Ciudad
del Vaticano, 18 de febrero 2015 (VIS).-En el curso de las catequesis
dedicadas a la familia y después de haber reflexionado sobre la
figura de la madre, del padre y de los hijos, el Papa habló hoy de
los hermanos. "Hermano", "hermana" -dijo- son
palabras que el cristianismo ama. Y, gracias a la familia, son
palabras que todas las culturas y todas las edades comprenden''.
Los
lazos fraternos son muy importantes en la historia del pueblo de Dios
y muy elogiados en el Antiguo Testamento. Su ruptura, sin embargo,
recordó el Pontífice, abre un abismo profundo en el hombre y la
pregunta de Dios a Caín: ''¿Dónde está tu hermano?'', no cesa de
resonar a lo largo de la historia. ''Y, por desgracia -exclamó - en
cada generación, no cesa de repetirse la dramática respuesta de
Caín: " No lo sé. ¿Soy yo acaso el guardián de mi
hermano?''. La ruptura del vínculo
entre los hermanos afea a la humanidad. ¡Cuántos hermanos en las
familias se enfadan por nimiedades, por una herencia y ya no se
hablan ni se saludan. ¡Que pena!...Si pensamos que han estado en el
seno de la misma madre …. Todos conocemos familias donde los
hermanos no se tratan. Pidamos al Señor por ellas... para que las
ayude a reunir a los hermanos y a reconstruir las familias... Y en
nuestras oraciones tengamos siempre presentes a los hermanos
divididos''.
El
vínculo de fraternidad que se crea entre los hijos de una familia,
cuando hay un clima de educación de apertura a los demás, es ''la
gran escuela de la libertad y la paz''. ''Tal vez no siempre somos
conscientes, pero la familia es la que introduce la fraternidad en el
mundo'', señaló el Papa, subrayando que a partir de esa primera
experiencia ''ésta se irradia como una promesa en la sociedad y en
las relaciones entre los pueblos. Y la bendición que Dios, en
Jesucristo, derrama sobre este vínculo de fraternidad lo dilata de
una manera inimaginable, permitiendo que supere todas las diferencias
de nación, lengua, cultura e incluso de religión''.
''Pensad
-añadió- en lo que se convierte ese lazo entre las personas,
aunque sean muy diferentes entre sí, cuando pueden decir de otro:
"¡Es como un hermano, es como una hermana para mí"! La
historia ha demostrado suficientemente, por otra parte, que la
libertad y la igualdad, sin la fraternidad, pueden convertirse en
individualismo, en conformismo y
también en interés personal''.
La
fraternidad en la familia brilla sobre todo ''cuando vemos el
cuidado, la paciencia, el cariño que rodean al hermano o hermana más
débil, enfermo o discapacitado. ''Tener un hermano, una hermana que
te quiere -reiteró- es una experiencia fuerte, impagable,
insustituible. Y lo mismo pasa con la fraternidad cristiana. Los más
pequeños, los débiles, los pobres deben enternecernos: Tienen
"derecho" a robarnos el alma y el corazón. Sí, son
nuestros hermanos y cómo tales debemos amarlos y tratarlos . Cuando
esto sucede, cuando los pobres son como de casa, nuestra fraternidad
cristiana se reaviva. Los cristianos, de hecho, salen al encuentro
de los pobres y los débiles no para obedecer un programa
ideológico, sino porque la palabra y el ejemplo del Señor nos dicen
que son nuestros hermanos. Este es el principio del amor de Dios y de
toda justicia entre los hombres''.
''Y
ahora -improvisó- os sugiero que en silencio, cada uno de nosotros,
pensemos en nuestros hermanos y hermanas y recemos por ellos''. Y
después de que toda la Plaza de San Pedro permaneciese en silencio
unos minutos, Francisco dijo: ''Con esta oración les hemos traído a
todos aquí para recibir la bendición''.
''Hoy
más que nunca -acabó- es necesario volver a llevar la fraternidad
al seno de nuestra sociedad tecnocrática y burocrática: entonces
también la libertad y la igualdad tomarán su entonación correcta.
Por lo tanto, no privemos a la ligera a nuestras familias, por temor
o por miedo, de la belleza de una experiencia fraterna amplia ... Y
no perdamos nuestra confianza en la amplitud de horizonte que la fe
es capaz de dar de esta experiencia, iluminada por la bendición de
Dios''.
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