CIUDAD DEL VATICANO, 23 MAY 2004 (VIS).-El cardenal Camillo Ruini, vicario para la Ciudad de Roma, leyó esta tarde un mensaje del Papa dirigido al Rabino Jefe de Roma, Riccardo Di Segni, durante un acto conmemorativo por el centenario de la Sinagoga de la capital italiana. El Santo Padre también estuvo representado en la ceremonia por el cardenal Walter Kasper, presidente de la Comisión para las Relaciones Religiosas con el Judaísmo.
En el mensaje, el Santo Padre envía un saludo especial al Gran Rabino emérito, Elio Toaff, que le recibió durante la histórica visita que realizó el 13 de abril de 1986. "Este evento -escribe- se ha quedado grabado en mi memoria y en mi corazón como símbolo de la novedad que ha caracterizado, en los últimos decenios, las relaciones entre el pueblo judío y la Iglesia católica, tras períodos a veces difíciles y tristes".
Juan Pablo II afirma que a pesar de que la Iglesia durante el Concilio Vaticano II rechazó "claramente y de modo definitivo el antisemitismo en todas sus expresiones (…) no basta con deplorar y condenar las hostilidades contra el pueblo judío (…); es necesario fomentar también la amistad, la estima y las relaciones fraternas con él". En este sentido, recordó a todas las víctimas de la Shoah, y especialmente a los miembros de la comunidad judía de Roma que en octubre de 1943 fueron conducidos a Auschwitz. "Que su recuerdo -dijo- nos impulse a obrar como hermanos".
"Por tanto -añadió-, es un deber recordar a todos aquellos cristianos (…) que actuaron con valentía, también en esta ciudad de Roma, para socorrer a los judíos perseguidos, ofreciendo solidaridad y ayuda, a veces incluso arriesgando su misma vida. (…) Tampoco se puede olvidar, junto a los pronunciamientos oficiales, la acción, con frecuencia escondida, de la Sede Apostólica, que en muchos modos, ayudó a los judíos en peligro, como ha sido reconocido también por sus representantes".
El Papa señala que la Iglesia ha deplorado las faltas de sus hijas e hijos y ha pedido perdón "por sus responsabilidades relacionadas con las plagas del antijudaísmo y del antisemitismo". Asimismo, recuerda el homenaje que hizo a las víctimas de la Shoah, en Yad Vashem, en marzo de 2000.
"Por desgracia -escribe-, el pensar en Tierra Santa suscita en nuestros corazones preocupación y dolor por la violencia que sigue marcando aquel lugar, por la gran cantidad de sangre inocente derramada por israelíes y palestinos. (…) Por eso, dirigimos hoy una ferviente oración al Eterno (…) para que la enemistad (…) ceda el puesto a la conciencia clara de los vínculos que unen a judíos, cristianos y musulmanes, y de la responsabilidad que pesa sobre sus espaldas".
"Todavía -concluye el Santo Padre- tenemos mucho camino que recorrer: el Dios de la justicia y de la paz, de la misericordia y de la reconciliación, nos llama a colaborar sin vacilaciones en nuestro mundo contemporáneo, lacerado por enfrentamientos y enemistades. Si sabemos unir nuestros corazones y nuestras manos para responder a la llamada divina, la luz del Eterno se acercará para iluminar a todos los pueblos, mostrándonos las vías de la paz, del 'Shalom'. Quisiéramos recorrerlas con un solo corazón".
MESS/CENTENARIO SINAGOGA ROMA/… VIS 20040524 (520)
En el mensaje, el Santo Padre envía un saludo especial al Gran Rabino emérito, Elio Toaff, que le recibió durante la histórica visita que realizó el 13 de abril de 1986. "Este evento -escribe- se ha quedado grabado en mi memoria y en mi corazón como símbolo de la novedad que ha caracterizado, en los últimos decenios, las relaciones entre el pueblo judío y la Iglesia católica, tras períodos a veces difíciles y tristes".
Juan Pablo II afirma que a pesar de que la Iglesia durante el Concilio Vaticano II rechazó "claramente y de modo definitivo el antisemitismo en todas sus expresiones (…) no basta con deplorar y condenar las hostilidades contra el pueblo judío (…); es necesario fomentar también la amistad, la estima y las relaciones fraternas con él". En este sentido, recordó a todas las víctimas de la Shoah, y especialmente a los miembros de la comunidad judía de Roma que en octubre de 1943 fueron conducidos a Auschwitz. "Que su recuerdo -dijo- nos impulse a obrar como hermanos".
"Por tanto -añadió-, es un deber recordar a todos aquellos cristianos (…) que actuaron con valentía, también en esta ciudad de Roma, para socorrer a los judíos perseguidos, ofreciendo solidaridad y ayuda, a veces incluso arriesgando su misma vida. (…) Tampoco se puede olvidar, junto a los pronunciamientos oficiales, la acción, con frecuencia escondida, de la Sede Apostólica, que en muchos modos, ayudó a los judíos en peligro, como ha sido reconocido también por sus representantes".
El Papa señala que la Iglesia ha deplorado las faltas de sus hijas e hijos y ha pedido perdón "por sus responsabilidades relacionadas con las plagas del antijudaísmo y del antisemitismo". Asimismo, recuerda el homenaje que hizo a las víctimas de la Shoah, en Yad Vashem, en marzo de 2000.
"Por desgracia -escribe-, el pensar en Tierra Santa suscita en nuestros corazones preocupación y dolor por la violencia que sigue marcando aquel lugar, por la gran cantidad de sangre inocente derramada por israelíes y palestinos. (…) Por eso, dirigimos hoy una ferviente oración al Eterno (…) para que la enemistad (…) ceda el puesto a la conciencia clara de los vínculos que unen a judíos, cristianos y musulmanes, y de la responsabilidad que pesa sobre sus espaldas".
"Todavía -concluye el Santo Padre- tenemos mucho camino que recorrer: el Dios de la justicia y de la paz, de la misericordia y de la reconciliación, nos llama a colaborar sin vacilaciones en nuestro mundo contemporáneo, lacerado por enfrentamientos y enemistades. Si sabemos unir nuestros corazones y nuestras manos para responder a la llamada divina, la luz del Eterno se acercará para iluminar a todos los pueblos, mostrándonos las vías de la paz, del 'Shalom'. Quisiéramos recorrerlas con un solo corazón".
MESS/CENTENARIO SINAGOGA ROMA/… VIS 20040524 (520)
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