CIUDAD DEL VATICANO, 20 JUN 2004 (VIS).-Antes de rezar el Angelus este mediodía con los fieles congregados en la Plaza de San Pedro, el Papa recordó que el viernes pasado celebramos la solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús, "la última de las grandes fiestas litúrgicas que, después del tiempo pascual, constituyen síntesis admirables del misterio cristiano: la Santísima Trinidad, el Corpus Christi y, precisamente, su Corazón Sacratísimo".
"Nadie puede conocer a fondo a Jesucristo -dijo- si no penetra en su Corazón, es decir, en la intimidad de su persona divino-humana. El misterio del amor misericordioso, que se expresa en el Sagrado Corazón de Jesús, nos ayuda a vivir mejor la Jornada Mundial del Refugiado que hoy celebramos y cuyo tema es: 'Un lugar al que llamar casa. Reconstruir vidas en condiciones de seguridad y dignidad'. Toda persona tiene necesidad de un ambiente seguro para vivir. Es la aspiración de los refugiados, pero en varios países del mundo millones de personas siguen viviendo en campos de acogida, o con limitaciones en el ejercicio de sus derechos".
"¡No nos olvidemos -exclamó- de nuestros hermanos refugiados! Manifiesto mi aprecio y aliento a cuantos en la Iglesia están a su lado. Al mismo tiempo, auspicio un renovado compromiso de la comunidad internacional para que se eliminen las causas de este doloroso fenómeno".
El Santo Padre concluyó pidiendo a la Virgen que "la humanidad, acogiendo el mensaje de amor de Cristo, progrese en la fraternidad y en la paz y la tierra se convierta en la 'casa común' de todas las naciones".
Después de la oración mariana, dirigiéndose en polaco a sus compatriotas, Juan Pablo II manifestó su desagrado por el no reconocimiento de las raíces cristianas en la Constitución Europea: "No se pueden cortar las raíces de las que provenimos", afirmó con energía. "Doy las gracias a Polonia, que en el foro europeo ha defendido fielmente las raíces cristianas de nuestro continente, de las que surgió la cultura y el desarrollo de la civilización de nuestro tiempo".
ANG/REFUGIADOS:RAICES CRISTIANAS/... VIS 20040621 (350)
"Nadie puede conocer a fondo a Jesucristo -dijo- si no penetra en su Corazón, es decir, en la intimidad de su persona divino-humana. El misterio del amor misericordioso, que se expresa en el Sagrado Corazón de Jesús, nos ayuda a vivir mejor la Jornada Mundial del Refugiado que hoy celebramos y cuyo tema es: 'Un lugar al que llamar casa. Reconstruir vidas en condiciones de seguridad y dignidad'. Toda persona tiene necesidad de un ambiente seguro para vivir. Es la aspiración de los refugiados, pero en varios países del mundo millones de personas siguen viviendo en campos de acogida, o con limitaciones en el ejercicio de sus derechos".
"¡No nos olvidemos -exclamó- de nuestros hermanos refugiados! Manifiesto mi aprecio y aliento a cuantos en la Iglesia están a su lado. Al mismo tiempo, auspicio un renovado compromiso de la comunidad internacional para que se eliminen las causas de este doloroso fenómeno".
El Santo Padre concluyó pidiendo a la Virgen que "la humanidad, acogiendo el mensaje de amor de Cristo, progrese en la fraternidad y en la paz y la tierra se convierta en la 'casa común' de todas las naciones".
Después de la oración mariana, dirigiéndose en polaco a sus compatriotas, Juan Pablo II manifestó su desagrado por el no reconocimiento de las raíces cristianas en la Constitución Europea: "No se pueden cortar las raíces de las que provenimos", afirmó con energía. "Doy las gracias a Polonia, que en el foro europeo ha defendido fielmente las raíces cristianas de nuestro continente, de las que surgió la cultura y el desarrollo de la civilización de nuestro tiempo".
ANG/REFUGIADOS:RAICES CRISTIANAS/... VIS 20040621 (350)
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