Ciudad
del Vaticano, 1 de febrero 2016 (Vis).-Ayer, 31 de enero, con la
Santa Misa, presidida por el cardenal Charles Maung Bo, S.D.B.,
arzobispo de Yangon (Birmania) y legado pontificio se clausuró el
LI Congreso Eucarístico Internacional que se abrió en en Cebu,
Filipinas. el pasado 24 de enero y cuyo tema ha sido: ''Cristo en
vosotros. La esperanza de la gloria. La Eucaristía: fuente y culmen
de la misión de la Iglesia''.
Al
final de la celebración eucarística se transmitió un mensaje en
vídeo del Papa Francisco en que subraya que el tema del congreso
apenas concluido ''nos recuerda que Jesús resucitado está siempre
vivo y presente en su Iglesia, sobre todo en la eucaristía, el
sacramento de su cuerpo y su sangre''. ''La presencia de Cristo entre
nosotros -añade- no es solamente un consuelo, sino también una
promesa y una invitación. La promesa de que un día la alegría y la
paz eterna nos pertenecerán en la plenitud de su reino y una
invitación a salir como misioneros, para llevar el mensaje de la
ternura del Padre, de su perdón y de su misericordia a todo hombre,
mujer y niño''.
El
Santo Padre invita luego a reflexionar sobre dos gestos de Jesús en
la Ultima Cena que tienen que ver con la dimensión misionera de la
Eucaristía: la convivialidad y el lavatorio de pies. Refiriéndose
al primero recuerda lo importante que era para Cristo compartir las
comidas con sus discípulos pero también y especialmente con los
pecadores y los marginados. ''Sentándose a la mesa -dice- podía
escuchar a los demás, conocer sus esperanzas y sus aspiraciones y
hablarles del amor del Padre. En cada eucaristía, la mesa de la cena
del Señor, tenemos que seguir su ejemplo y salir al encuentro de los
demás, con espíritu de respeto y apertura, para compartir con ellos
el don que hemos recibido''.
Esto
reviste una importancia particular en Asia donde la Iglesia está
comprometida ''en un respetuoso diálogo con los seguidores de otras
religiones'' y donde ''el testimonio profético se produce muy a
menudo a través el diálogo de vida''. De ahí que ese testimonio ''
de vidas transformadas por el amor de Dios sea para nosotros la forma
mejor de proclamar la promesa del reino de reconciliación, justicia
y unidad para la familia humana. Nuestro ejemplo puede abrir los
corazones a la gracia del Espíritu Santo que los lleva a Cristo, el
salvador''.
El
segundo gesto, el lavatorio de pies, es el signo del ''servicio
humilde de Jesús, del amor incondicional con que dio su vida en la
cruz para la salvación del mundo. La eucaristía es una escuela de
servicio humilde. Nos enseña a estar listos para los demás. También
esto es el centro del discipulado misionero''. En este ámbito el
Papa pone como ejemplo las consecuencias del tifón que hace meses
asoló Filipinas, suscitando al mismo tiempo una inmediata reacción
de solidaridad y generosidad. ''Las personas se pusieron a
reconstruir no solamente sus casas sino también sus vidas. La
eucaristía nos habla de esta fuerza que brota de la cruz y nos da
continuamente nueva vida. Cambia los corazones; nos lleva a
preocuparnos por los demás, a proteger a los que son pobres y
vulnerables y a ser sensibles al grito de nuestros hermanos y
hermanas necesitados. Nos enseña a actuar con integridad y a
rechazar la injusticia y la corrupción que envenenan las raíces de
la sociedad''.
Francisco
finaliza anunciando que el próximo congreso eucarístico
internacional tendrá lugar en 2020 en Budapest (Hungría).
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