Ciudad
del Vaticano, 25 de octubre (VIS).- El Santo Padre ha celebrado esta
mañana en la basílica de San Pedro la santa msa por la conclusión
de la XIV Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos. El
Papa en su homilía meditó sobre las tres lecturas del día que nos
presentan la compasión y la paternidad de Dios, reveladas en Jesús.
''El
profeta Jeremías, -dijo- en pleno desastre nacional, mientras el
pueblo estaba deportado por los enemigos, anuncia que el Señor ha
salvado a su pueblo, ha salvado al resto de Israel. Y ¿por qué lo
hizo? Porque él es Padre, y como Padre cuida de sus hijos, los
acompaña en el camino, sostiene a los ciegos y cojos, lo mismo
preñadas que paridas. Su paternidad les abre una vía accesible, una
forma de consolación después de tantas lágrimas y tantas
amarguras. Si el pueblo permanece fiel, si persevera en buscar a Dios
incluso en una tierra extranjera, Dios cambiará su cautiverio en
libertad, su soledad en comunión: lo que hoy siembra el pueblo con
lágrimas, mañana lo cosechará con la alegría''.
''Con
el Salmo, también nosotros hemos expresado la alegría, que es fruto
de la salvación del Señor: ''La boca se nos llenaba de risas, la
lengua de cantares''. El creyente es una persona que ha experimentado
la acción salvífica de Dios en la propia vida. Y nosotros, los
pastores, hemos experimentado lo que significa sembrar con fatiga, a
veces llorando, y alegrarnos por la gracia de una cosecha que siempre
va más allá de nuestras fuerzas y de nuestras capacidades. El
pasaje de la Carta a los Hebreos nos ha presentado la compasión de
Jesús. También él está envuelto en debilidades, para sentir
compasión por quienes yacen en la ignorancia y en el error. Jesús
es el Sumo Sacerdote grande, santo, inocente, pero al mismo tiempo es
el Sumo Sacerdote que ha compartido nuestras debilidades y ha sido
puesto a prueba en todo como nosotros, menos en el pecado. Por eso es
el mediador de la nueva y definitiva alianza que nos da salvación''.
''El
Evangelio de hoy nos remite directamente a la primera Lectura: así
como el pueblo de Israel fue liberado gracias a la paternidad de
Dios, también Bartimeo fue liberado gracias a la compasión de Jesús
que acababa de salir de Jericó. A pesar de que apenas había
emprendido el camino más importante, el que va hacia Jerusalén, se
detiene para responder al grito de Bartimeo. Se deja interpelar por
su petición, se deja implicar en su situación... Jesús muestra que
desea escuchar nuestras necesidades. Quiere un coloquio con cada uno
de nosotros sobre la vida, las situaciones reales, que no excluya
nada ante Dios... Es hermoso ver cómo Cristo admira la fe de
Bartimeo, confiando en él. Él cree en nosotros más de lo que
nosotros creemos en nosotros mismos''.
''Hay
un detalle interesante. Jesús pide a sus discípulos que vayan y
llamen a Bartimeo. Ellos se dirigen al ciego con dos expresiones, que
sólo Jesús utiliza en el resto del Evangelio. Primero le dicen:
''¡Ánimo!'', una palabra que literalmente significa ''ten
confianza, anímate''. La segunda expresión es ''¡levántate!'',
como Jesús había dicho a tantos enfermos, llevándolos de la mano y
curándolos... Los discípulos de Jesús están llamados a esto,
también hoy, especialmente hoy: a poner al hombre en contacto con la
misericordia compasiva que salva. Cuando el grito de la humanidad,
como el de Bartimeo, se repite aún más fuerte, no hay otra
respuesta que hacer nuestras las palabras de Jesús y sobre todo
imitar su corazón. Las situaciones de miseria y de conflicto son
para Dios ocasiones de misericordia. Hoy es tiempo de misericordia''.
''Pero
hay algunas tentaciones para los que siguen a Jesús... Ninguno de
los discípulos se para, como hace Jesús. Siguen caminando, pasan de
largo como si nada hubiera sucedido. Si Bartimeo era ciego, ellos son
sordos: aquel problema no es problema suyo. Este puede ser nuestro
riesgo: ante continuos apuros, es mejor seguir adelante, sin
preocuparse. De esta manera, estamos con Jesús como aquellos
discípulos, pero no pensamos como Jesús... Podemos hablar de él y
trabajar para él, pero vivir lejos de su corazón, que está
orientado a quien está herido. Esta es la tentación: una
''espiritualidad del espejismo... ''
''Una
segunda tentación, la de caer en una ''fe de mapa''. Podemos caminar
con el pueblo de Dios, pero tenemos nuestra hoja de ruta, donde entra
todo: sabemos dónde ir y cuánto tiempo se tarda; todos deben
respetar nuestro ritmo y cualquier inconveniente nos molesta...
Jesús, por el contrario, quiere incluir, especialmente a quienes
están relegados al margen y le gritan. Estos, como Bartimeo, tienen
fe, porque saberse necesitados de salvación es el mejor modo para
encontrar a Jesús...''
''Queridos
hermanos sinodales -finalizó-, hemos caminado juntos. Les doy las
gracias por el camino que hemos compartido con la mirada puesta en el
Señor y en los hermanos, en busca de las sendas que el Evangelio
indica a nuestro tiempo para anunciar el misterio de amor de la
familia. Sigamos por el camino que el Señor desea. Pidámosle a él
una mirada sana y salvada, que sabe difundir luz porque recuerda el
esplendor que la ha iluminado. Sin dejarnos ofuscar nunca por el
pesimismo y por el pecado, busquemos y veamos la gloria de Dios que
resplandece en el hombre viviente''.
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