Ciudad
del Vaticano, 11 noviembre 2014
(VIS).-El cardenal Angelo Bagnasco, arzobispo de Génova (Italia),
leyó ayer tarde el mensaje que el Papa Francisco envió a los
participantes en la 67ª Asamblea General de la Conferencia Episcopal
Italiana de la que el purpurado es presidente. La reunión, que
terminará el próximo jueves, se desarrolla en la Domus Pacis de
Santa María de los Ángeles en Asís y está dedicada esta vez a la
vida y la formación de los sacerdotes.
En
su mensaje el Santo Padre escribe que esa cita en Asís recuerda el
gran amor y la veneración que San Francisco nutría por la Santa
Madre Iglesia Jerárquica, y en particular por sus sacerdotes, ''a
través de los cuales la maternidad de la Iglesia llega a todo el
pueblo de Dios''. ''¡Cuántos hemos conocido! -dice- ...Les hemos
visto pasar la vida entre la gente de nuestras parroquias, educar a
los niños, acompañar a las familias, visitar a los enfermos en sus
casas y en el hospital, hacerse cargo de los pobres, conscientes de
que "separarse de los demás para no ensuciarse es la suciedad
mayor ".
''Los
sacerdotes santos -prosigue- son pecadores perdonados e instrumentos
de perdón. Su existencia habla el lenguaje de la paciencia y la
perseverancia; no son turistas del espíritu, eternamente indecisos e
insatisfechos, porque saben que están en las manos de Aquel que
cumple sus promesas y cuya Providencia significa que nada puede
separarlos de esa pertenencia. Sí, todavía es tiempo de sacerdotes
de esta envergadura, "puentes" para el encuentro entre Dios
y el mundo''.
''Sacerdotes
como esos no se pueden improvisar: los forja la valiosa labor de la
formación en el seminario, y la ordenación los consagra para
siempre como hombres de Dios y servidores del pueblo''. Pero ''la
identidad del presbítero, precisamente, porque viene de lo alto, le
exige un camino diario de reapropiación, partiendo de lo que ha
hecho de él un ministro de Jesucristo... La formación de la que
hablamos... no tiene límite de tiempo, porque los sacerdotes no
dejan nunca de ser discípulos de Jesús, de seguirlo. Por lo tanto,
la formación, en cuanto discípulo, acompaña toda la vida de un
ministro ordenado'' y ''tanto la inicial como la permanente son dos
partes de una misma realidad: el camino del discípulo presbítero,
enamorado de su Señor y que lo sigue constantemente''.
''Por
otra parte sabéis -puntualiza- que no sirven sacerdotes clericales,
cuyo comportamiento es probable que aleja a la gente del Señor, ni
sacerdotes funcionarios que, mientras juegan un papel, buscan lejos
del Señor su consuelo. Sólo el que mantiene los ojos fijos en lo
que es verdaderamente importante puede renovar su sí al don
recibido.. sólo el que se deja conformar al Buen Pastor encuentra
unidad, paz y fuerza en la obediencia del servicio; sólo el que
respira en el horizonte de la fraternidad sacerdotal sale de la
falsedad de una conciencia que pretende ser epicentro de todo y
única medida de los propios sentimientos y acciones''.
El
Pontífice finaliza deseando a los participantes en la Asamblea
''jornadas de escucha y confrontación que lleven a trazar rutas de
formación permanente, capaz de conjugar la dimensión espiritual
con la cultural, la comunitaria con la pastoral: estos son los
pilares de vidas edificadas según el Evangelio, forjadas en la
disciplina diaria , en la oración, en la custodia de los sentidos,
en el cuidado de uno mismo, en el testimonio humilde y profético;
vidas que devuelven a la Iglesia la confianza que ella, en primer
lugar, ha puesto en ellos''.
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