Ciudad
del Vaticano, 8 de diciembre 2014 (VIS).-En Gubbio, la ciudad
italiana donde san Francisco amansó el lobo, todos los años en
estas fechas se enciende el árbol de Navidad más grande del mundo.
Situado en las faldas del monte Ingino está formado por partículas
de luz de diverso tipo: 250 puntos luminosos de color verde trazan
una silueta de más de 650 metros de altura dentro de la cual brillan
300 luces de varios colores y en la cima hay una estrella de mil
metros cuadrados, formada por 200 luces blancas. Ayer, 7 de
diciembre, al anochecer el Santo Padre, desde el Vaticano iluminó el
abeto mediante un dispositivo electrónico y mandó un saludo a los
que asistían al acto.
''Os
deseo una Navidad santa y feliz -dijo- Cuando encendemos la luz del
árbol de Navidad, queremos que la luz de Cristo esté en nosotros.
Una Navidad sin luz no es Navidad. Que haya luz en el alma, en el
corazón. Que haya perdón, que no haya enemistades, tinieblas... Que
haya la luz de Jesús que es tan bonita. Es lo que os deseo a todos,
ahora, cuando enciendo la luz del árbol de Navidad. Muchas gracias
por vuestro regalo, es hermoso. Yo también os doy mis mejores deseos
de paz y de felicidad.Si tenéis algo oscuro en el alma, pedid perdón
al Señor. Navidad es una buena oportunidad para dejar limpia el
alma. No tengáis miedo, el cura es misericordioso, perdona a todos
en nombre de Dios, porque Dios lo perdona todo.Que la luz esté en
vuestros corazones, en vuestras familias, en vuestras ciudades. Y
ahora con este deseo, encendamos la luz y que Dios Omnipotente,
Padre, Hijo y Espíritu Santo os bendiga. Feliz Navidad y rezad por
mí''.
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