CIUDAD DEL VATICANO, 16 SEP 2010 (VIS).-Como es tradicional, durante el viaje apostólico al Reino Unido Benedicto XVI respondió a las preguntas de varios periodistas que le acompañan en el vuelo.
Un periodista preguntó al Papa si estaba preocupado por las polémicas durante la preparación del viaje a Gran Bretaña: “En la tradición pasada del país ha habido fuertes posiciones anticatólicas. ¿Está preocupado por cómo va a ser acogido?”.
Benedetto XVI respondió: “Debo decir que no estoy preocupado, ya que cuando estuve en Francia se dijo que era el país más anticlerical, con fuertes corrientes anticlericales y con un mínimo número de fieles; cuando fui a la República Checa, se dijo que sería el país más antirreligioso de Europa y también el más anticlerical. (…) Naturalmente, Gran Bretaña tiene su propia historia de anticatolicismo, esto es evidente, pero es también un país con una gran historia de tolerancia. Estoy seguro de que, por una parte, habrá una acogida positiva de los católicos y de los creyentes, atención de cuantos buscan cómo ir adelante en este tiempo nuestro, y respeto y tolerancia recíproca donde hay un anticatolicismo. Voy adelante con gran valentía y con alegría”.
La segunda pregunta fue: “El Reino Unido, como muchos otros países occidentales, es considerado un país secular, con un fuerte movimiento de ateísmo también con motivaciones culturales. Sin embargo, hay también signos de que la fe religiosa, en particular en Jesucristo, está todavía viva a nivel personal. ¿Qué puede significar esto para católicos y anglicanos? ¿Se puede hacer algo para mostrar a la Iglesia como institución más creíble y atractiva para todos?”.
“Diría –respondió el Papa- que una Iglesia que busca sobre todo ser atractiva, estaría ya en un camino equivocado. Porque la Iglesia no trabaja para sí, para aumentar los propios números, el propio poder. La Iglesia está al servicio de Otro, sirve no para sí misma, para ser un cuerpo fuerte, sino para hacer accesible el anuncio de Jesucristo, las grandes verdades, las grandes fuerzas de amor y de reconciliación que han aparecido en esta figura y que vienen siempre de la presencia de Jesucristo. (…) En este sentido, me parece también que anglicanos y católicos tienen el mismo deber, la misma dirección que tomar. Si anglicanos y católicos ven que no sirven para sí mismos, sino que son instrumentos para Cristo, “amigo del Esposo” como dice san Juan, si ambos siguen la prioridad de Cristo y no de sí mismos, entonces van juntos. Porque entonces la prioridad de Cristo los une y no son ya competidores, cada uno buscando el mayor número, sino que están juntos en el compromiso por la verdad de Cristo que entra en este mundo, y de este modo se encuentran también recíprocamente en un verdadero y fecundo ecumenismo”.
La siguiente pregunta fue cómo restablecer la confianza de los fieles tras el escándalo de los abusos sexuales.
“En primer lugar, debo decir que estas revelaciones han sido para mí un shock, son una gran tristeza. Es difícil entender cómo fue posible esta perversión del ministerio sacerdotal. El sacerdote, en el momento de la ordenación, preparado durante años para este momento, dice sí a Cristo para hacerse su voz, su boca, su mano, y servirlo con toda la existencia para que el Buen Pastor que ama, ayuda y guía a la verdad esté presente en el mundo. Es difícil comprender cómo un hombre que ha hecho y dicho esto puede luego caer en esta perversión, es una gran tristeza, una tristeza también que la autoridad de la Iglesia no fuera suficientemente vigilante y suficientemente veloz y decidida para tomar las medidas necesarias. Por todo esto, estamos en un momento de penitencia, de humildad, de renovada sinceridad. (…) En cuanto a las víctimas, diría que son importantes tres cosas. (…) Cómo podemos reparar, qué podemos hacer para ayudar a estas personas a superar este trauma, a reencontrar la vida, a reencontrar también la confianza en el mensaje de Cristo. La cura, el compromiso por las víctimas es la primera prioridad con ayudas materiales, psicológicas y espirituales. Lo segundo es el problema de las personas culpables: la justa pena, excluirlos de toda posibilidad de acceso a los jóvenes, porque sabemos que ésta es una enfermedad, que la libre voluntad no funciona donde está esta enfermedad y, por lo tanto, debemos proteger a estas personas contra sí mismas y encontrar la manera de ayudarlas y protegerlas y excluirlas de todo acceso a los jóvenes. Y el tercer punto es la prevención en la educación y en la elección de los candidatos al sacerdocio. Estar atentos de tal modo que, según las posibilidades humanas, se excluyan futuros casos. Quisiera en este momento también agradecer al episcopado británico su atención y su colaboración tanto con la Sede de Pedro como con las instancias públicas y la atención por las víctimas. Creo que el episcopado británico ha hecho y hace un gran trabajo. Por eso, estoy muy agradecido”.
