Ciudad
del Vaticano, 26 mayo 2014
(VIS).-La sede del Gran Rabinato de Israel, el Centro ''Heichal
Schlomo'', fue el escenario de la visita de cortesía del Papa
Francisco a los dos Grandes Rabinos: Yona Metzger (askenazita) y
Shlomo Amar (sefardita); ambos habían encontrado a Benedicto XVI
durante su peregrinación a Tierra Santa en 2009.
Después
de un breve coloquio privado con los rabinos, Francisco habló a las
personalidades reunidas en el Hechal Schlomo manifestando en primer
su alegría por la calurosa acogida que le habían tributado y
recordó después que, como es sabido, desde que era arzobispo de
Buenos Aires, contó con la amistad de muchos hermanos judíos.
''Juntos
organizamos -rememoró- provechosas iniciativas de encuentro y
diálogo, y con ellos viví también momentos significativos de
intercambio en el plano espiritual. En los primeros meses de
pontificado tuve la ocasión de recibir a diversas organizaciones y
representantes del Judaísmo mundial. Estas peticiones de encuentro
son numerosas, como ya sucedía con mis predecesores. Y, sumadas a
las múltiples iniciativas que se desarrollan a escala nacional o
local, manifiestan el deseo recíproco de conocernos mejor, de
escucharnos, de construir lazos de auténtica fraternidad''.
''Este
camino de amistad -observó- representa uno de los frutos del
Concilio Vaticano II, en particular de la Declaración Nostra aetate,
que tanta importancia ha tenido y cuyo 50º aniversario recordaremos
el próximo año. En realidad, estoy convencido de que cuanto ha
sucedido en los últimos decenios en las relaciones entre judíos y
católicos ha sido un auténtico don de Dios, una de las maravillas
que Él ha realizado, y por las cuales estamos llamados a bendecir su
nombre: “Den gracias al Señor de los Señores, /porque es eterna
su misericordia. / Sólo él hizo grandes maravillas, / porque es
eterna su misericordia” ''
''Un
don de Dios, que, sin embargo, no hubiera podido manifestarse sin el
esfuerzo de muchísimas personas entusiastas y generosas, tanto
judíos como cristianos. En especial, quisiera hacer mención aquí
de la importancia que ha adquirido el diálogo entre el Gran Rabinato
de Israel y la Comisión de la Santa Sede para las relaciones
religiosas con el Judaísmo. Un diálogo que, inspirado por la visita
del santo Papa Juan Pablo II a Tierra Santa, comenzó en 2002 y hoy
ya lleva doce años de recorrido. Me gustaría pensar que, como el
Bar Mitzvah de la tradición judía, está ya próximo a la edad
adulta: confío en que pueda continuar y tenga un futuro luminoso por
delante''.
''No
se trata solamente de establecer, en un plano humano -precisó-
relaciones de respeto recíproco: estamos llamados, como cristianos y
como judíos, a profundizar en el significado espiritual del vínculo
que nos une. Se trata de un vínculo que viene de lo alto, que
sobrepasa nuestra voluntad y que mantiene su integridad, a pesar de
las dificultades en las relaciones experimentadas en la historia. Por
parte católica, ciertamente tenemos la intención de valorar
plenamente el sentido de las raíces judías de nuestra fe. Confío,
con su ayuda, que también por parte judía se mantenga y, si es
posible, aumente el interés por el conocimiento del cristianismo,
también en esta bendita tierra en la que reconoce sus orígenes y
especialmente entre las jóvenes generaciones''.
''El
conocimiento recíproco de nuestro patrimonio espiritual -concluyo-
la valoración de lo que tenemos en común y el respeto en lo que nos
separa, podrán marcar la pauta para el futuro desarrollo de nuestras
relaciones, que ponemos en las manos de Dios. Juntos podremos dar un
gran impulso a la causa de la paz; juntos podremos dar testimonio, en
un mundo en rápida transformación, del significado perenne del plan
divino de la creación; juntos podremos afrontar con firmeza toda
forma de antisemitismo y cualquier otra forma de discriminación. El
Señor nos ayude a avanzar con confianza y fortaleza de ánimo en sus
caminos. ¡Shalom!''.
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