Ciudad
del Vaticano, 4 octubre 2014
(VIS).-El cardenal Pietro Parolin, Secretario de Estado, ha celebrado
esta mañana en la Capilla Paolina la santa misa para los
representantes pontificios en Oriente Medio al final de la reunión,
convocada por voluntad del Santo Padre, dedicada a la situación de
los cristianos en esa región. Reproducimos a continuación amplios
extractos de su homilía.
''Hoy
celebramos esta santa Eucaristía con la preocupación por lo que
está sucediendo en algunos países de Oriente Medio. Estamos
profundamente impresionados de ver las crecientes amenazas a la paz y
turbados por la situación de las comunidades cristianas que viven
en los territorios entre Siria e Iraq, controlados por una entidad
que pisotea los derechos y adopta métodos terroristas para intentar
ampliar su poder''.
''Las
comunidades, que desde los tiempos apostólicos habitan esas tierras
se enfrentan, por lo tanto, a situaciones de grave peligro y
persecución abierta, y a menudo se ven obligados a abandonarlo todo
y huir de sus hogares y de su país. Es triste constatar lo activas y
persistentes que pueden ser las fuerzas del mal, y como en algunas
mentes corruptas se haya abierto paso la convicción de que la
violencia y el terror sean métodos que se pueden usar para imponer a
los demás la propia voluntad de poder, disfrazada, incluso de la
pretensión de afirmar una determinada concepción religiosa. Se
trata claramente de una perversión del auténtico sentido religioso
con resultados dramáticos y a la que es necesario responder. La
Iglesia no puede permanecer en silencio frente a las persecuciones
sufridas por sus hijos y la comunidad internacional no puede
permanecer neutral entre los agredidos y el agresor''.
''Protégeme,
oh Dios, porque en ti me refugio". Así reza el salmista. Él,
que no carece de dificultades y opositores violentos, se dirige con
confianza al Señor. Los impíos y sus maquinaciones no lo
aterrorizan, porque sabe que su vida está en las manos de Dios.
Sabe que su verdadera fuerza y seguridad es el Señor que le da paz y
alegría y que está preparando para el un futuro de gozo
definitivo.... Es la alegría de todo fiel cristiano que sabe que la
historia es conducida por la Providencia y que las fuerzas del mal no
prevalecerán''.
''Esta
certeza que nos hace felices, lejos de dejarnos ociosos o de hacernos
espectadores inertes, nos impulsa como individuos y como comunidad
cristiana, como Iglesia, a la oración constante y confiada y a
poner en práctica todas aquellas iniciativas concretas que sirven
para sensibilizar a los gobiernos y a la opinión pública . Nada se
deja de lado en lo que se puede hacer para aliviar las condiciones de
nuestros hermanos sometidos a duras pruebas y para detener la
violencia. La Providencia también quiere servirse de nosotros, de
nuestra libertad y de nuestra laboriosidad y creatividad, de nuestra
iniciativa y de nuestro compromiso cotidiano''.
''Los
cristianos perseguidos y todos los que sufren injustamente deben
reconocer en la Iglesia la institución que los defiende, que reza y
actúa por ellos, que no tiene miedo de decir la verdad,
convirtiéndose en palabra para aquellos que no tienen voz, defensa y
apoyo de los abandonados, de los prófugos, de los discriminados. De
hecho, todo depende de Dios y de su gracia, pero hay que actuar como
si todo dependiera de nosotros, de nuestra oración y nuestra
solidaridad''.
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