Ciudad
del Vaticano, 26 de enero 2016 (VIS).-Ayer tarde, en la basílica de
San Pablo Extramuros, el Santo Padre presidió la celebración de
las segundas vísperas en la solemnidad de la conversión de san
Pablo,con la que concluye la XLIX Semana de Oración por la Unidad
de los Cristianos cuyo tema este año era: ''Llamados a anunciar a
todos las obras maravillosas de Dios''. En la ceremonia, como es
tradición, tomaron parte los representantes de las otras Iglesias y
Comunidades eclesiales presentes en Roma.
En
la homilía, de la que reproducimos amplios extractos, el Papa
Francisco, habló de la llamada común a la misión de todos los
cristianos e invitó a los católicos a pedir perdón por los
comportamientos no evangélicos con los otros cristianos y a perdonar
a su vez a los que los habían ofendido,
La
conversión de Pablo después del encuentro con Cristo resucitado en
el camino a Damasco -dijo el Santo Padre- ''no es ante todo un
cambio moral, sino una experiencia de la gracia transformadora de
Cristo, y al mismo tiempo la llamada a una nueva misión, la de
anunciar a todos a aquel Jesús a quien antes perseguía,
persiguiendo a sus discípulos. En aquel momento, Pablo entiende que
entre el Cristo eternamente vivo y sus seguidores hay una unión real
y trascendente: Jesús vive y está presente en ellos y ellos viven
en Él....La sobreabundante misericordia de Dios es la única razón
en la cual se funda el ministerio de Pablo, y es al mismo tiempo lo
que el Apóstol tiene que anunciar a todos...Para los primeros
cristianos, como hoy para todos nosotros bautizados, es una fuente de
consuelo y de constante estupor el saber que han sido elegidos para
formar parte del diseño de salvación de Dios, actuado en Jesucristo
y en la Iglesia... Vemos aquí el misterio de la misericordia y la
elección de Dios: el Padre nos ama a todos y quiere salvar a todos,
y por eso llama a algunos, "conquistándolos" con su
gracia, para que a través de ellos su amor pueda llegar a todos''.
''A
la luz de la Palabra de Dios que hemos escuchado, y que nos ha guiado
durante esta Semana de Oración por la unidad de los cristianos,
realmente podemos decir que todos los creyentes en Cristo estamos
"llamados a anunciar las maravillas de Dios". Más allá de
las diferencias que todavía nos separan, reconozcamos con alegría,
que en el origen de la vida cristiana hay siempre una llamada, cuyo
autor es Dios mismo.... Por este motivo, cuando los cristianos de
diferentes Iglesias escuchan juntos la Palabra de Dios y tratan de
ponerla en práctica, dan pasos verdaderamente importantes hacia la
unidad. Y no sólo la llamada nos une; también compartimos la misma
misión: anunciar a todos las maravillosas obras de Dios. ...
Mientras estamos en camino hacia la plena comunión entre nosotros,
ya podemos desarrollar múltiples formas de colaboración para
favorecer la difusión del Evangelio. Y caminando y trabajando
juntos, nos damos cuenta de que ya estamos unidos en el nombre del
Señor. La unidad se hace en camino''.
''En
este Año Jubilar Extraordinario de la Misericordia, tengamos bien
presente que no puede haber una auténtica búsqueda de la unidad de
los cristianos sin un confiarse plenamente a la misericordia del
Padre. Ante todo pidamos perdón por el pecado de nuestras
divisiones, que son una herida abierta en el Cuerpo de Cristo. Como
Obispo de Roma y Pastor de la Iglesia Católica, quiero invocar
misericordia y perdón por los comportamientos no evangélicos de
parte de los católicos ante los cristianos de otras Iglesias. Al
mismo tiempo, invito a todos los hermanos y hermanas católicos a
perdonar, si hoy o en el pasado, han sido ofendidos por otros
cristianos. No podemos borrar lo que ha sido, pero no queremos
permitir que el peso de las culpas pasadas siga envenenando nuestras
relaciones''.
''La
unidad es don de la misericordia de Dios Padre. Aquí, ante la tumba
de san Pablo, apóstol y mártir, custodiada en esta espléndida
basílica, sentimos que nuestra humilde petición está sostenida por
la intercesión de la multitud de mártires cristianos de ayer y hoy
que respondieron con generosidad a la llamada del Señor, dando
testimonio con su vida de las obras maravillosas que Dios ha cumplido
para nosotros y experimentan ya la plena comunión en presencia de
Dios Padre. Sostenidos por su ejemplo -el ejemplo que hace suyo el
ecumenismo de la sangre- y consolados por su intercesión, dirigimos
a Dios nuestra oración''.
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