Ciudad
del Vaticano, 4 de octubre de 2014 (VIS).-EL SANTO PADRE HA ENVIADO
UN vídeomensaje al Centro Internacional de los Focolares de la
Ciudadela de Loppiano (Italia) con motivo del 50 aniversario de su
fundación por voluntad de Chiara Lubich. El Papa afirma que
Loppiano es una realidad, inspirada en el evangelio de la
fraternidad, que vive al servicio de la Iglesia y del mundo y
constituye un testimonio vivo y eficaz de comunión entre personas de
naciones, culturas y vocaciones diversas que, en la vida cotidiana se
preocupan, ante todo, por mantener la caridad continua y mutua.
BASTA
CON LA GUERRA Y LAS VIOLACIONES DE LOS DERECHOS HUMANOS, afirman los
representantes pontificios en Oriente Medio al final de su encuentro
(2- 4 de octubre) en el Vaticano para discutir de la situación de
los cristianos en esa región. Grave preocupación suscita en ellos
la acción de algunos grupos extremistas, en particular, del llamado
''Estado islámico'', cuyas violencias y abusos no pueden dejar
indiferentes. No se puede callar, ni la comunidad internacional puede
permanecer inerte frente a la masacre de personas a causa de su
pertenencia social o étnica... ni ante el éxodo de miles de
personas y la destrucción de lugares de culto, afirman. Los
participantes en el encuentro han reiterado que es lícito detener al
agresor injusto, siempre en el respeto del derecho internacional. Sin
embargo, no se puede resolver el problema solo con la acción
militar. Hay que afrontarlo en profundidad y partiendo de las causas
que están en su raíz y son explotadas por la ideología
fundamentalista. Un papel importante toca a los líderes religiosos,
cristianos y musulmanes que deben colaborar para favorecer la
comprensión recíproca y denunciar claramente la instrumentalización
de la religión para justificar la violencia. Frente al drama de
tantas personas que han sido obligadas a dejar sus hogares de forma
brutal, los participantes han reafirmado la necesidad de que se
reconozca el derecho de los cristianos y de otros grupos étnicos y
religiosos a permanecer en sus lugares de origen y, en el caso de que
se vean obligados a emigrar, el derecho de regresar en condiciones de
seguridad, con la posibilidad de vivir y trabajar en libertad y con
perspectivas de futuro. Y para ello es necesario, en las
circunstancias actuales, el compromiso tanto de los gobiernos
interesados como de la comunidad internacional. Por último subrayan
que no nos podemos resignar a pensar en Oriente Medio sin los
cristianos que desde hace dos mil años confiesan el nombre de Jesús.
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