“La figura del cardenal Newman -preguntó otro periodista-, es muy significativa para usted. Y para el cardenal Newman usted hace la excepción de presidir su beatificación. ¿Piensa que su recuerdo puede ayudar a superar las divisiones entre anglicanos y católicos? ¿Y cuáles son los aspectos de su personalidad sobre los que desea poner el acento más fuerte?”.
“El cardenal Newman es sobre todo, por una parte, un hombre moderno que ha vivido todo el problema de la modernidad, que ha vivido también el problema del agnosticismo, de la imposibilidad de conocer a Dios, de creer. (…) Señalaría tres elementos: modernidad de su existencia con todas las dudas y los problemas de nuestro ser de hoy; cultura grande, conocimiento de los grandes tesoros de la cultura de la humanidad, disponibilidad de búsqueda permanente, de renovación permanente; y espiritualidad, vida espiritual, vida con Dios, dan a este hombre una grandeza excepcional para nuestro tiempo y por eso es una figura de doctor de la Iglesia para nosotros y para todos, y también un puente entre anglicanos y católicos”.
La última pregunta fue: “Esta visita es considerada con el rango de una visita de Estado. ¿Hay puntos importantes de sintonía con las autoridades inglesas, en particular respecto a los grandes desafíos del mundo actual?”.
“Estoy muy agradecido a Su Majestad la Reina Isabel II, que ha querido dar a esta visita el rango de visita de Estado, que sabe expresar el carácter público de esta visita y también la responsabilidad común de la política y de la religión para el futuro del continente y también para el futuro de la humanidad. La gran responsabilidad común para que los valores que crean justicia y política y que vienen de la religión estén juntos, en camino, en nuestro tiempo. Naturalmente, este hecho de que jurídicamente es una visita de Estado no hace que mi visita sea un hecho político porque si el Papa es jefe de Estado esto es sólo un instrumento para garantizar la independencia de su anuncio y el carácter público de su labor de pastor. En este sentido, también la visita de Estado permanece como sustancial y esencialmente una visita pastoral”.
PV-REINO UNIDO/ VIS 20100917 (1190)
Un periodista preguntó al Papa si estaba preocupado por las polémicas durante la preparación del viaje a Gran Bretaña: “En la tradición pasada del país ha habido fuertes posiciones anticatólicas. ¿Está preocupado por cómo va a ser acogido?”.
Benedetto XVI respondió: “Debo decir que no estoy preocupado, ya que cuando estuve en Francia se dijo que era el país más anticlerical, con fuertes corrientes anticlericales y con un mínimo número de fieles; cuando fui a la República Checa, se dijo que sería el país más antirreligioso de Europa y también el más anticlerical. (…) Naturalmente, Gran Bretaña tiene su propia historia de anticatolicismo, esto es evidente, pero es también un país con una gran historia de tolerancia. Estoy seguro de que, por una parte, habrá una acogida positiva de los católicos y de los creyentes, atención de cuantos buscan cómo ir adelante en este tiempo nuestro, y respeto y tolerancia recíproca donde hay un anticatolicismo. Voy adelante con gran valentía y con alegría”.
La segunda pregunta fue: “El Reino Unido, como muchos otros países occidentales, es considerado un país secular, con un fuerte movimiento de ateísmo también con motivaciones culturales. Sin embargo, hay también signos de que la fe religiosa, en particular en Jesucristo, está todavía viva a nivel personal. ¿Qué puede significar esto para católicos y anglicanos? ¿Se puede hacer algo para mostrar a la Iglesia como institución más creíble y atractiva para todos?”.
“Diría –respondió el Papa- que una Iglesia que busca sobre todo ser atractiva, estaría ya en un camino equivocado. Porque la Iglesia no trabaja para sí, para aumentar los propios números, el propio poder. La Iglesia está al servicio de Otro, sirve no para sí misma, para ser un cuerpo fuerte, sino para hacer accesible el anuncio de Jesucristo, las grandes verdades, las grandes fuerzas de amor y de reconciliación que han aparecido en esta figura y que vienen siempre de la presencia de Jesucristo. (…) En este sentido, me parece también que anglicanos y católicos tienen el mismo deber, la misma dirección que tomar. Si anglicanos y católicos ven que no sirven para sí mismos, sino que son instrumentos para Cristo, “amigo del Esposo” como dice san Juan, si ambos siguen la prioridad de Cristo y no de sí mismos, entonces van juntos. Porque entonces la prioridad de Cristo los une y no son ya competidores, cada uno buscando el mayor número, sino que están juntos en el compromiso por la verdad de Cristo que entra en este mundo, y de este modo se encuentran también recíprocamente en un verdadero y fecundo ecumenismo”.
