Ciudad
del Vaticano, 14 de julio 2014 (VIS).-A mediodía el Papa Francisco
se asomó a la ventana de su estudio para rezar el ángelus dominical
con miles de fieles reunidos en la Plaza de San Pedro. Antes de la
oración mariana, el Santo Padre habló, como es habitual, del
evangelio de la liturgia de hoy dedicado esta vez a la parábola del
sembrador.
''Jesús
-dijo - utiliza muchas parábolas: un lenguaje comprensible para
todos, con imágenes que proceden de la naturaleza y de las
situaciones de la vida diaria y la primera que narra es una
introducción a todas ellas: la del sembrador que esparce las
semillas sobre todo tipo de terreno''.
La
verdadera protagonista de esta parábola es precisamente la semilla
que, según el terreno donde cae, da más o menos frutos. Los tres
primeros son improductivos: a lo largo del camino los pájaros se
comen la semilla; en el terreno pedregoso los brotes se secan
rápidamente porque no hay raíces; en medio de las zarzas las
espinas sofocan a la semillas y, sólo el cuarto terreno es bueno,
allí la semilla germina y fructifica.
En
este caso, prosiguió Francisco, Jesús no se limita a presentar la
parábola, también la explica: ''La semilla que cae sobre el camino
indica a los que escuchan el anuncio del Reino de Dios pero no lo
reciben; así llega el Maligno y se lo lleva porque no quiere que la
semilla del Evangelio germine en el corazón de los hombres. Esta es
la primera comparación. La segunda, la de la semilla que cae sobre
las piedras representa a las personas que escuchan la Palabra de Dios
y la acogen enseguida, pero superficialmente, porque no tiene raíces
y son inconstantes; y cuando llegan las dificultades y las
tribulaciones, se abaten. La semilla que cae entre las zarzas... se
refiere a las personas que escuchan la Palabra pero, a causa de las
preocupaciones mundanas y de la seducción de la riqueza, ésta
permanece sofocada. Por último, la semilla que cae en terreno
fértil representa a cuantos escuchan la Palabra, la reciben, la
guardan y la comprenden, y así da fruto. El modelo perfecto de esta
tierra buena es la Virgen María''.
''Esta
parábola nos habla hoy a cada uno de nosotros como hablaba a los
que escuchaban a Jesús hace dos mil años. Nos recuerda que
nosotros somos el terreno donde el Señor arroja incansablemente la
semilla de su Palabra y de su amor. ¿Cómo la acogemos? Y podríamos
preguntarnos: ¿Cómo es nuestro corazón? ¿A qué terreno se
parece: a un camino, a un pedregal, a unas zarzas? Depende de
nosotros convertirnos en terreno bueno sin espinas ni piedras, sino
cultivado con atención, para que pueda dar buenos frutos para
nosotros y para nuestros hermanos''.
''Y
nos sentará bien -concluyó el Papa- no olvidarnos de que también
nosotros somos sembradores, Dios siembra semillas buenas, y también
nosotros podemos preguntarnos: ¿Qué semillas salen de nuestro
corazón y de nuestra boca? Nuestras palabras pueden hacer mucho bien
y también mucho mal, pueden curar y pueden herir, pueden animar y
pueden deprimir. Acordaos: lo que cuenta no es lo que entra por la
boca sino lo que sale de ella y del corazón''.
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