Ciudad
del Vaticano, 22 de abril 2015 (VIS).-Sigue la Declaración publicada
esta mañana por el Pontificio Consejo para el Diálogo
Interreligioso.
''Los
acontecimientos de los últimos tiempos hacen que muchos nos
pregunten: "¿Hay todavía espacio para el diálogo con los
musulmanes" La respuesta es: sí, más que nunca.
En
primer lugar, porque la gran mayoría de los musulmanes no se
reconoce en la barbarie a la que asistimos.
Por
desgracia, hoy en día la palabra "religión" se asocia a
menudo con la palabra "violencia"; en cambio los creyentes
deben demostrar que las religiones están llamadas a ser portadoras
de paz y no de violencia.
Matar,
invocando una religión, no es sólo una ofensa a Dios, sino
también una derrota para la humanidad. El 9 de enero de 2006 el
Papa Benedicto XVI, dirigiéndose al Cuerpo Diplomático y hablando
sobre el peligro del choque de civilizaciones y, en particular, del
terrorismo organizado, afirmó: ''Ninguna circunstancia puede
justificar esta actividad criminal, que llena de infamia a quien la
realiza y que es mucho más deplorable cuando se apoya en una
religión, rebajando así la pura verdad de Dios a la medida de la
propia ceguera y perversión moral". ".
Por
desgracia, en los últimos días aisistimos a una radicalización del
discurso comunitario y religioso, que lleva aparejado el riesgo de un
aumento del odio, de la violencia, del terrorismo y de la creciente
y banal estigmatización de los musulmanes y de su religión.
En
este contexto, estamos llamados a fortalecer la hermandad y el
diálogo. Los creyentes constituyen un formidable potencial de paz,
si creemos que el hombre fue creado por Dios y que la humanidad es
una sola familia y, más aún, si consideramos, como cristianos, que
Dios es Amor. Seguir dialogando, incluso cuando se experimenta la
persecución, puede convertirse en signo de esperanza. No es que los
creyentes quieran imponer su visión de la persona y de la historia,
sino proponer el respeto de las diferencias, la libertad de
pensamiento y de religión, la protección de la dignidad humana y el
amor a la verdad.
Debemos
tener el coraje de replantearnos la calidad de la vida familiar, los
métodos de enseñanza de la religión y de la historia, el contenido
de los sermones en nuestros lugares de culto. Sobre todo la familia y
la escuela son las claves para que el mundo del futuro se base en el
respeto mutuo y en la fraternidad.
Uniendo
nuestra voz a la del Papa Francisco decimos: ''Por tanto, la
violencia que busca una justificación religiosa merece la más
enérgica condena, porque el Todopoderoso es Dios de la vida y de la
paz. El mundo espera de todos aquellos que dicen adorarlo, que sean
hombres y mujeres de paz, capaces de vivir como hermanos y hermanas,
no obstante la diversidad étnica, religiosa, cultural o ideológica''
(Ankara, 28 de noviembre 2014)''.
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