Ciudad
del Vaticano, 11 noviembre 2014
(VIS).-El Santo Padre ha escrito una carta pontificia a Tony Abbott,
Primer Ministro de Australia, que presidirá la Cumbre de los Jefes
de Estado y Gobierno de 20 países (G-20) que tendrá lugar el 15 y
16 de noviembre en Brisbane. La agenda de la reunión se concentrará
en los esfuerzos para relanzar un crecimiento sostenible de la
economía y en el imperativo -surgido durante la preparación de la
Cumbre- de crear oportunidades de trabajo dignas y estables para
todos. Ofrecemos a continuación amplios extractos del mensaje del
Papa.
''Quisiera
pedir a los Jefes de Estado y de Gobierno del G-20 que no olviden
que detrás de estas discusiones políticas y técnicas están en
juego muchas vidas y que sería lamentable que tales discusiones se
quedasen sólo en declaraciones de principio. En el mundo, incluso
dentro de los países pertenecientes al G-20, hay demasiadas mujeres
y hombres que sufren a causa de la desnutrición severa, del
crecimiento en el número de parados, por el altísimo porcentaje
de jóvenes sin trabajo y por el aumento la exclusión social que
puede desembocar en la actividad criminal e ,incluso, en el
reclutamiento de terroristas. Además, hay una agresión constante al
ambiente natural, resultado de un consumismo desenfrenado y todo ello
producirá graves consecuencias en la economía mundial''.
''Tengo
la esperanza de que se logre un consenso sustancial y real sobre los
temas del programa. Del mismo modo, espero que la evaluación de los
resultados de este consenso no se limite a los índices mundiales,
sino que tenga también en cuenta la mejora real en las condiciones
de vida de las familias más pobres y la reducción de todas las
formas de desigualdad inaceptable. Expreso estas esperanzas de cara a
la Agenda post-2015, que será aprobada durante la actual Asamblea de
las Naciones Unidas y que debería incluir los temas vitales del
trabajo decente para todos y del cambio climático''.
''El
mundo entero espera del G-20 un acuerdo cada vez más amplio que
pueda llevar, en el marco de la ordenación de las Naciones Unidas,
al fin definitivo en Oriente Medio de la injusta agresión contra
diferentes grupos, religiosos y étnicos, incluidas las minorías.
También tendría que llevar a la eliminación de las causas
profundas del terrorismo que ha alcanzado proporciones hasta ahora
inimaginables; entre esas causas están la pobreza, el subdesarrollo
y la exclusión. Cada vez es más evidente que la solución a este
grave problema no puede ser exclusivamente de naturaleza militar,
sino que también debe centrarse en aquellos que de una u otra manera
alientan a los grupos terroristas con el apoyo político, el comercio
ilegal de petróleo o el suministro de armas y tecnología. También
es necesario un esfuerzo educativo y una conciencia más clara de
que la religión no puede utilizarse como forma de justificar la
violencia''.
''Estos
conflictos dejan cicatrices profundas y producen en varias partes del
mundo situaciones humanitarias insoportables. Aprovecho esta
oportunidad para pedir a los Estados Miembros del G20 que sean
ejemplo de generosidad y solidaridad a la hora de hacer frente a las
necesidades de las víctimas de estos conflictos, especialmente de
los refugiados''.
''La situación en Oriente Medio ha replanteado el debate sobre la responsabilidad de la Comunidad internacional de proteger a los individuos y los pueblos de los ataques extremos a los derechos humanos y del total desprecio del derecho humanitario. La Comunidad internacional y en particular los Estados Miembros del G20, deberían también preocuparse de la necesidad de proteger a los ciudadanos de cada país de formas de agresión, que son menos evidentes, pero igualmente reales y graves. Me refiero específicamente a los abusos en el sistema financiero, tales como las transacciones que condujeron a la crisis de 2008, y en particular a la especulación desligada de vínculos políticos o jurídicos, y a la mentalidad que ve en el máximo beneficio el objetivo final de toda actividad económica. Con una mentalidad que, en último término descarta a las personas nunca se logrará la paz y la justicia. Tanto a nivel nacional como a nivel internacional, la responsabilidad con los pobres y marginados debe ser, por lo tanto, un elemento esencial de toda decisión política''.
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