Ciudad
del Vaticano, 5 octubre 2014 (VIS).- Ayer sábado, a las 18 horas en
la Plaza de San Pedro, tuvo lugar una vigilia de oración, promovida
por la Conferencia Episcopal Italiana, por el Sínodo de la familia.
Al evento participaron los padres sinodales y se alternaron momentos
de oración, reflexión y testimonios de vida familiar. A las 19
horas, el Santo Padre se unió a las familias y los fieles a los que
dijo que era ''la hora en la que cada uno vuelve con gusto a su casa
para encontrarse entorno a la mesa, con todos los afectos, del bien
cumplido y recibido, en los encuentros que calientan el corazón y lo
hacen crecer, con el buen vino que anticipa en los días del hombre,
la fiesta sin ocaso. Es también la hora más pesada -continuó- para
quien se encuentra cara a cara con la propia soledad, en el
crepúsculo amargo de los sueños y de los proyectos no realizados:
cuantas personas arrastran los días en el callejón sin salida de la
resignación, del abandono, o peor del rencor. En cuantas casas falta
el vino de la alegría y por lo tanto el sabor -la sabiduría misma-
de la vida... De los unos y de los otros esta noche nos hablamos con
nuestra oración''.
Francisco
habló de ''la comunión de vida asumida por los esposos, su apertura
al don de la vida, el cuidarse recíprocamente, el encuentro y la
memoria de las generaciones, el acompañamiento educativo, la
transmisión de la fe cristiana a los hijos'' y destacó que con todo
esto ''la familia sigue siendo una escuela sin par de la humanidad,
contribución indispensable a una sociedad justa y solidaria. Y
cuando más profundas serán sus raíces, más en la vida será
posible salir e ir lejos, sin perderse ni sentirse extranjeros en
ninguna tierra. Este horizonte nos ayuda a entender la importancia de
la Asamblea sinodal que se abre mañana''.
''Para
buscar lo que el Señor pide hoy a su Iglesia tenemos que escuchar
los latidos de este tiempo y percibir el 'olor' de los hombres de
hoy, hasta quedarnos impregnados de sus alegrías y esperanzas, de
sus tristezas y angustias. A este punto sabremos proponer con
credibilidad la buena noticia sobre la familia''. Antes de finalizar,
el Papa pidió al Espíritu Santo que ofrezca a los padres sinodales
el don de escuchar a Dios y al pueblo, que se confronten con
sinceridad, de manera abierta y fraterna, y que mantengan la mirada
fija en Jesucristo. 'Asimismo añadió que ''con la alegría del
Evangelio encontraremos el pasar de una Iglesia reconciliada y
misericordiosa, pobre y amiga de los pobres; una Iglesia capaz de
''vencer con paciencia y amor las aflicciones y las dificultades que
le vienen, sea de adentro que de afuera''.
No hay comentarios:
Publicar un comentario