Ciudad
del Vaticano, 22 de abril 2015 (VIS).-El Papa Francisco dedicó la
catequesis de la audiencia general de los miércoles al sseufndo
capítulo del Génesis, donde leemos que Dios creó al hombre como
culmen de toda la creación y lo pone en un hermoso jardín para que
lo cultive. ''El Espíritu Santo, que inspira toda la Biblia -dijo el
Pontífice- presenta por un momento la imagen del hombre solo, sin
la mujer. Y el pensamiento de Dios, casi el sentimiento de Dios,
que lo mira, que observa a Adán solo en el jardín: Es libre, es
señor, pero ... está solo. Y Dios ve que esto "no es bueno",
es como una falta de comunión, una falta de plenitud. "No es
bueno" - dice Dios - y agrega: "Voy a hacerle una ayuda
idónea para él".
Y
cuando Dios finalmente, entre todas las criaturas, le presenta a la
mujer, ''el hombre la reconoce inmediatamente: sólo ella es parte
de él, "hueso de mis huesos y carne de mi carne". Por fin
hay una reciprocidad -explicó Francisco- La mujer no es una "copia"
del hombre; viene directamente del acto creador de Dios. La imagen de
la "costilla" no expresa inferioridad o subordinación,
sino, por el contrario, que el hombre y la mujer tienen la misma
sustancia y son complementarios. Y el hecho de que - una vez más, en
la parábola - Dios plasme a la mujer mientras el hombre duerme,
evidencia que ella no es de ninguna manera una criatura del hombre,
sino de Dios''.
La
confianza de Dios en el hombre y la mujer, a los que encomienda a la
tierra, es generosa, directa, plena. ''Se
fía de ellos. Pero, hete aquí, que el maligno pone en sus
mentes la sospecha, la incredulidad, la desconfianza. Y,en fin,
desobedecen al mandamiento que los protegía. Sucumben al delirio de
omnipotencia que contamina todo y destruye la armonía''.
''El
pecado -observó Francisco- genera desconfianza y división entre el
hombre y la mujer. Su relación será socavada por mil formas de
abuso y sometimiento, de seducción engañosa y arrogancia
humillante, hasta las más dramáticas y violentas. La historia
conserva las huellas. Consideremos, por ejemplo, en los excesos
negativos de las culturas patriarcales. Pensemos en las muchas formas
de machismo, donde la mujer es
considerada de segunda clase. Pensemos en la explotación y
mercantilización del cuerpo femenino en la cultura mediática
actual. Pero pensemos también en la reciente epidemia de
desconfianza, de escepticismo e incluso de hostilidad que se propaga
en nuestra cultura – en particular a partir de una comprensible
desconfianza por parte de las mujeres – respecto a una alianza
entre el hombre y la mujer que sea capaz, al mismo tiempo, de
afianzar la intimidad de la comunión y proteger la dignidad de la
diferencia''.
''Si
no conseguimos una oleada de simpatía por esta alianza, capaz de
proteger a las nuevas generaciones de la desconfianza y la
indiferencia -advirtió el Obispo de Roma- los niños vendrán al
mundo cada vez más separados de ella . La devaluación social de la
alianza estable y generativa del hombre y la mujer es sin duda una
pérdida para todos. Debemos revalorizar el matrimonio y la
familia''.
''La
custodia de esta alianza de los hombres y las mujeres, a pesar de ser
pecadores y estar heridos, humillados y confundidos, desanimados e
inciertos, es para nosotros, los creyentes, en el estado actual, una
vocación difícil y apasionante. El relato de la creación y el
pecado, nos muestra al final una imagen bellísima: "El Señor
Dios hizo al hombre y a su mujer túnicas de pieles y los vistió"
. Es una imagen de ternura hacia ese pareja pecadora que nos deja
sin palabras. ...Es una imagen de custodia paterma de la pareja
humana. Dios mismo cuida y protege su obra maestra'', concluyó el
Papa.
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