Ciudad
del Vaticano, 21 diciembre 2013
(VIS).-En los últimos días de Adviento, es tradicional que el Santo
Padre encuentre a los cardenales, obispos, superiores y oficiales de
la Curia Romana, para intercambiar las felicitaciones navideñas.
Esta ha sido la primera vez para el Papa Francisco, Obispo de Roma,
que ha dado un efusivo gracias a todos sus colaboradores recordando
en especial al arzobispo Pietro Parolin, porque “ha comenzado
recientemente su servicio de Secretario de Estado y necesita nuestras
oraciones”.
El
Santo Padre ha dado las gracias a la Curia por “su servicio
cotidiano: por el celo, la diligencia, la creatividad” y “por el
esfuerzo, no siempre fácil, de colaborar en el trabajo, de
escucharse y confrontarse, de valorar personalidades y cualidades
diferentes en el respeto recíproco”. También ha expresado de
manera particular su gratitud a los que en este periodo terminan su
servicio y se jubilan.
“Ya
sabemos - ha afirmado- que nunca se jubilan como sacerdotes y
obispos, pero sí del cargo, y es justo que sea así, también para
dedicarse un poco más a la
oración y la cura de almas, comenzando por la suya. Así pues, un
“gracias” especial, de corazón, a ustedes, queridos hermanos que
dejan la Curia, sobre todo a los que han trabajado aquí durante
muchos años y con tanta dedicación, en lo escondido....Admiro mucho
a estos monseñores que siguen el modelo de los antiguos curiales,
personas ejemplares... Pero también hoy los tenemos. Personas que
trabajan con competencia, con rigor, con abnegación, desempeñando
con esmero sus tareas de cada día. Quisiera mencionar aquí alguno
de estos hermanos nuestros para expresarle mi admiración y
reconocimiento, pero sabemos que lo primero que se nota en una lista
son los que faltan; y, si lo hiciera, correría el riesgo de
olvidarme de alguno y de cometer así una injusticia y una falta de
caridad. Pero quiero decir a estos hermanos que constituyen un
testimonio muy importante en el camino de la Iglesia”.
Basándose
en ese modelo y en ese testimonio, Francisco, ha hablado de dos
cualidades que deben caracterizar a los oficiales de la Curia y, más
aún, a los Superiores: la profesionalidad y el servicio.
La
profesionalidad, requisito fundamental para trabajar en la Curia,
“significa competencia, estudio, actualización... Naturalmente, la
profesionalidad se va formando, y en parte también se adquiere; pero
pienso -ha observado el Papa- que, precisamente para que se forme y
para que se adquiera, es necesario que haya una buena base desde el
principio”.
El
servicio es “servicio al Papa y a los obispos, a la Iglesia
universal y a las iglesias particulares. En la Curia Romana se
aprende, “se respira” de un modo especial precisamente esta doble
dimensión de la Iglesia, esta compenetración entre lo universal y
lo particular; y me parece que ésta es una de las más bellas
experiencias de quien vive y trabaja en Roma: “sentir” la Iglesia
de esta manera. Cuando no hay profesionalidad, lentamente se va
resbalando hacia el área de la mediocridad. Los expedientes se
convierten en informes de “cliché”..incapaces de generar
horizontes de grandeza. Por otro lado, cuando la actitud no es de
servicio a las iglesias particulares y a sus obispos, crece entonces
la estructura de la Curia como una pesada aduana burocrática,
controladora e inquisidora, que no permite la acción del Espíritu
Santo y el crecimiento de Pueblo de Dios”.
A
esas dos cualidades, el Papa ha añadido una tercera: la santidad de
vida, que “es lo más importante en la jerarquía de valores”,
pero también está “en la base de la calidad del trabajo, del
servicio. Y quisiera decir que
aquí, en la Curia Romana, ha habido y hay santos. Lo he dicho
públicamente más de una vez, para dar agradecérselo al Señor.
Santidad significa vida inmersa en el Espíritu, apertura del corazón
a Dios, oración constante, humildad profunda, caridad fraterna en
las relaciones con los colegas. También significa apostolado,
servicio pastoral discreto, fiel, ejercido con celo en contacto
directo con el Pueblo de Dios. Esto es indispensable para un
sacerdote”.
Pero
la santidad en la Curia significa también “hacer objeción de
conciencia a las habladurías...Nosotros insistimos mucho en el valor
de la objeción de conciencia, y con razón, pero tal vez deberíamos
ejercerla también para oponernos a una ley no escrita de nuestros
ambientes, que por desgracia es la de la cháchara. Así pues,
hagamos todos objeción de conciencia; y –fíjense ustedes– no lo
digo sólo desde un punto de vista moral. La cháchara daña la
calidad de las personas, del trabajo y del ambiente”.
“Queridos
hermanos -ha dicho Francisco al final de su discurso- sintámonos
todos unidos en este último tramo del camino a Belén. Nos puede
venir bien meditar sobre el papel de san José, tan callado y tan
necesario al lado de la Virgen María. Pensemos en él, en su
preocupación por su esposa y por el Niño. Esto nos dice mucho sobre
nuestro servicio a la Iglesia. Por tanto, vivamos esta Navidad muy
unidos espiritualmente a san José. Les agradezco mucho su trabajo, y
sobre todo sus oraciones. Me siento realmente “sostenido” por las
oraciones, y les pido que sigan apoyándome así. También yo les
recordaré ante el Señor y los bendigo, deseándoles una Navidad de
luz y de paz a cada uno de ustedes y a sus seres queridos”.
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