Ciudad
del Vaticano, 7 de septiembre de 2014 (VIS).-La ''corrección
fraterna'', tal y como la presenta San Mateo en el evangelio de este
domingo fue el tema de la reflexión del Papa Francisco en el ángelus
del mediodía. ''Jesús nos enseña -explicó- que si mi hermano
cristiano comete una culpa contra mí, me ofende, yo tengo que ser
caritativo con él, antes que nada hablarle personalmente,
explicándole que lo que ha dicho o hecho no está bien. ¿Y si el
hermano no me escucha? Jesús sugiere una intervención progresiva:
primero, volver a hablarle con otras dos o tres personas, para que se
de cuenta de su error; si, no obstante esto, no acoge la
exhortación, hay que decírselo a la comunidad; y si tampoco la
escucha hay que hacerle percibir la fractura y el distanciamiento que
él mismo ha provocado, mermando la comunión con los hermanos en la
fe''.
Las
etapas de este itinerario ''indican el esfuerzo que el Señor pide a
su comunidad para acompañar a quien se equivoca, para que no se
pierda. Es ante todo necesario evitar el clamor de la habladuría y
el cotilleo de la comunidad...La actitud es de delicadeza, prudencia,
humildad, atención hacia quien ha cometido una culpa, evitando que
las palabras puedan herir y matar al hermano. Porque... ¡también
las palabras matan! Cuando hablo mal de alguno o lo critico
injustamente....cuando con la lengua despellejo a alguno... mato su
fama..''. De ahí que la discreción tenga la finalidad de ''no
mortificar inútilmente al pecador. A la luz de esta exigencia se
comprenden la serie sucesiva de intervenciones, que prevén la
participación de algunos testigos y luego incluso de la comunidad.
El objetivo es ayudar a la persona a darse cuenta de lo que ha
hecho y de que con su culpa ha ofendido no solamente a uno, sino a
todos. Pero también el de ayudarnos a librarnos de la ira o del
resentimiento... de esa amargura del corazón que conllevan la ira
y el resentimiento y que nos hacen insultar y agredir. Es muy feo
ver salir de la boca de un cristiano un insulto o una agresión....
Insultar no es cristiano.''
En
realidad, ''ante Dios todos somos pecadores y necesitados de perdón.
Todos. Jesús nos dijo: No juzguéis. La corrección fraterna es un
aspecto del amor y de la comunión que deben reinar en la comunidad
cristiana. Es un servicio recíproco que podemos y debemos hacernos
los unos a los otros... y es posible y eficaz solamente si cada uno
se reconoce pecador y necesitado del perdón del Señor. La misma
consciencia que me hace reconocer el error del otro, me recuerda que
yo he sido el primero en equivocarme primero y que lo hago tantas
veces''.
Por
eso, ''al inicio de la Misa -concluyó- estamos siempre invitados a
reconocer ante el Señor que somos pecadores, expresando con las
palabras y con los gestos el sincero arrepentimiento del corazón...
Y el mismo Jesús nos invita a todos, santos y pecadores, a su mesa
recogiéndonos de los cruces de caminos, de las diversas situaciones
de la vida...Y entre las condiciones que acomunan a los participantes
en la celebración eucarística, dos son fundamentales...: todos
somos pecadores y a todos Dios nos da su misericordia''.
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