Ciudad
del Vaticano, 14 de diciembre 2014 (VIS).- Hoy, tercer domingo de
Adviento, conocido como ''domingo de la alegría'' (gaudete) el Papa
Francisco se asomó a la ventana de su estudio para rezar el Ángelus
con los fieles reunidos en la Plaza de San Pedro entre los que se
encontraban numerosos niños que habían traído las figuritas de
Jesús para ponerlas en el Belén después de que el Papa la
bendijese.
Francisco
recordó que después de la vigilancia espiritual el Adviento invita
a otra actitud para preparar el camino a Jesús: la alegría. ''El
corazón del hombre -dijo- desea la alegría. Todos deseamos la
alegría, cada familia, cada pueblo aspira a la felicidad. ¿Pero
cuál es la alegría que el cristiano está llamado a vivir, está
llamado a testimoniar? Es la que viene de la cercanía de Dios, de su
presencia en nuestra vida. Desde que Jesús entró en la historia,
con su nacimiento en Belén, la humanidad recibió el germen del
Reino de Dios, como un terreno que recibe la semilla, promesa de la
futura cosecha. ¡Ya no hace falta buscar en otro lugar! Jesús vino
a traer la alegría a todos y para siempre. No se trata de una
alegría solamente esperada o postergada al Paraíso: aquí en la
tierra estamos tristes pero en el Paraíso seremos dichosos. ¡No,
no! Es una alegría real y que se puede sentir ya desde ahora, porque
Jesús mismo es nuestra alegría, y nuestra casa con Jesús es
alegre''.
Todos
nosotros, los bautizados, los hijos de la Iglesia, estamos llamados
a ''acoger siempre nuevamente la presencia de Dios en medio de
nosotros y a ayudar a los demás a descubrirla, o a redescubrirla en
el caso de que la hubieran olvidado. Se trata de una misión
bellísima, parecida a la de Juan Bautista: orientar la gente hacia
Cristo - ¡no hacia nosotros mismos! – porque es Él la meta hacia
la que tiende el corazón del ser humano cuando busca la alegría y
la felicidad''.
San
Pablo, en la liturgia de hoy, indica las condiciones para ser
misioneros de la alegría: orar con perseverancia, dar siempre
gracias a Dios, secundar su Espíritu, buscar el bien y evitar el
mal. ''Si nuestro estilo de vida será así -aseveró el Papa- la
Buena Nueva podrá entrar en tantas casas y ayudar a las personas y
a las familias a redescubrir que en Jesús está la salvación. En Él
es posible encontrar la paz interior y la fuerza para afrontar cada
día las diversas situaciones de la vida, también aquellas más
pesadas y difíciles. Nunca se ha oído hablar de un santo triste o
de una santa con cara de funeral. Sería un contrasentido. El
cristiano es una persona con el corazón lleno de paz porque sabe
poner su alegría en el Señor también cuando atraviesa los momentos
difíciles de la vida. Tener fe no significa no tener momentos
difíciles, sino tener la fuerza de afrontarlos sabiendo que no
estamos solos. Esta es la paz que Dios da a sus hijos''.
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