Ciudad
del Vaticano, 25 mayo 2014 (VIS).- A primera hora de la tarde, el
Papa se trasladó a la Basílica de la Natividad. Las primeras
noticias históricas sobre la ''cueva del pesebre de Belén'' se
remontan a Orígenes. En 326, el emperador Constantino mandó
construir sobre el lugar una basílica que recubre la Gruta de la
Natividad con el suelo ligeramente alzado respecto al terreno.
Deteriorada por los incendios y la revuelta de los Samaritanos, se
restauró en el 540. En el 614, los persas de Cosroes II invadieron
la región pero respetaron la basílica que contenía frescos de los
Reyes Magos con vestidos persas. En el 638, los musulmanes entraron
en Belén que pasó a los Cruzados con la entrada de Tancredi en
1099. En 1187 Saladino ocupa Jerusalén y Belén, pero respeta el
santuario. En 1192 el obispo de Salisbury, Hubert Valter, decide
restauras el culto latino en cambio de que los fieles pagaran los
tributos.
En
1347, los Franciscanos consiguen que los otomanos les permitan
oficiar en la Basílica y la posesión de la Gruta y de la Basílica.
En el siglo XVI, inicia el periodo de las disputas por la posesión
del Santuario entre franciscanos y griegos ortodoxos, que cambiaba de
manos según la relación que tuvieran las naciones que apoyaban las
dos comunidades con la Sublime Puerta. Con la derrota y la expulsión
de los Venecianos de Creta en 1669, los ortodoxos son autorizados a
tomar posesión de las Gruta y de la Basílica. Esta última hoy en
día continua siendo de su propiedad, mientras que la Gruta de la
Natividad pasó a los franciscanos en 1690. La Basílica de Santa
Catalina, adyacente a la Basílica de la Natividad, es la parroquia
de los latinos de Belén.
La
propiedad de los distintos Santos Lugares es una cuestión añeja que
enfrenta desde siglos a las comunidades pertenecientes a las tres
religiones monoteístas de Tierra Santa y es una cuestión
''candente'' incluso para las cancillerías internacionales. Al
inicio del siglo XVII, la lucha entre las comunidades bizantinas y
latinas, comienza a sufrir los altibajos de la política
internacional y de las relaciones entre las potencias de la época:
el Sultán de Estambul que consideraba los Santos Lugares cristianos
como propiedad del Estado, de las Repúblicas Marineras italianas que
protegían a los latinos, y el Zar de Rusia, tradicional protector de
la Iglesia ortodoxa. Algunos santuarios en ese momento pasan de una
comunidad a otra, a veces solo sobre la base de las cantidades de
dinero que se ofrecen a la Puerta Sublime. En 1850, una petición
francesa dirigida al Sultán para definir la cuestión provoca un
nuevo enfrentamiento con Rusia; Estambul entonces emite un decreto
que establece el mantenimiento de la situación actual en los
diversos santuarios. El ''Statu quo'' ha congelado prácticamente las
reclamaciones de los franciscanos acerca de las expropiaciones de las
que fueron víctimas durante siglos y que se cobraron gran cantidad
de vidas humanas. Este edicto otomano está aún en vigor hoy en día
y administra la situación de algunos Santuarios como la Gruta de la
Natividad en Belén, el Cenáculo y el Santo Sepulcro en Jerusalén.
Francisco
visitó la Gruta de la Natividad accediendo a ella por un pasaje
interior entre el convento ''Casa Nova'' y la Basílica
greco-ortodoxa y allí permaneció un rato rezando. Luego volvió por
el mismo pasaje a la ''Casa Nova'' donde se fotografió con los
frailes. Desde allí se dirigió al ''Phoenix Center'' de Belén, un
centro que acoge en su interior el campo de refugiados de Dheisheh
que se construyó gracias a una donación que hizo el Papa San Juan
Pablo II en su visita de 2000. El Papa fue recibido en el auditorio
del centro por un centenar de niños llegados de los campos de
refugiados de Dheisheh, Aida y Beit Jibrin. En un ambiente de fiesta
lleno de cantos, un par de niños entregaron al Papa dibujos, cartas
y trabajos manuales. El Santo Padre rezó con los pequeños y antes
de finalizar e impartirles su bendición un niño le leyó una carta
en la que dijo: ''Somos hijos de Palestina. Desde hace 66 años
nuestros padres sufren la ocupación. Hemos abierto nuestros ojos
bajo esta ocupación y hemos visto la nakba en los ojos de nuestros
abuelos cuando han dejado este mundo. Queremos decir al mundo: ¡basta
ya de sufrimientos y humillaciones!.
''No
dejen nunca que el pasado les determine la vida -respondió el Papa-.
Miren siempre adelante, trabajen y luchen por lograr las cosas que
ustedes quieren. Pero sepan una cosa, que la violencia no se vence
con la violencia, la violencia se vence con la paz, con la paz con el
trabajo, con la dignidad de llevar la patria adelante''. Al
finalizar, el Pontífice regresó al helipuerto, donde le esperaba el
Presidente del Estado de Palestina que se despidió del Pontífice
junto a la Guardia de Honor.
