Ciudad
del Vaticano, 19 noviembre 2014
(VIS).-''Cooperación y desarrollo en la pastoral de las
migraciones'' es el tema del VII Congreso mundial de la Pastoral de
las migraciones organizado por el Consejo Pontificio para la Pastoral
de los Emigrantes e Itinerantes en curso del 17 al 21 de noviembre en
la Universidad Pontificia Urbaniana. La reunión cuenta con la
participación de más de trescientas personas procedentes de 93
países y se articula en torno a tres grandes temas: la diáspora,
los migrantes en cualidad de socio (partner) y la dignidad del
migrante. Además, once conferencias episcopales presentarán a lo
largo del congreso su trabajo pastoral con los emigrantes y al
término del encuentro se elaborará un documento final que servirá
de guía para los próximos cinco años.
En
la sesión inaugural intervinieron el cardenal Antonio Maria Vegliò,
presidente del Pontificio Consejo, el ministro de Interior italiano,
Angelino Alfano y el director general de la Organización
Internacional para las Migraciones (OMI) William Lacy Swing. También
se dio lectura al texto enviado por monseñor Antonio Camilleri,
subsecretario para las Relaciones con los Estados.
El
cardenal Vegliò habló sobre los retos del fenómeno migratorio y
las situaciones de emergencia que interpelan a la comunidad
internacional, subrayando el peligro de que los países de llegada
reciban con hostilidad, desconfianza y prejuicios a los migrantes. Y
como respuesta a esta problemática propuso dos líneas maestras: la
cooperación y el desarrollo que, en la perspectiva específica de la
solicitud pastoral, deben acentuar el aspecto positivo del fenómeno
migratorio.
El
ministro del Interior, Angelino Alfano, reconoció que la migración
constituye una prioridad política e institucional afirmando que
acoger y ayudar a los emigrantes es una decisión responsable que
Europa debe tomar para demostrar, con los hechos, que la salvaguardia
de toda vida humana es el primer deber de un Estado que se defina
civil y demócrata. Por su parte el director general de la OMI
recalcó la prioridad absoluta de acoger a todos los emigrantes y de
salvar cada vida humana individual y reiteró la necesidad de una
cooperación más funcional entre los estados de la Unión Europea
para afrontar mejor las operaciones de salvamento.
Por
último se leyó el discurso de monseñor Camilleri que reafirmaba el
compromiso constante de la Iglesia a la hora de acompañar los países
y los pueblos en los caminos, a menudo dolorosos y llenos de
incógnitas, de la dislocación y recordó la urgencia de combatir
los fenómenos de la criminalidad y la violencia vinculados con la
migración.
Presentando
el Congreso el arzobispo Joseph Kalathiparambil, Secretario del
Pontificio Consejo, recordó que en la diáspora, -cuando los
migrantes dejan atrás a sus familias con la esperanza de enviar
remesas que mejoren su condición económica y social, en vista de
encontrar un día el modo de ayudarlos a emigrar también ellos hacia
el exterior- emerge con fuerza el tema de la familia cuyo cuidado
exige no solo la cooperación entre el país de origen y el de
destino sino la de la Iglesia de origen y la del país que acoge a la
familia migrante.
Refiriéndose
después a los migrantes en cualidad de socios señaló que éstos
contribuyen de modo substancial al bienestar y desarrollo no sólo de
su país de origen sino también al de su país de adopción y
evidenció la necesidad de mejorar la percepción pública de los
migrantes y de la migración. También habló del papel de las
mujeres migrantes cuyo movimiento en el pasado estaba fuertemente
unido a la reunión familiar pero que ahora han pasado a ser
protagonistas y actrices del fenómeno migratorio.
Por
cuanto respecta al último tema, la dignidad del migrante, el
arzobispo hizo hincapié en que se trata de un concepto que deriva
del reconocimiento de que todas las personas fueron creadas a imagen
y semejanza de Dios y que las variantes religiosas, étnicas,
sociales o culturales, la ciudadanía o la falta de ella no cambian
este hecho que da a cada individuo una dignidad y un valor intrínseco
inconmensurable. El prelado cerró su presentación hablando de las
potencialidades de los jóvenes migrantes en la construcción de
puentes de cooperación y comprensión entre las sociedades y las
comunidades eclesiales.
No hay comentarios:
Publicar un comentario