Ciudad
del Vaticano, 2 octubre 2013
(VIS).-La santidad de la Iglesia ha sido el tema elegido por
Francisco para la catequesis de la audiencia general de los
miércoles, que ha tenido lugar en la Plaza de San Pedro y ha contado
con la presencia de más de 50.000 personas.
En
el Credo después de profesar que la Iglesia es “una” , ha dicho
el Papa, “también decimos que es “santa”; afirmamos la
santidad de la Iglesia, una característica que estuvo presente desde
el principio en la conciencia de los primeros cristianos, que se
llamaban sencillamente 'los santos' porque tenían la certeza que es
la acción de Dios, el Espíritu Santo que santifica la Iglesia”.
Pero,
se ha preguntado, “¿Cómo podemos decir que la Iglesia es santa,
si vemos que la Iglesia histórica, en su camino durante los siglos,
ha atravesado tantos ... momentos de oscuridad? ¿Cómo puede ser
santa una Iglesia hecha de seres humanos, de pecadores, hombres
pecadores, mujeres pecadoras, sacerdotes pecadores, monjas pecadoras,
obispos pecadores, cardenales pecadores, papas pecadores?. Todos.
¿Cómo puede ser santa una Iglesia así?
La
Iglesia es santa porque “procede de Dios que es santo, es fiel y no
la abandona nunca al poder de la muerte y del mal; es santa porque
Jesucristo, el Santo de Dios, se ha unido a ella indisolublemente; es
santa porque la guía el Espíritu Santo que la purifica, la renueva
y la renueva. No es santa por nuestros méritos, sino porque Dios la
hace santa”.
“Podríais
decirme: Pero la Iglesia está formada por pecadores; lo vemos todos
los días. Es verdad: somos una Iglesia de pecadores; y nosotros, los
pecadores, estamos llamados a dejarnos transformar...por Dios. En la
historia de la Iglesia ha habido la tentación por parte de
algunos de afirmar: la Iglesia es solo la Iglesia de los puros, de
los que son totalmente coherentes, y a los otros hay que alejarlos.
¡No, es verdad!. Esto es
una herejía.... La Iglesia, que es santa, no rechaza a los
pecadores: los acoge y está abierta también a los más lejanos,
llama a todos a dejarse envolver por la misericordia, la ternura y el
perdón del Padre que da a todos la posibilidad de encontrarlo, de
caminar hacia la santidad....¿Alguno
de los que está aquí ha venido sin sus pecados? No, todos llevamos
nuestros pecados con nosotros”.
En
la Iglesia, el Dios que encontramos “no es un juez despiadado, es
como el Padre de la parábola evangélica... El Señor quiere que
seamos parte de una Iglesia que sabe abrir los brazos para acoger a
todos, que no es la casa de unos pocos, sino de todos, donde todos
pueden ser renovados, transformados y santificados por su amor; los
más fuertes y los más débiles, los pecadores, los indiferentes,
los que se sienten abandonados y perdidos. La Iglesia brinda a todos
la posibilidad de recorrer el camino de la santidad que es el camino
del cristiano”.
“No
tengáis miedo de la santidad -ha concluido Francisco- de dejaros
amar y purificar por Dios...Dejemos que la santidad de Dios nos
contagie. Cada cristiano está llamado a la santidad; y la santidad
no consiste, ante todo, en hacer cosas extraordinarias, sino en dejar
que Dios actúe. Es el encuentro de nuestra debilidad con la fuerza
de su gracia”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario