Ciudad
del Vaticano, 27 de marzo de 2015.-La solicitud del Papa es constante
por la situación de las familias cristianas y de otros grupos que
son víctimas de la expulsión de sus hogares y de sus pueblos, en
particular en la ciudad de Mosul y en la llanura de Nínive, muchas
de las cuales se han refugiado en la región autónoma del Kurdistán
iraquí. El Santo Padre reza por ellas y espera que regresen y
reanuden su vida en las tierras que son suyas y en los lugares donde,
durante siglos, han vivido y establecido relaciones de buena
convivencia con todos.
En
Semana Santa, que ya está muy cerca, estas familias comparten con
Cristo la injusta violencia de la que son víctimas y participan en
el dolor de Jesús. Para estar a su lado, el cardenal Fernando Filoni
regresa a Iraq en señal de cercanía, de afecto y de unión en la
oración con ellas.
Las
familias de la diócesis de Roma, unidas a su obispo en los
sentimientos de cercanía y solidaridad con las de Iraq, a través de
una colecta especial en las parroquias, les mandan un dulce pascual
(colomba, ''paloma'') para compartir la alegría de la Pascua y como
deseo de bien basado en la fe en la resurrección de Cristo.
El
Santo Padre, además, se hace presente de forma concreta con un signo
de solidaridad tangible. Y, no olvidándose de los sufrimientos de
las familias en el norte de Nigeria, les envia tambien, a través de
la Conferencia Episcopal local un igual signo de solidaridad.
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