Ciudad
del Vaticano, 22 de marzo 2015 (VIS).-Después de visitar el
penitenciario de Poggioreale , el Santo Padre se trasladó a la
catedral de la Asunción de Nápoles para venerar las reliquias de
San Jenaro, patrono de la ciudad, y encontrarse con el clero, los
religiosos y los diáconos permanentes de la archidiócesis. El
vicario episcopal para el clero y el vicario episcopal para la vida
consagrada plantearon al Papa dos preguntas en nombre de los
participantes en el encuentro. La primera sobre la misión del
sacerdocio en una ciudad de grandes contrastes como Nápoles, y la
segunda sobre las dificultades y alegrías de los consagrados en su
vida.
Francisco
prefirió responder directamente dejando de lado el discurso oficial
que había preparado y, obedeciendo a la sugerencia de hablar
sentado, mejor que de pie, dialogó con los presentes.
''Uno
de los testimonios que me pediaís es este: estar siempre en camino
-dijo- El camino de la vida consagrada es seguir a Jesús... Si en el
centro de la vida... está el hecho de que estoy en contra del obispo
o del párroco o de otro sacerdote, toda mi vida estará ocupada por
esa lucha. ¡Pero esto es perder la vida! No tener una familia, no
tener hijos, no tener amor conyugal, que es tan bueno y tan hermoso,
para terminar discutiendo con el obispo, con los hermanos sacerdotes,
con los fieles, con "cara de vinagre"... Eso no es dar
testimonio...Cuando el centro es Jesús, esas dificultades, que están
en todas partes, se enfrentan de una manera diferente. En un convento
puede ser que la superiora no me guste, pero si mi centro es la
superiora que no me gusta, eso no es testimonio. Si en cambio mi
centro es Jesús, rezo por ella, la tolero y hago todo lo posible
para que los demás superiores conozcan la situación. Pero la
alegría no me la quita nadie. La alegría de seguir a Jesús''.
Después,
se dirigió a los seminaristas. ''Quiero deciros esto: Si vuestro
centro no es Jesús, aplazad la Ordenación. Si no estáis seguro
de que Jesús es el centro de vuestra vida, esperad un poco más para
estar seguros. Porque de lo contrario, comenzaréis un camino que no
sabéis donde acabará''.
Como
segundo testimonio el Papa habló del espíritu de pobreza, que es
necesario también ''para los sacerdotes que no hacen ese voto pero
deben tener ese espíritu'' porque ''cuando en la Iglesia entran
los negocios, sea para los sacerdotes que para los religiosos, las
cosas se ponen feas... Los consagrados, ya sean sacerdotes, monjas o
religiosos, nunca deben darse a los negocios. El espíritu de
pobreza no es, sin embargo, el espíritu de miseria. Un sacerdote,
que no ha hecho voto de pobreza, puede tener sus ahorros, pero de una
manera honesta y razonable. Pero cuando es codicioso y se pone a
hacer negocios ... ¡Cuántos escándalos en la Iglesia y cuanta
falta de libertad por el dinero!''. Francisco puso, en este sentido,
el ejemplo de los benefactores a los que un sacerdote no puede decir
''cuatro verdades'', aunque se las merezcan porque no tiene libertad
para hacerlo ya que está apegado al dinero que le dan. Y añadió:
''Cuando hay dinero de por medio, se hacen distingos entre las
personas. Por eso pido a todos que hagan un examen de conciencia al
respecto''.
El
tercer testimonio para el Santo Padre es la misericordia. ''Nos hemos
olvidado de las obras de misericordia y cito un ejemplo: en las
grandes ciudades cristianas .. hay niños bautizados que no saben
hacer la señal de la cruz. ¿Y dónde está la obra de misericordia
de enseñar en este caso? Hay que reanudar las obras de
misericordia, tanto corporales y espirituales. Si tengo cerca de mi
casa a una persona que está enferma y me gustaría ir a visitarla,
pero el tiempo que tengo disponible para hacerlo coincide con la
telenovela, y entre la telenovela y hacer una obra de misericordia
elijo la telenovela, hay algo que no va... Estas son las cosas que
nos acercan al espíritu del mundo, y esta es otra cosa de la que me
gustaría hablar: el peligro de lo mundano …Acordaos de la oración
sacerdotal de Jesús al Padre: "No te pido que los apartes del
mundo, sino que los guardes del Maligno". La mundanidad va
contra el testimonio, mientras que el espíritu de oración es un
testimonio que se ve … y el testimonio es una de las cosas que
atrae vocaciones''.
Otra
cuestión planteada por el vicario del clero fue la de la fraternidad
sacerdotal y el Obispo de Roma respondió que no era un asunto fácil,
ni en el convento, ni en el presbiterio. ''Para mí, la señal de
que no hay fraternidad -afirmó – son las habladurías... El
terrorismo de las habladurías.. En un presbiterio puede haber
diversos puntos de vista y diferencias, es normal, es cristiano, pero
estas diferencias se deben manifestar teniendo el valor de decirlo a
la cara... Y cuando no se puede – porque a veces no se puede -lo
dices a otro para que haga de intermediario- Pero no se puede hablar
en contra del otro, porque las habladurías representan un terrorismo
para la fraternidad sacerdotal, para las comunidades religiosas''.
La
alegría es también un testimonio.''La alegría de la vida plena, la
alegría de haber elegido bien, la alegría de ver todos los días
que el Señor me es fiel ...Los consagrados o los sacerdotes
aburrido, con la amargura en el corazón, tristes, tienen algo que no
va y deberían ir a un buen consejero espiritual''.
''Me
gustaría terminar con tres cosas -dijo Francisco al final de su
encuentro en la catedral- En primer lugar, la adoración ...Hemos
perdido el sentido de la adoración a Dios, tenemos que reanudar ese
culto. En segundo lugar, no se puede amar a Jesús sin amar a su
esposa. El amor a la Iglesia.... En tercer lugar, y esto es
importante, el celo apostólico, que es misionero. El amor a la
Iglesia te lleva a darla a conocer, a salir de tí mismo para ir a
predicar la Revelación de Jesús, pero también te empuja a salir
de ti mismo para ir a otra trascendencia, que es la adoración''.
Por
último, el Papa veneró el relicario que contiene la sangre de San
Jenaro cuya milagrosa licuefacción esperan todos los años los
fieles napolitanos el 19 de septiembre durante una solemne cerimonia
religiosa encabezada por el arzobispo. Esta vez la sangre se licuó a
mitad y Francisco afirmó: ''Se ve que el santo nos quiere solo a
mitad. Tendremos que convertirnos todos un poco para que nos quiera
más. Gracias y no os olvidéis de rezar por mí''.
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