Todos lo
necesitamos, todos somos pecadores, todos necesitamos oír la Palabra
del Señor y que la Palabra del Señor venga. En segundo lugar, que
el Señor nos haga entender que el camino de la presunción, el
camino de la riqueza, el camino de la vanidad, el camino del orgullo,
no son caminos de salvación. Que el Señor nos haga comprender que
su caricia del Padre, su misericordia, su perdón, es cuando nos
acercamos a los que sufren, a los que son rechazados en la sociedad:
allí está Jesús. Esta Puerta, que es la Puerta de la Caridad, la
Puerta donde son asistidos tantos descartados,nos haga entender que
sería bueno que cada uno de nosotros, cada uno de los romanos, se
sintiera rechazado, y sintiera la necesidad de Dios. Hoy rezamos por
Roma , por todos los habitantes de Roma, por todos, empezando por mí,
para que el Señor nos dé la gracia de sentirnos descartados; porque
nosotros no tenemos ningún mérito: sólo Él nos da la misericordia
y la gracia. Y para acercanos a esa gracia debemos acercarnos a los
descartados, los pobres, a los que más lo necesitan, porque sobre
esta cercanía todos seremos juzgados''.
''¡Que
el Señor hoy, abriendo esta puerta, conceda esta gracia a toda
Roma, a todos los habitantes de Roma, para caminar en ese abrazo de
misericordia, donde el padre toma al hijo herido, pero el herido es
el padre: Dios está herido de amor y por eso es capaz de
salvarnos a todos. Que el Señor nos dé esta gracia!'', finalizó el
Obispo de Roma.
Después
de la Misa, el Papa saludó a los participantes y les recordó que la
Navidad se acercaba y el Señor estaba ya cerca.''Pero cuando nació,
en aquel pesebre, nadie se dio cuenta de que era Dios. Esta Navidad
-dijo- quisiera que el Señor naciera en el corazón de cada uno de
nosotros... escondido, como si nadie se diera cuenta, pero que
estuviera. Esto es lo que os deseo, esta cercanía del Señor. Rezad
por mí, que yo rezo por vosotros''.
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