Ciudad
del Vaticano, 30 de noviembre 2013 (VIS).-.Esta tarde en la basílica
de San Pedro, el Santo Padre ha celebrado las primeras vísperas del
domingo de Adviento con los universitarios de los ateneos romanos.
Antes de la llegada del Papa, a partir de las 16,00. el cardinal
vicario Agostino Vallini ha acogido la imagen de María “Sedes
Sapientiae”, patrona de los estudiantes universitarios y guiado la
oración preparatoria con la renovación de la profesión de fe de
los jóvenes que se iban a confirmar.
Después
del rezo del Rosario, el Papa Francisco ha pronunciado la homilía,
citando la carta de San Pablo a los cristianos de Tesalónica en la
que manifiesta el deseo de que Dios los santifique hasta la
perfección. Ese deseo, ha dicho el Papa, “demuestra por una parte
la preocupación por su santidad y por otra una gran confianza en la
intervención del Señor. Esta preocupación del apóstol vale
también para nosotros, cristianos de hoy. La plenitud de la vida
cristiana.... siempre está asediada por la tentación de ceder al
espíritu mundano. Por eso Dios nos da su ayuda, para que podamos
preservar los dones que el Espíritu Santo nos ha dado, la vida
nueva.... Pero ¿por qué Dios, después de darnos sus tesoros
espirituales, debe intervenir aún para mantenerlos íntegros?...
Porque somos débiles... nuestra naturaleza humana es frágil y
llevamos los dones que Dios nos ha dado “como en vasijas de
barro”.
La
intervención de Dios en favor de nuestra perseverancia hasta el
final, “hasta el encuentro definitivo con Jesús, es expresión de
su fidelidad. Es como un diálogo, entre nuestra debilidad y su
fidelidad...Por lo tanto llevará a cumplimiento la obra que ha
iniciado en cada uno de nosotros, con su llamada.... Esto nos da
seguridad y gran confianza: una confianza que se apoya en Dios y
solicita nuestra colaboración activa y valiente, ante los desafíos
del momento presente”.
“El
que no ve los retos, el que no responde a ellos, no vive -ha afirmado
el Papa ante los estudiantes Vuestra voluntad y vuestras capacidades,
unidas a la potencia del Espíritu Santo que habita en cada uno de
vosotros desde vuestro bautismo, os hacen no espectadores, sino
protagonistas de los hechos contemporáneos. Por favor no miréis la
vida desde el balcón. Meteros donde están los desafíos que piden
ayuda para sacar adelante la vida, el desarrollo y la lucha por la
dignidad de las personas, la lucha contra la pobreza, la lucha por
los valores y tantas otras que encontramos cada día”.
Los
desafíos que los universitarios están llamados a afrontar con
“fortaleza interior y audacia evangélica” son de diverso tipo.
“El contexto socio-cultural en el cual están insertados - ha
observado el Santo Padre- a veces está lleno de mediocridad y
aburrimiento. ¡No hay que resignarse a la monotonía del vivir
cotidiano, sino cultivar proyectos de amplio horizonte, ir más allá
de lo ordinario: ¡no os dejéis robar el entusiasmo juvenil!
También sería un error dejarse aprisionar por el pensamiento débil
y uniforme, el que homologa, por una globalización entendida como
homologación”.
Para
superar estos riesgos “el modelo que hay que seguir en la
verdadera globalización -que es buena- no es la esfera, en la que se
nivela cada relieve y desaparece cada diferencia: es el poliedro,
que incluye una multiplicidad de elementos y respeta la unidad en la
variedad. Al defender la unidad, defendemos también la diversidad.
De lo contrario esa unidad no sería humana... Si no os dejáis
condicionar por la opinión dominante,y permanecéis fieles a los
principios éticos y religiosos cristianos, también encontraréis
el valor de ir contracorriente. En el mundo globalizado,
contribuiréis a salvar peculiaridades y características propias,
tratando de no rebajar el nivel ético. Efectivamente, la pluralidad
de pensamiento y de individualidad refleja la multiforme sabiduría
de Dios cuando se acerca a la verdad con honestidad y rigor
intelectual, cuando se acerca a la pluralidad, a la belleza y así,
cada uno pueda ser un don que beneficie a todos”.
El
Papa se ha despedido de los universitarios exhortándoles a que “el
empeño de caminar en la fe y de comportarse en manera coherente con
el Evangelio” les acompañase en este tiempo de Adviento, “para
vivir de modo auténtico la conmemoración de la Navidad del Señor”.
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