JUAN PABLO II CELEBRA LA JORNADA DE LA VIDA CONSAGRADA

CIUDAD DEL VATICANO, 1 FEB 2003 (VIS) - Hoy, a las 17,30, festividad de la Presentación del Señor, Juan Pablo II presidió la celebración eucarística en la basílica de San Pedro para los miembros de los institutos de vida consagrada y las sociedades de vida apostólica que celebran la Jornada de la Vida Consagrada.

Los momentos claves de la ceremonia fueron la liturgia de la luz, que comprende la bendición de las candelas previamente encendidas, seguida de una procesión, la liturgia de la palabra y la liturgia eucarística.

En su homilía el Papa dijo: "La fiesta de la Presentación de Jesús en el templo se revela particularmente adecuada para dar cabida a la alabanza de agradecimiento de las personas consagradas; de ahí que desde hace algunos años se celebre justo en esta fecha la 'Jornada de la Vida Consagrada'. La imagen de María que, en el templo, ofrece su hijo a Dios, habla con elocuencia al corazón de los hombres y las mujeres que han efectuado una oblación total de sí al Señor mediante los votos de pobreza, castidad y obediencia por el Reino de los Cielos".

El Santo Padre recordó que hoy en todo el mundo las personas consagradas "renuevan su consagración teniendo en las manos las velas encendidas, expresión de su existencia ardiente de fe y de amor. También aquí, en la Basílica de San Pedro, se eleva esta noche una solemne acción de gracias a Dios por el don de la vida consagrada en las diócesis de Roma y en la Iglesia universal".

Juan Pablo II se refirió entonces a las imágenes de tantos fundadores de órdenes religiosas, congregaciones e institutos que pueden admirase en la basílica de San Pedro. "Recuerdan -dijo- el misterio de la comunión de los santos, por la que (...) se renueva de generación en generación la elección de seguir a Cristo con una consagración especial, según los múltiples carismas suscitados por el Espíritu".

Al final, el Papa subrayó que "pobreza, castidad y obediencia son caracteres distintivos del ser humano redimido, liberado interiormente de la esclavitud del egoísmo. Libres para amar, libres para servir: así son los tantos hombres y mujeres que renuncian a sí mismos por el Reino de los Cielos".

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