La siguiente pregunta fue cómo restablecer la confianza de los fieles tras el escándalo de los abusos sexuales.
“En primer lugar, debo decir que estas revelaciones han sido para mí un shock, son una gran tristeza. Es difícil entender cómo fue posible esta perversión del ministerio sacerdotal. El sacerdote, en el momento de la ordenación, preparado durante años para este momento, dice sí a Cristo para hacerse su voz, su boca, su mano, y servirlo con toda la existencia para que el Buen Pastor que ama, ayuda y guía a la verdad esté presente en el mundo. Es difícil comprender cómo un hombre que ha hecho y dicho esto puede luego caer en esta perversión, es una gran tristeza, una tristeza también que la autoridad de la Iglesia no fuera suficientemente vigilante y suficientemente veloz y decidida para tomar las medidas necesarias. Por todo esto, estamos en un momento de penitencia, de humildad, de renovada sinceridad. (…) En cuanto a las víctimas, diría que son importantes tres cosas. (…) Cómo podemos reparar, qué podemos hacer para ayudar a estas personas a superar este trauma, a reencontrar la vida, a reencontrar también la confianza en el mensaje de Cristo. La cura, el compromiso por las víctimas es la primera prioridad con ayudas materiales, psicológicas y espirituales. Lo segundo es el problema de las personas culpables: la justa pena, excluirlos de toda posibilidad de acceso a los jóvenes, porque sabemos que ésta es una enfermedad, que la libre voluntad no funciona donde está esta enfermedad y, por lo tanto, debemos proteger a estas personas contra sí mismas y encontrar la manera de ayudarlas y protegerlas y excluirlas de todo acceso a los jóvenes. Y el tercer punto es la prevención en la educación y en la elección de los candidatos al sacerdocio. Estar atentos de tal modo que, según las posibilidades humanas, se excluyan futuros casos. Quisiera en este momento también agradecer al episcopado británico su atención y su colaboración tanto con la Sede de Pedro como con las instancias públicas y la atención por las víctimas. Creo que el episcopado británico ha hecho y hace un gran trabajo. Por eso, estoy muy agradecido”.
“La figura del cardenal Newman -preguntó otro periodista-, es muy significativa para usted. Y para el cardenal Newman usted hace la excepción de presidir su beatificación. ¿Piensa que su recuerdo puede ayudar a superar las divisiones entre anglicanos y católicos? ¿Y cuáles son los aspectos de su personalidad sobre los que desea poner el acento más fuerte?”.
“El cardenal Newman es sobre todo, por una parte, un hombre moderno que ha vivido todo el problema de la modernidad, que ha vivido también el problema del agnosticismo, de la imposibilidad de conocer a Dios, de creer. (…) Señalaría tres elementos: modernidad de su existencia con todas las dudas y los problemas de nuestro ser de hoy; cultura grande, conocimiento de los grandes tesoros de la cultura de la humanidad, disponibilidad de búsqueda permanente, de renovación permanente; y espiritualidad, vida espiritual, vida con Dios, dan a este hombre una grandeza excepcional para nuestro tiempo y por eso es una figura de doctor de la Iglesia para nosotros y para todos, y también un puente entre anglicanos y católicos”.
La última pregunta fue: “Esta visita es considerada con el rango de una visita de Estado. ¿Hay puntos importantes de sintonía con las autoridades inglesas, en particular respecto a los grandes desafíos del mundo actual?”.
“Estoy muy agradecido a Su Majestad la Reina Isabel II, que ha querido dar a esta visita el rango de visita de Estado, que sabe expresar el carácter público de esta visita y también la responsabilidad común de la política y de la religión para el futuro del continente y también para el futuro de la humanidad. La gran responsabilidad común para que los valores que crean justicia y política y que vienen de la religión estén juntos, en camino, en nuestro tiempo. Naturalmente, este hecho de que jurídicamente es una visita de Estado no hace que mi visita sea un hecho político porque si el Papa es jefe de Estado esto es sólo un instrumento para garantizar la independencia de su anuncio y el carácter público de su labor de pastor. En este sentido, también la visita de Estado permanece como sustancial y esencialmente una visita pastoral”.
PV-REINO UNIDO/ VIS 20100917 (1190)
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