Ciudad
del Vaticano, 18 de abril 2015(VIS).-El Santo Padre ha recibido esta
mañana, en visita de Estado, al Presidente de la República
Italiana, Sergio Mattarella. Una visita efectuada apenas dos meses
después de su elección y que como señaló el Pontífice,
''manifiesta las excelentes relaciones entre la Santa Sede e Italia''
y forma parte de una tradición ya larga que ,en particular después
del Concilio. ha visto multiplicarse las ocasiones de encuentro entre
las autoridades italianas y las de la Iglesia universal.
En
el discurso que dirigió al Presidente, el Papa se refirió en primer
lugar al Tratado de Letrán avalado por la Constitución republicana
que constituye un ''sólido marco de referencia dentro del cual se
han desarrollado y fortalecido pacíficamente las relaciones entre
Italia y la Santa Sede, garantizando así la soberanía y la
independencia recíprocas y al mismo tiempo la orientación mutua
hacia la colaboración basada en los valores compartidos y el bien
común''. Por eso es fundamental que esa colaboración se renueve
siempre -distinguiendo los respectivos papeles y competencias y en
el pleno respeto de las funciones de cada uno- con el objetivo de
''aunar los esfuerzos por el bien de todos los ciudadanos, que tienen
derecho a esa concordia , de la que se derivan innumerables
beneficios...De hecho, la autonomía mutua no disminuye, sino que
mejora la responsabilidad común por el ser humano y por las
necesidades espirituales y materiales de la comunidad que todos
tenemos el deber de servir con humildad y dedicación''.
''Un
sano pluralismo -observó Francisco- no se cierra a la contribución
específica de los distintos componentes ideales y religiosos que
forman la sociedad, a condición, por supuesto, de que éstos acepten
los principios fundamentales que rigen la vida civil y no
instrumentalicen o distorsionen sus creencias con fines de violencia
o de abuso . En otras palabras, el desarrollo ordenado de una
sociedad civil y pluralista postula que no se pretenda limitar el
auténtico espíritu religioso solamente a la intimidad de la
conciencia, sino que se reconozca también su significativo papel
en la construcción de la sociedad, legitimando la valiosa
contribución que puede ofrecer''. En ese sentido, la historia de
Italia ''muestra claramente la gran contribución del cristianismo
a la cultura y al carácter de su población, y cuanto la fe
cristiana haya impregnado el arte, la arquitectura y las costumbres
del país''.
El
Papa no olvidó citar que, entre los bienes fundamentales para el
desarrollo de cada comunidad, el trabajo se distingue ''por su
vinculación con la dignidad de las personas y con la posibilidad
de construir una existencia decente y libre'' y subrayó que ''la
falta de empleo para los jóvenes se convierte en un grito de dolor
que interpela a las autoridades públicas, a las organizaciones
intermedias, a los empresarios privados y a la comunidad eclesial,
para que no se escatimen esfuerzos para remediarlo y se de a la
solución de este problema la prioridad que les corresponde''.
Tema
del discurso fue también la defensa del medio ambiente y a este
propósito el Papa habló de la Exposición Universal de Milán,
cuyo tema es : "Alimentar el planeta. Energía para la vida ".
''El evento de la Expo -dijo- será una ocasión importante en la
que se presentarán las tecnologías más modernas para garantizar
una alimentación sana, segura y suficiente para todos los pueblos,
respetando el medio ambiente. Ojalá contribuya también a
profundizar la reflexión sobre las causas de la degradación del
medio ambiente, a fin de proporcionar a las autoridades un marco de
conocimientos y experiencias necesarias para tomar decisiones
efectivas y preservar la salud del planeta que Dios ha confiado al
cuidado del género humano''.
Por
último, el Papa expresó su gratitud por los esfuerzos de Italia
para acoger a los muchos inmigrantes que arriesgando sus vidas,
solicitan acogida. ''Está claro -afirmó- que las proporciones del
fenómeno requieren una participación mucho más amplia. No hay que
cansarse a la hora de solicitar un compromiso más amplio a nivel
europeo e internacional''.
Francisco
concluyó manifestando el deseo de que Italia, ''atesorando sus
nobles tradiciones y su cultura en gran parte inspiradas por la fe
cristiana, progrese y prospere en armonía, ofreciendo lsu valiosa
contribución a la paz y la justicia en el mundo''.
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