CIUDAD DEL VATICANO, 16 DIC 2004 (VIS).-Se ha publicado hoy el Mensaje de Juan Pablo II para la Jornada Mundial de la Paz (1 de enero de 2005). El texto se da a conocer en inglés, francés, español, italiano, alemán y portugués. El Papa escribe en el documento, fechado el 8 de diciembre de 2004: "He elegido como tema para la Jornada Mundial de la Paz 2005 la exhortación de san Pablo en la Carta a los Romanos: 'No te dejes vencer por el mal; antes bien, vence al mal con el bien' (12,21)".
Ofrecemos a continuación extractos del mensaje:
"La perspectiva indicada por el gran Apóstol subraya una verdad de fondo: la paz es el resultado de una larga y dura batalla, que se gana cuando el bien derrota al mal. Ante el dramático panorama de los violentos enfrentamientos fratricidas que se dan en varias partes del mundo, ante los sufrimientos indecibles e injusticias que producen, la única opción realmente constructiva es detestar el mal con horror y adherirse al bien (cf. Rm 12,9), como sugiere también san Pablo".
"La paz es un bien que se promueve con el bien: es un bien para las personas, las familias, las Naciones de la tierra y para toda la humanidad".
"El mal, el bien y el amor"
"La humanidad ha tenido desde sus orígenes la trágica experiencia del mal y ha tratado de descubrir sus raíces y explicar sus causas. El mal no es una fuerza anónima que actúa en el mundo por mecanismos deterministas e impersonales. El mal pasa por la libertad humana. (...) El mal tiene siempre un rostro y un nombre: el rostro y el nombre de los hombres y mujeres que libremente lo eligen. Cada (decisión equivocada) conlleva una connotación moral esencial".
"Al buscar los aspectos más profundos, se descubre que el mal, en definitiva, es un trágico huir de las exigencias del amor. El bien moral, por el contrario, nace del amor, se manifiesta como amor y se orienta al amor."
"La 'gramática' de la ley moral universal"
"Al contemplar la situación actual del mundo no se puede ignorar la impresionante proliferación de múltiples manifestaciones sociales y políticas del mal: desde el desorden social a la anarquía y a la guerra, desde la injusticia a la violencia y a la supresión del otro. Para orientar el propio camino frente a la opuesta atracción del bien y del mal, la familia humana necesita urgentemente tener en cuenta el patrimonio común de valores morales recibidos como don de Dios".
"Esta común gramática de la ley moral exige un compromiso constante y responsable para que se respete y promueva la vida de las personas y los pueblos. A su luz no se puede dejar de reprobar con vigor los males de carácter social y político que afligen al mundo, sobre todo los provocados por los brotes de violencia. En este contexto, ¿cómo no pensar en el querido Continente africano? (...) ¿Cómo no recordar la peligrosa situación de Palestina, la tierra de Jesús? (...)Y, ¿qué decir del trágico fenómeno de la violencia terrorista que parece conducir al mundo entero hacia un futuro de miedo y angustia? En fin, ¿cómo no constatar con amargura que el drama iraquí se extiende por desgracia a situaciones de incertidumbre e inseguridad para todos?".
"El bien de la paz y el bien común"
"En efecto, cuando se promueve el bien común en todas sus dimensiones, se promueve la paz. (...) De alguna manera, todos están implicados en el trabajo por el bien común, en la búsqueda constante del bien ajeno como si fuera el propio. Dicha responsabilidad compete particularmente a la autoridad política, a cada una en su nivel."
"El bien común exige, por tanto, respeto y promoción de la persona y de sus derechos fundamentales, así como el respeto y promoción de los derechos de las Naciones en una perspectiva universal."
"Sin embargo, las concepciones claramente restrictivas de la realidad humana transforman el bien común en un simple bienestar socioeconómico, carente de toda referencia trascendente y vacío de su más profunda razón de ser. El bien común, en cambio, tiene también una dimensión trascendente, porque Dios es el fin último de sus criaturas".
"El bien de la paz y el uso de los bienes de la tierra"
"Dado que el bien de la paz está unido estrechamente al desarrollo de todos los pueblos, es indispensable tener en cuenta las implicaciones éticas del uso de los bienes de la tierra".
"La pertenencia a la familia humana otorga a cada persona una especie de ciudadanía mundial, haciéndola titular de derechos y deberes, dado que los hombres están unidos por un origen y supremo destino comunes. Basta que un niño sea concebido para que sea titular de derechos, merezca atención y cuidados, y que alguien deba proveer a ello. La condena del racismo, la tutela de las minorías, la asistencia a los prófugos y refugiados, la movilización de la solidaridad internacional para todos los necesitados, no son sino aplicaciones coherentes del principio de la ciudadanía mundial".
"Además, se garantizará mejor el bien de la paz si la comunidad internacional se hace cargo, con mayor sentido de responsabilidad, de los comúnmente llamados bienes públicos", como "el sistema judicial, la defensa y la red de carreteras o ferrocarriles".
"El principio del destino universal de los bienes permite, además, afrontar adecuadamente el desafío de la pobreza".
"El drama de la pobreza está en estrecha conexión con el problema de la deuda externa de los países pobres".
"Es, pues, necesaria una movilización moral y económica. (...) Dar un nuevo impulso a la ayuda pública para el desarrollo y, no obstante las dificultades que puedan presentarse, estudiar las propuestas de nuevas formas de financiación para el desarrollo".
"En la Carta apostólica 'Novo millennio ineunte' he señalado la urgencia de una nueva imaginación de la caridad. (...) Eso se hace evidente sobre todo cuando se abordan los muchos y delicados problemas que obstaculizan el desarrollo del Continente africano: piénsese en los numerosos conflictos armados, en las enfermedades pandémicas, más peligrosas aún por las condiciones de miseria, en la inestabilidad política unida a una difusa inseguridad social".
"Es de desear que los pueblos africanos asuman como protagonistas su propia suerte y el propio desarrollo cultural, civil, social y económico. Que África deje de ser sólo objeto de asistencia, para ser sujeto responsable de un modo de compartir real y productivo".
"Universalidad del mal y esperanza cristiana"
"Con la certeza de que el mal no prevalecerá, el cristiano cultiva una esperanza indómita que lo ayuda a promover la justicia y la paz"
"Ningún hombre, ninguna mujer de buena voluntad puede eximirse del esfuerzo en la lucha para vencer al mal con el bien. Es una lucha que se combate eficazmente sólo con las armas del amor. Cuando el bien vence al mal, reina el amor y donde reina el amor reina la paz"
"Los cristianos (...) han de saber mostrar con su vida que el amor es la única fuerza capaz de llevar a la perfección personal y social, el único dinamismo posible para hacer avanzar la historia hacia el bien y la paz".
MESS/JORNADA PAZ 2005/.. VIS 20041216 (1210)
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