Ciudad
del Vaticano, 13 diciembre 2014
(VIS).-El Papa Francisco recibió el pasado viernes en audiencia a un
grupo de dirigentes del Ejército de la Salvación que conoce bien
''por su misión de evangelización y voluntariado''.
''Vuestra
visita -observó- es uno de los buenos frutos de los contactos más
frecuentes y provechosos que se han desarrollado en los últimos años
entre el Ejército de la Salvación y el Consejo Pontificio para la
Promoción de la Unidad de los Cristianos; contactos entre los cuales
hay que recordar una serie de conversaciones teológicas encaminadas
a promover un mejor conocimiento recíproco, el respeto mutuo y una
colaboración regular...Espero de todo corazón que los católicos y
los salvacionistas sigan dando testimonio común de Cristo y del
Evangelio en un mundo que necesita tanto experimentar la misericordia
divina. Católicos y salvacionistas, junto con otros cristianos,
reconocen que los necesitados ocupan un lugar especial en el corazón
de Dios, hasta el punto de que el Señor Jesucristo se hizo pobre por
nosotros. En consecuencia, se encuentran frecuentemente en las mismas
periferias humanas y mi viva esperanza es que la fe común en nuestro
Salvador Jesucristo, el único mediador entre Dios y el ser humano,
se convierta cada vez más en un fundamento sólido de amistad y de
colaboración entre nosotros''.
''Rezo
para que en el mundo de hoy todos los discípulos de Cristo -dijo-
ofrezcan su aportación con la misma convicción y el mismo dinamismo
que el Ejército de la Salvación demuestra en su servicio, apreciado
y devoto. Las diferencias entre católicos y salvacionistas sobre
cuestiones teológicas y eclesiológicas no deben obstaculizar el
testimonio de nuestro amor compartido por Dios y por el prójimo, un
amor capaz de inspirar enérgicos esfuerzos en el compromiso de
restaurar la dignidad de los que viven al margen de la sociedad.
El
Papa concluyó contando una anécdota de cuando a los 4 años -era
1940- paseaba con su abuela por la calle en Buenos Aires. ''En
aquella época la idea era que todos los protestante iban al
infierno... Por la otra acera venían dos mujeres del Ejército de la
Salvación con el sombrero... Me acuerdo, como si fuera hoy, de lo
que dije a mi abuela: ''¿Quienes son esas, monjas, religiosas?''. Y
mi abuela me contestó: ''No, son protestantes; pero buenas''. Y de
esa forma mi abuela, gracias a vuestro buen testimonio, me abrió la
puerta del ecumenismo. El primer sermón ecuménico que escuché fue
delante de vosotros. Gracias''.
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