Ciudad
del Vaticano, 17 noviembre 2013 (VIS).-A medio día del domingo, el
Santo Padre se asomó a la ventana de su estudio para rezar el
Ángelus con los fieles reunidos en la Plaza de San Pedro. La primera
parte del discurso que Jesús pronunció en Jerusalén sobre los
últimos tiempos fue el tema de la meditación del Papa antes del
rezo mariano. Jesús les dijo a sus apóstoles: no os dejéis engañar
por falsos mesías y no os paralicéis por el miedo. Vivir el momento
de espera, como tiempo de testimonio y perseverancia.
El
Santo Padre recordó cómo estas palabras son siempre actuales
incluso para nosotros que vivimos en el siglo XXI. “Es un
llamamiento al discernimiento -dijo-. Incluso hoy en día, de hecho,
hay falsos "salvadores", que intentan sustituir a Jesús:
líderes de este mundo, los gurús, santeros, personas que quieren
atraer hacia sí los corazones y las mentes, especialmente de los
jóvenes. Jesús nos advierte: "No vayáis tras ellos."
Y el Señor nos ayuda a no tener miedo: ante las guerras, las revoluciones, y los desastres naturales, epidemias, Jesús nos libera del fatalismo y de falsas visiones apocalípticas... ¡Nos recuerda que estamos totalmente en las manos de Dios! La adversidad que encontramos por nuestra fe y nuestro compromiso con el Evangelio son ocasiones de testimonio; no debe alejarnos del Señor, debe servir para abandonarnos aún más en Él, al poder de su Espíritu y de su gracia”.
Y el Señor nos ayuda a no tener miedo: ante las guerras, las revoluciones, y los desastres naturales, epidemias, Jesús nos libera del fatalismo y de falsas visiones apocalípticas... ¡Nos recuerda que estamos totalmente en las manos de Dios! La adversidad que encontramos por nuestra fe y nuestro compromiso con el Evangelio son ocasiones de testimonio; no debe alejarnos del Señor, debe servir para abandonarnos aún más en Él, al poder de su Espíritu y de su gracia”.
“En
este momento,-continuó- pensemos en la cantidad de hermanos y
hermanas cristianos que son perseguidos a causa de su fe. Hay muchos.
Tal vez muchos más que en los primeros siglos. Jesús está con
ellos. También nosotros nos unimos a ellos, con nuestra oración y
nuestro afecto. Es admirable su valentía y su testimonio. Son
nuestros hermanos y hermanas, que en muchas partes del mundo sufren a
causa de su fidelidad a Jesucristo. Recordémoslos de corazón y
afecto”.
Francisco
insistió en la promesa que Jesús nos hizo como garantía de
victoria: “Con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas”.
“Una llamada -explicó- a la esperanza y a la paciencia, al saber
esperar los frutos seguros de la salvación, confiando en el sentido
profundo de la vida y de la historia: las pruebas y las dificultades
-concluyó el Pontífice- son parte de un diseño más grande; el
Señor, dueño de la historia, conduce todo a su cumplimiento. A
pesar del desorden y los desastres que afectan al mundo, ¡el diseño
de bondad y misericordia de Dios se cumplirá!
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