Ciudad
del Vaticano, 5 de diciembre de 2015 (Vis).-Una educación a la
plenitud de la humanidad. Es la que para el Papa Francisco debe
caracterizar a las escuelas católicas, como ha dicho esta mañana a
los miembros de la Asociación de Padres de las Escuelas Católicas
en Italia (AGESC) recibiéndoles en audiencia en la Sala Clementina.
''Hablar de educación católica equivale a hablar de humano, de
humanismo -subrayó- de una educación inclusiva que de espacio a
todos y no seleccione de forma elitista a los destinatarios de su
esfuerzo''.
''Vuestra
asociación -continuó- está al servicio de la escuela y la familia,
contribuyendo a la delicada tarea de construir puentes entre la
escuela y el territorio, entre la escuela y el hogar, entre la
escuela y las instituciones civiles...Como padres, sois depositarios
del deber y del derecho primario e inalienable de educar a vuestros
hijos, contribuyendo de forma positiva y constante a la tarea de la
escuela. Os corresponde el derecho de solicitar una educación
conveniente para vuestros hijos, una educación integral y abierta a
los valores humanos y cristianos más auténticos. Y también os
corresponde aseguraros de que la escuela esté a la altura de la
tarea que se le ha confiado, en particular, cuando la educación que
propone se presenta como "católica". ¡Pido al Señor que
la escuela católica no de nunca por sentado el significado de este
adjetivo!''.
''¿Cuáles
son los requisitos para que una escuela sea verdaderamente
católica?'', se preguntó el Papa, proponiendo entre ellos la
''transmisión de una cultura integral, no ideológica'', o el
''fomento de la armonía en la diversidad''. Pero, dijo a los
miembros de la AGESC: ''¿Cómo se puede aplicar esto en la
práctica? No es un desafío fácil''. En este sentido, invitó a
los padres de alumnos de escuelas católicas a construir puentes
entre la escuela y la sociedad y a ''no escapar nunca de la necesidad
de construir una comunidad educativa en la que, junto con los
profesores, los diversos actores y los estudiantes sean también
protagonistas del proceso educativo''.
''No
estéis fuera de este mundo , sino vivos como la levadura en la masa
-recalcó- La invitación que os dirijo es sencilla pero audaz:
sabed hacer la diferencia con una formación de calidad. Encontrad
los medios para no pasar desapercibidos detrás de las bambalinas de
la sociedad y de la cultura sin despertar clamor, ni trufar vuestros
proyectos de retórica. Distinguíos por vuestra atención constante
a las personas, especialmente a los últimos, a los descartados, a
los rechazados , a los olvidados. Que nunca se os distinga por la
"fachada", sino por una coherencia educativa arraigada
en la visión cristiana del hombre y de la sociedad''. Igualmente
recordó que en un momento en que la crisis económica ha comportado
también el cierre de escuelas privadas, ''la tentación de los
"números" es más fuerte insistencia, y con ella la de.
desaliento. Pero a pesar de todo, repito: la diferencia se hace con
la calidad de vuestra presencia, y no con la cantidad de recursos
que se pueden poner sobre el tapete''.
''No
vendáis nunca los valores humanos y cristianos que testimoniáis en
la familia, en la escuela, en la sociedad. Aportad generosamente
vuestra contribución para que la escuela católica no se convierta
en un "repliegue", o en una alternativa insignificante
entre las diferentes instituciones educativas. Colaborad para que la
educación católica tenga el rostro del nuevo humanismo... Esforzaos
por garantizar que las escuelas católicas estén verdaderamente
abiertas a todos'', concluyó el Santo Padre.
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