En
media hora de vuelo Francisco llegó al aeropuerto internacional Ben
Gurion de Tel Aviv (Israel), donde fue recibido por Shimon Peres,
Presidente del Estado , y por Benjamin Natanyahu, Primer Ministro;
las autoridades políticas, civiles y religiosas, los Ordinarios de
Tierra Santa y un coro de jóvenes. ''Vengo como peregrino 50 años
después del histórico viaje del Papa Pablo VI -recordó Francisco-.
Desde entonces han cambiado muchas cosas entre la Santa Sede y el
Estado de Israel: las relaciones diplomáticas, que desde hace 20
años se han establecido entre nosotros, han favorecido cada vez más
intercambios buenos y cordiales, como atestiguan los dos Acuerdos ya
firmados y ratificados y el que se está fraguando en estos momentos.
En este espíritu, dirijo mi saludo a todo el pueblo de Israel y
deseo que se realicen sus aspiraciones de paz y prosperidad''.
El
Papa mencionó que Tierra Santa es un punto de referencia espiritual
para gran parte de la humanidad por ser escenario de una historia
plurimilenaria y de los principales acontecimientos relacionados con
el nacimiento y el desarrollo de las tres grandes religiones
monoteístas (Judaísmo, Cristianismo e Islam). ''Por eso, -continuó-
deseo que esta Tierra bendita sea un lugar en el que no haya espacio
alguno para quien, instrumentalizando y exasperando el valor de su
pertenencia religiosa, se vuelve intolerante o violento con la
ajena''. Asimismo destacó que durante esta peregrinación visitará
algunos de los lugares más significativos de Jerusalén, ''ciudad de
valor universal''. ''Jerusalén significa “ciudad de la paz”
-dijo-. Así la quiere Dios y así desean que sea todos los hombres
de buena voluntad. Pero desgraciadamente esta ciudad padece todavía
las consecuencias de largos conflictos. Todos sabemos que la
necesidad de la paz es urgente, no sólo para Israel, sino para toda
la región. Que se redoblen, por tanto, los esfuerzos y las energías
para alcanzar una resolución justa y duradera de los conflictos que
han causado tantos sufrimientos. Junto a todos los hombres de buena
voluntad, suplico a cuantos están investidos de responsabilidad que
no dejen nada por intentar en la búsqueda de soluciones justas a las
complejas dificultades, de modo que israelíes y palestinos puedan
vivir en paz. Es necesario retomar siempre con audacia y sin cansarse
el camino del diálogo, de la reconciliación y de la paz. No hay
otro camino''.
Con
estas palabras renovó el llamamiento que Benedicto XVI hizo en su
visita de 2009: ''Que sea universalmente reconocido que el Estado de
Israel tiene derecho a existir y a gozar de paz y seguridad dentro de
unas fronteras internacionalmente reconocidas. Que se reconozca
igualmente que el pueblo palestino tiene derecho a una patria
soberana, a vivir con dignidad y a desplazarse libremente. Que la
“solución de los dos Estados” se convierta en una realidad y no
se quede en un sueño''.
El
Pontífice habló de la visita que realizará el lunes al Memorial de
Yad Vashem, en recuerdo de los seis millones de judíos víctimas de
la Shoah, ''Tragedia - dijo- que se ha convertido en símbolo de
hasta dónde puede llegar la maldad del hombre cuando, alimentada por
falsas ideologías, se olvida de la dignidad fundamental de la
persona, que merece respeto absoluto independientemente del pueblo al
que pertenezca o la religión que profese. Pido a Dios que no suceda
nunca más un crimen semejante, entre cuyas víctimas se cuentan
también muchos cristianos y otras personas. Sin olvidar nunca el
pasado, promovamos una educación en la que la exclusión y la
confrontación dejen paso a la inclusión y el encuentro, donde no
haya lugar para el antisemitismo, en cualquiera de sus formas, ni
para manifestaciones de hostilidad, discriminación o intolerancia
hacia las personas o los pueblos''.
El
Santo Padre recordó ''con el corazón profundamente apenado a
cuantos perdieron la vida en el atroz atentado del sábado en
Bruselas. Lamentando vivamente este acto criminal de odio antisemita
-dijo- y encomiendo las víctimas a Dios misericordioso e imploro la
curación de los heridos''.
El
Papa señaló que los encuentros que realizará serán limitados a
causa de la brevedad de su viaje, y aprovechó la ocasión para
saludar a todos los ciudadanos israelíes y manifestarles su
cercanía, ''especialmente a los que viven en Nazaret y en Galilea,
donde están presentes también muchas comunidades cristianas''.
Antes
de finalizar y despedirse de todos los presentes, se dirigió a los
obispos y a los fieles laicos cristianos, a quienes animó a
''proseguir con confianza y esperanza su sereno testimonio a favor de
la reconciliación y del perdón, siguiendo la enseñanza y el
ejemplo del Señor Jesús, que dio la vida por la paz entre los
hombres y Dios, entre hermano y hermano. Sean fermento de
reconciliación, portadores de esperanza, testigos de caridad. Sepan
que están siempre en mis oraciones''.
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